La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Se trata de que las presuntas vacas ‘ordeñen’ el presupuesto
Con frecuencia, desde que tenemos memoria, escuchamos acusaciones, de la oposición en turno, de que se está fraguando una elección de Estado, lo que significa que el gobierno, destinará cualquier cantidad de recursos para que ganen los candidatos oficiales.
Sin embargo, en el México nuestro de todos los días, se ha pergeñado, al calor de la soberbia, una máxima que sugiere que, debido a la popularidad de tal o cual partido, pueden ganar una elección, postulando hasta a una vaca.
Aunque se trata de una bravata típica de los aprendices de brujo, en realidad, la hipérbole no está muy lejana de la realidad, porque entre las y los aspirantes, además de reses, podemos encontrar marranos y burros, basta conocer su pasado y escuchar sus propuestas.
Así las cosas, buena parte de las posiciones en juego, podrían tratarse de una elección de establo, sobre todo, cuando las sandeces pretenden cobrar visos de propuestas.
En el caso de Xalapa, hemos escuchado que habrá atención médica para todos, unidades deportivas a pasto, Metro, Tren Ligero, Teleférico, disminución del costo en los servicios municipales, Seguridad Pública equiparable a la de Suiza, comedores comunitarios y un cúmulo de cosas que, sin duda alguna, no van a ocurrir.
Ese es el drama de los cachazudos, de los que consideran que el elector es un cuadrúpedo, similar a ellos, que por el método de reflejos condicionados les dará su voto, es decir, te prometo lo que se me ocurra (terrón de azúcar) y haces una pirueta (sufragio a cambio).
En este contexto, hablando de ocurrencias, dijera el clásico: a chillidos de marrano (campañas), oídos de matancero (voto razonado).