Por Aurelio Contreras Moreno
O la soberbia es infinita como para creer que pueden hacer lo que quieran, o la necesidad de echar mano de todos los recursos a su alcance para mantener a flote el proyecto político familiar es tanta, que los Yunes azules decidieron jugar con fuego.
Este miércoles, el candidato de la alianza PAN-PRD-Movimiento Ciudadano a la gubernatura de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Márquez, se presentó chabacanamente a la inauguración del Hospital Infantil de Veracruz, obra ejecutada por el Gobierno del Estado y puesta en operación por su padre, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Por supuesto que la presencia del candidato panista en un acto gubernamental causó escozor y provocó airadas críticas por el evidente uso y abuso de las instituciones y de los recursos públicos del estado para su promoción personal.
Con la arrogancia que lo caracteriza, Yunes Márquez respondió que no cometía ninguna infracción a la ley, pues asistió al acto en calidad de “hijo” del gobernador, y no de candidato. Además de que no había llamado al voto ni hablado de cuestiones electorales.
Pero resulta que la trastada yunista sí tiene implicaciones legales. Y no sólo para Yunes Márquez, sino también para su padre, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Por principio de cuentas, el mandatario habría violado el principio de imparcialidad contenido en el artículo 134 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en su párrafo séptimo establece que los servidores públicos “tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos”. En los mismos términos está plasmado este principio en el artículo 79 de la Constitución de Veracruz.
Si Yunes Linares hubiera invitado a los demás candidatos a la gubernatura a la referida inauguración de esa obra pública, habría mantenido el principio de imparcialidad mencionado. Pero no fue así. Y la excusa de Yunes Márquez de haber asistido en calidad de “hijo” es improcedente, pues no puede despojarse de su condición de candidato a la gubernatura, ya designado como tal por tres partidos políticos, a su gusto. De hecho, incurre en lo que en la teoría del Derecho se denomina como “fraude a la ley”, que contempla los abusos cometidos a través de la simulación de actos supuestamente legales.
En cuanto a los posibles delitos electorales cometidos por Miguel Ángel Yunes Márquez, en el artículo 317 del Código Electoral para el Estado se establece que constituye una infracción de los aspirantes a un cargo de elección popular “solicitar o recibir recursos, en dinero o en especie, de personas no autorizadas” en la normatividad.
Una de esas personas no autorizadas a brindar recursos a los candidatos es el gobernador del estado, que al invitar a Yunes Márquez a la inauguración de una obra de su administración buscó beneficiarlo a través de la relación de afinidad político-partidista y de consanguinidad que existe entre ambos.
Y para que no quede duda de que ésa era la intención, mientras en sus redes sociales Yunes Linares promovió como publicidad pagada un post sobre la inauguración de la obra con la frase “¡Mira qué cambio!”, Yunes Márquez hizo lo propio en su Facebook, donde al felicitar a su padre el gobernador, refirió que se trataba del “fruto del cambio en Veracruz”, y hasta colocó al final el hashtag #miraquecambio. Las violaciones a la ley son clarísimas. Sólo hay que querer verlas.
La elección de Estado en Veracruz está en marcha. Como antes. Como siempre.
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