Por Billie J Parker *
Palabra de Mujer (Columna)
En este punto de la 4ª Transformación nadie querría estar en los zapatos de la historiadora y escritora Beatriz Gutiérrez Müller. Ser la esposa de un líder como Andrés Manuel López Obrador no debe ser un tránsito aterciopelado, como el que tuvieron las primeras damas de este país.
El fin de semana Beatriz Gutiérrez Müller participó en un áspero intercambio de mensajes en la red social de Twitter con Javier Lozano, cuando éste debatió la respuesta que proporcionó la compañera del presidente, en el tema de las estancias infantiles. “Qué vergüenza”, señaló el exsenador en Twitter, a Gutiérrez Müller, quien en el zócalo expresó a grupos de trabajadoras y madres de estancias infantiles que transmitiría sus inquietudes a AMLO respecto a Conadis.
El panista cuestionó el hecho de que la esposa de AMLO no se asume como primera dama, y la acusó de “hacerse ojo de hormiga”. El exfuncionario ironizó: “Con gusto transmito”. Si no es la hora de las complacencias. Una cosa es no asumirse como “primera dama” y, otra cosa, es hacerse ojo de hormiga en los temas que afectan a las mujeres. ¡Qué vergüenza!”, escribió, Javier Lozano.
Beatriz Gutiérrez Müller, contestó al comentario de Lozano y abundó sobre su primer tuit. Le indicó a Lozano Gracia que las: “quejas al gobierno, diríjanse a Palacio Nacional, por favor”. “No me asumo como primera dama de nada ni de nadie. Me topé con algunas responsables de estancias infantiles en la calle, y con gusto transmito su preocupación, como lo haré con la suya. Repito: quejas al gobierno, diríjanse a Palacio Nacional, por favor. Incluido usted”. Reviró Beatriz Gutiérrez Müller.
El meollo del debate es el papel de la hoy esposa del Presidente. En mayo del 2018, en plena campaña presidencial y en un mitin en Minatitlán Veracruz en compañía de AMLO, Gutiérrez Müller fijó su postura frente a la figura protocolaria, sin funciones ni responsabilidades concretas de la “primera dama”. Es más, la doctora en Teoría Literaria por la Universidad Autónoma Metropolitana, se pronunció en favor de abolir la figura, a la que consideró “clasista”, porque “no debe haber mujeres de primera o de segunda”.
Además del nombre lo habitual era que la esposa del Presidente de presidiera el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia para apoyar causas propias de las mujeres, la infancia y la familia. El gobierno decidió que el DIF dejará de depender de Presidencia y pasará a la secretaría de Salud. En cuanto a al rol de Beatriz ella mismo definió que serviría a México “en todo lo que pueda”, pero su prioridad era seguir siendo profesora universitaria, investigadora y escritora. Hoy se le necesita.
Beatriz Gutiérrez encabeza el Consejo Honorario que presidirá la Coordinación Nacional de la Memoria Histórica y Cultural de México. A través del que se busca preservar todos los archivos públicos y privados de la historia de México, por medio de su resguardo físico y la creación de una plataforma nacional en la que se concentren todos los documentos para consulta y difusión pública.
Sin embargo, ante la regresión manifiesta de los derechos de las mujeres en México, la pregunta es ¿qué rol debe jugar Beatriz Gutiérrez Müller ante el embate de los ideólogos de la cuarta transformación contra las mexicanas que sucumben en ríos de sangre y marginación, con políticas públicas que ahondan más la desigualdad de género? Y que además afectan a las personas que dependen de ellas que se parten el alma trabajando para ganar el sustento, para soportar en sus espaldas al modelo económico que las obliga a trabajar sin pago; o de las que están enfermas, o que son víctimas de la violencia extrema. Todas objetivo del reclutamiento masivo a nombre de la cruzada contra la corrupción.
Las mujeres de México han reaccionado con total repudio y se niegan a ser alimento del ejército clientelar de apoyos gubernamentales directos. En el Poder legislativo muy pocas son las que se unen a sus voces, razonamientos, advertencias, y califican las medidas como: #AusteridadMachista, Políticas androcéntricas, inadmisibles, reprobables, entre otros adjetivos contra la ostensible regresión que olvida el carácter progresivo, interdependiente e irrevocable de todos los derechos humanos, incluyendo los derechos de las mujeres.
Consideran violencia de género el retiro de subsidios a estancias infantiles, a los refugios para mujeres, al modelo de atención integral para pacientes con cáncer cervicouterino; a organizaciones civiles que trabajan en VIH, el despojo de sus empleos, a los institutos de las Mujeres, etc. Más lo que se acumule esta semana en lo que se espera sea un nuevo embate contra las mujeres de este país.
Los decretos, circulares, descalificaciones al trabajo de las mujeres, la criminalización de su labor, desdén a sus problemáticas, a sus condiciones de vida, la violación a leyes, normas y tratados nacionales e internacionales los exhibe como el gobierno más misógino de las últimas décadas y requiere una figura con agenda de género que contenga esto antes de que se desborde.
La violencia de género se nutre también de violencias institucionales, de acciones u omisiones realizadas por el Estado y sus autoridades. Los recortes presupuestarios, la manipulación, el descrédito, es falta al deber legal con sus gobernadas y se configuran como algunas de las múltiples caras de una de las violencias más invisibles y dramáticas: la institucional.
Todas las violencias son inadmisibles pero la que se practica contra mujeres y grupos vulnerables desde las instituciones es insostenible. Cuando el Estado y sus agentes fallan en la atención y protección frente al maltrato machista están provocando que la pradera seca se incendie. *
BillieParkerNoticias.com/Directora General.