Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“La falsedad está tan cercana a la verdad, que el hombre prudente no debe situarse en un terreno resbaladizo”. – Marco Tulio Cicerón.
En la fauna política veracruzana hay personajes que no buscan ganar elecciones, sino colarse por las rendijas del poder. Operadores de ocasión, aspirantes sin destino, candidatos testimoniales que entienden la contienda no como un ejercicio democrático, sino como una inversión para futuros acomodos -con orígenes poco solventes-. En ese catálogo encaja con precisión quirúrgica Román Moreno, conocido ya en los pasillos como “el taquero perdido”.
Desde el inicio de su aspiración a la alcaldía de Xalapa por Movimiento Ciudadano era evidente que no había ruta real hacia la victoria. Nunca apareció estructura, nunca prendió su narrativa y jamás logró subirse un solo escalón en las encuestas. Pero hoy, con el paso de los meses, queda claro que el objetivo real no era ganar la presidencia municipal. No. El verdadero plan —según señalamientos desde el propio partido y fuentes políticas locales— era infiltrar la próxima comuna mediante la captura de regidurías.
Ahí radica el conflicto que hoy arde al interior de MC: la presunta maniobra para remover de manera arbitraria, injustificada y profundamente antidemocrática a la regidora primera electa de MC, Hilda Aguilar, con el propósito de abrirle paso a la esposa del propio Román Moreno. Una operación que, de consumarse, atentaría contra la voluntad ciudadana y convertiría a MC en Xalapa en un negocio familiar -con presuntas infiltraciones delincuenciales- antes que en un proyecto político.
Y como si fuera poco, esta jugada está provocando un cisma interno dentro de Movimiento Ciudadano. Militantes, cuadros locales y simpatizantes que apostaron por una opción fresca, moderna y diferente están hoy profundamente desencantados. La credibilidad de la fuerza naranja en Xalapa —y en buena parte del estado— se está desmoronando a pasos acelerados. La percepción crece: MC está infectado y asaltado por impresentables, por personajes de dudosa reputación, como Román Moreno, cuyo origen patrimonial y recursos económicos generan más sospechas que confianza.
Lo que indigna a buena parte de la militancia es que esta operación oscura esté siendo impulsada desde la propia estructura interna del partido. Moreno, ahora funcionario partidista, intenta por la vía burocrática lo que no consiguió en la vía electoral: imponer cuotas personales, construir feudos y colocar piezas familiares para operar la representación edilicia desde atrás del telón.

A ello se suma otro ingrediente: la presión que —según diversas fuentes— envió a la próxima alcaldesa de Xalapa, Daniela Griego Ceballos, a través de intermediarios. Un supuesto mensaje para “dialogar” que sonó más a advertencia que a cortesía institucional, acompañado del mismo discurso de descalificación y narrativa tóxica que caracteriza su estilo político.
En resumen: la estrategia del “taquero perdido” no fue competir, sino colarse. No fue persuadir, sino presionar. No fue construir, sino tratar de asaltar la comuna. Falta ver si MC permitirá que su proyecto en Xalapa sea secuestrado o si pondrá un alto antes de que la fuerza naranja termine convertida en un negocio particular y no en una opción democrática real.
Al tiempo.
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