AUNQUE PESE
Por: Salvador Martínez García
Hoy día se decidirá en las urnas el futuro de la democracia estadounidense, en una disputa comicial sin precedente con real pugna entre los partidos demócrata en el gobierno, y el republicano, impulsado por el expresidente Donald Trump.
Las posiciones políticas de uno y otro partido estarán sometidas al manejo mediático y de mercadotecnia, pero aún más por el capital que los superricos destinan a las elecciones legislativas federales.
Se estima que el costo electoral en este año será superior a los siete mil 500 millones de dólares, de los cuales el 40 por ciento será aportado por los multimillonarios del vecino del norte, de acuerdo con sus intereses empresariales y financieros.
Informaciones sostienen que capitalistas con fortunas mayores a los mil millones de dólares aportarán el 15 por ciento de las campañas, mientras que el 38 por
ciento será aportado por el uno por ciento más rico del país, de acuerdo con Open Secret, Organización Independiente Especializada en el tema Electoral.
Si se combinan las contiendas locales y estatales los gastos pudieran ser superiores a los 16 mil 700 millones de dólares.
Se estima que, de los 25 ricos de generosidad electoral, 18 son republicanos, lo que se refleja en las encuestas que dan al partido de Trump un triunfo en la
Cámara de Representantes y quizá en el Senado.
Todo esto demuestra que la principal influencia en los procesos electorales no está en la inflación, en la recuperación económica tras pandemia, ni en la presunta polarización entre demócratas y republicanos, sino en los intereses particulares de los superricos, en una nación en la que el dinero lo rige todo.
SUSURROS
El debate en torno al INE ha perdido su verdadera esencia pues no se trata de que se toque o no se toque a la actual estructura del Instituto Nacional Electoral, sino de cómo mejorar nuestro sistema democrático electoral.
Desde hace años se ha advertido el excesivo costo que tienen los comicios en México, de la innecesaria existencia de Diputados plurinominales o del exceso de
Senadores en la Cámara Alta, así como de la viciada elección de los 11 jefes del INE por cuotas partidistas.
Por eso no extraña que las encuestan revelen que los ciudadanos quieren modificar la estructura del INE para hacerla menos onerosa y más eficaz para garantizar la voluntad del pueblo expresada en las urnas. Ese es el punto.
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