La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Al pie de la cruz, por fin reveló sus datos: ¡pero si yo no soy mesías!
En el marco del debate, por el tema de la ‘casa gris’, los senadores de la 4T, nos regalaron una ‘perla’ digna de ser ubicada en la mayor galería del culto a la personalidad. Veamos.
El culto a la personalidad, aunque de antigua data, es un concepto acuñado por Nikita Jrushchov en 1956. En este sentido, lean la definición del diccionario soviético de filosofía: “Ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, ponderación excesiva de sus méritos reales, conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche”.
Sin entrar en los aspectos psicológicos del fetichismo (sería demasiado revelador), regresemos al punto de origen y revisemos una frase de lo expuesto por los legisladores, en un comunicado en el que hacen público su ‘respaldo incondicional” a YSQ: “El presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la nación, a la patria y al pueblo”.
Al conocer tal afirmación, temerosos preguntamos ¿y si el encarnado llega a faltar? ¿lo que resta de México se va al diablo (porque ya tiene en su poder las instituciones)? ¿cómo haremos para refundar la nación, la patria y el pueblo, sí como AMLO no hay dos?
Pero aquí no para la cosa, tenemos que agregar que la hiperbólica patraña no se limita a la citada lambisconería, también utilizan una figura religiosa al equipararlo al ‘Verbo Encarnado’ que, en términos cristianos, hace referencia a Jesús de Nazaret.
Así pues, sin el menor atisbo de raciocinio, los parlamentarios nos dicen que don Andrés ya no es un mesías, sino la Santísima Trinidad (republicana) en versión, suponemos, tropical.
Eso sí, no se quitan el gorro frigio, porque son liberales hasta sus últimas consecuencias. Ni hablar, salieron harto bananeros, lástima que ya no los pueda reseñar don Eduardo Galeano.