Por: Armando Ríos Ruiz
“Serán las elecciones más limpias y libres del país. Aunque los conservadores apostaron por la violencia y deseen ver al país en llamas, la jornada del próximo domingo serán las elecciones más limpias y libres de la historia de México, aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador”.
Así está escrita una de las mentiras que se pierde en las miles y miles proferidas por el Presidente. La violencia creció, efectivamente, con la primera declaratoria de guerra al Crimen, emprendida por Felipe Calderón, por haber equivocado la táctica. Pero es innegable que en este sexenio alcanzó niveles espeluznantes, con una estrategia peor. Inconcebible. Nefasta.
Y la violencia se intensificó a raíz de su anuncio de abrazos para los delincuentes. Los comicios para diferentes cargos de elección popular a lo largo de este sexenio, han recibido un baño de sangre a manos del denominado crimen organizado y en lugar de abrir las investigaciones pertinentes, el mismo Primer Mandatario ha felicitado a los ejecutores por su buen comportamiento.
Para nada ayuda el lamento posterior de dientes hacia afuera del mismo actor, cuando dice que siente la muerte de quienes persiguieron algún sueño político, si como burla, felicita a los asesinos en abierta y clara contradicción. Son acciones que desnudan su verdadera intención y que hacen pensar en que el dueño de México quiere la aniquilación por balas asesinas, de sus adversarios.
En México existen más de cinco mil fosas clandestinas regadas a lo largo y a lo ancho. Una madre buscadora no recibida por el Presidente, le dijo que conocerá bien el país, porque presume de eso. Pero no conoce lo que hay debajo.
Anteayer asesinaron en Coyuca de Benítez, Guerrero, a Alfredo Cabrera Barrientos a quemarropa, candidato a alcalde por la coalición PRI, PAN, PRD, cuando estaba a punto de subir al templete, a participar en su cierre de campaña. Una mano que empuñaba una pistola escuadra lo alcanzó a escaso un metro por detrás y le asestó dos balazos en la cabeza, ante el estupor de los concurrentes.
Apenas el pasado 17 de este mismo mes, había sido asesinado Aníbal Zúñiga Cortez, junto con su esposa, Rubí Bravo, candidato a una regiduría del mismo ayuntamiento y por la misma coalición. ¿Saben qué dijo la desgobernadora Evelyn Salgado en ambos casos? ¡Exacto! ¡Lo siento mucho! Y con esta expresión queda saldada su cuenta con los familiares.
Esto motivó que el aspirante a ocupar el ayuntamiento solicitara la protección de la Guardia Nacional, que resguardó el lugar de la celebración, pero que no pudo evitar el crimen y respondió asesinando al matón.
¿Acaso es tan difícil investigar, cuando ambos aspirantes estaban amparados por partidos de la oposición? ¿Hacia dónde debería dirigir inmediatamente sus pasos un policía investigador? Pues seguramente hacia los candidatos de Morena hasta desechar todas las pistas que forzosamente deben apuntar en ese sentido. Pero la que desgobierna dice que pondrá los casos de asesinatos en manos de su fiscalía que, seguramente no dará pie con bola.
El sicario que cometió el crimen es un individuo experimentado, acostumbrado a matar a sangre fría, con la resolución del hombre entrenado para esos menesteres. Debe haber aceptado una cantidad fuerte de dinero para asegurar a la familia. Las deducciones apuntan a que sabía que iba a matar y que no saldría con vida del lugar atestado de asistentes.
Acciones como estas, que se han presentado en diversas partes del territorio nacional, obedecen a esa política obcecada del Presidente. Desde hace tiempo, muchos observadores vaticinaron estos asesinatos. No porque sean adivinos. Sino porque en el pasado vivimos las mismas experiencias y la respuesta del Presidente, fue para felicitar a los asesinos. Como apuntamos.
Y aún así se atreve a vaticinar elecciones limpias y a culpar a los conservadores de querer un baño de sangre, cuando es él mismo quien lo propicia todos los días. Las elecciones son el corolario de su mandato fallido y torpe.
ariosruiz@gmail.com
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político