Por Aurelio Contreras Moreno
Cada que el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa sale a los medios de comunicación –un privilegio que no cualquier reo tiene en este país. Vaya, ni “El Chapo” Guzmán-, lo que provoca de manera prácticamente unánime, es repulsión.
Esta semana no fue la excepción. El ex mandatario preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México envió una carta y luego fue entrevistado desde la cárcel por el periodista Ciro Gómez Leyva para, según él, “explicar” cómo subsiste su familia en la “austeridad” en la ciudad de Londres, Inglaterra, donde el costo de la vida es uno de los más caros de todo el mundo.
Con el aberrante cinismo que lo caracteriza, Duarte afirmó que su ¿esposa? Karime Macías y sus tres hijos viven en la capital británica con “apenas” 180 mil pesos al mes, y que para enviarles dicho monto tiene que estarse “tronando los dedos”, así como recibir el apoyo de familiares y de “algunos entrañables amigos”. Huelga decir el maremoto de expresiones de “cariño” dirigidas al saqueador de Veracruz que inundó las redes sociales. Lo cual, también es preciso señalar, le ha tenido siempre sin cuidado.
Las apariciones mediáticas de Duarte de Ochoa no son producto de la casualidad. Obedecen por lo regular a una estrategia de contención de información que lo afecte a él o a sus intereses. En este caso, a la madre de sus hijos, Karime Macías.
Este martes se dio a conocer que un juez de distrito declaró sobreseída la solicitud de amparo de la ex presidenta del DIF de Veracruz en contra del proceso de extradición que se le sigue a solicitud de la Fiscalía General del Estado, y cuya ampliación fue solicitada por la Fiscalía General de la República esta misma semana.
Así que Duarte lo que busca es ganar tiempo y desviar la atención sobre el verdadero tema, que es la extradición de Macías Tubilla, apelando a la lástima. Aunque en realidad, lo que único que provoca es mayor indignación en su contra.
Resulta irrisorio el planteamiento de que con 180 mil pesos mensuales una familia de cuatro personas viva en uno de los barrios más exclusivos de Londres y tres de ellos, además, asistan a la escuela –que tampoco es barata y mucho menos gratuita-. Pero concediéndole que así fuera, ¿de dónde sale el dinero que Javier Duarte les envía, si está preso desde hace más de dos años y con sus propiedades incautadas por el gobierno?
La pista la da él mismo cuando hace referencia a los “entrañables amigos” que lo apoyan en esa tarea, uno de los cuales sería su operador financiero y presunto prestanombres, Moisés Mansur Cysneiros, refugiado en Canadá y quien se encargaría de realizar las maniobras financieras con el dinero -y nunca será tarde para decirlo- robado a los ciudadanos veracruzanos y del cual aún disponen los Duarte Macías para pagarse un exilio de oro en Europa y al mismo tiempo sufragar los carísimos servicios de su defensa legal en México.
Sin duda, llamó la atención que, aparentemente sin venir al caso, luego de afirmar que la PGR de Enrique Peña Nieto le puso “una pistola en la cabeza” para aceptar el procedimiento abreviado y declararse culpable de delitos menores por los que recibió una sentencia ridícula, Javier Duarte se refiriera al gobierno de Andrés Manuel López Obrador en términos más que halagadores.
Duarte calificó a López Obrador como “un presidente muy sólido, con una base muy fuerte, con apoyo ciudadano”, así como respetuoso de las instituciones, por lo cual, agregó “no veo riesgo de que México se convierta en Venezuela”.
Viniendo de Javier Duarte, cualquier lisonja es sinónimo de vituperio y vergüenza. ¿Todavía creerá el Presidente que es un “chivo expiatorio”?
Capaz que sí.
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