CUENTO
Bernie era una tortuguita muy lenta y perezosa. Lo único que le gustaba era echarse sobre la tierra, mirar el cielo y soñar despierto.
– Ah. ¿Qué sería de este mundo si tan solo no hubiese guerras, hambres e injusticias…? -se preguntaba la tortuguita, mientras veía a las nubes pasar.
Bernie se sentía cansado, o más bien ya nada le hacía sentir entusiasmo. Él, además de todo lo ya dicho, también era muy desgraciado. Tantos problemas tenía ya sobre su caparazón, como para todavía tener que lidiar con las injurias de su vecino o colega, la tortuga molestosa.
Esta tortuguita siempre estaba acosándolo y llamándolo “flojo soñador de quimeras”. Pero Bernie nunca le hacía caso, así que ella se encabronaba más, mucho más.
-¡Tonto! ¿Cuándo vas a dejar de ser tan holgazán para ponerte a trabajar y ya dejar de soñar tanto? – su colega le espetaba, cuando se lo cruzaba en su camino. Pero Bernie nunca reaccionaba ante todo esto. Poco le importaba lo que dijera o no su colega la tortuga molestosa.
La tortuguita, solamente parpadeaba cuando escuchaba a su colega decir y decir contra él, luego enseguida pensaba: “Ah, ¡otra vez ya está aquí alguien que me quiere mucho! ¡La tortuga molestosa!”.
-¡Tonto! -volvía a decir “su enemiga”, creyendo de que Bernie no la había escuchado, pero no sabía que sí lo había hecho, es sólo que a la tortuguita perezosa ya nada podía sacarlo de sus casillas. Muchísimo tiempo hacía ya que se había vuelto inmune ante las cosas malas y feas que sucedían en su mundo, incluyendo, desde luego, las frases de su colega la tortuga molestosa.
Bernie siguió acostado sobre la tierra, reflexionando y soñando sobre todas las cosas que jamás sucederían en aquel mundo. Pensaba:
“Esta tortuga no sabe que aunque yo trabaje cientos y cientos de siglos, este mundo jamás se compondrá. Porque por personas tan molestosas como ella es que el mundo está como está. Guerras, hambres e injusticias, solamente han sido causadas por personas que en vez de vivir y dejar vivir, solamente han optado por molestar, y de qué manera. Egoísmo, envidia y demás, falta de comprensión y sentido de equidad… ah, si tan solo el mundo fuese un mejor lugar…”
La tortuguita perezosa siguió acostado allí, mirando solamente el azul del cielo. Y su colega también, molestando y molestándolo. Sus comentarios se habían vuelto más ácidos todavía, y esto puso a Bernie muy triste, porque sabía muy bien de que jamás podría dejar de ser un soñador de imposibles. Entonces, para que su colega ya no se molestara más, se levantó y se fue a trabajar. Aunque no por esto él iba a dejar de ser un soñador de quimeras.
FIN.
ANTHONY SMART
Enero/14/2017