Javier Peñalosa Castro
La semana que termina se recrudecieron los intentos de los dueños del poder y del dinero por atajar a quien encabeza las preferencias de los electores rumbo a la elección presidencial del cada vez más cercano primero de julio. Las triquiñuelas a las que han recurrido van desde las campañas que buscan sembrar miedo entre la población hasta los desplegados y los llamados directos a buscar cualquier opción antes que entregar el poder a quien ven como una enorme amenaza para las componendas y trapacerías que llevan a cabo para hinchar sus bolsillos más allá de cualquier medida racional.
Y es que a los exquisitos dueños del dinero —y de las llaves que conducen a las más jugosas concesiones y los negocios públicos— están dispuestos a “morirse en la raya” antes que permitir que llegue quien pueda poner fin a sus desenfrenos. Por eso han recurrido a prácticas que buscan la compra de conciencias entre empleados de sus negocios con pláticas, con mensajes de propaganda difundidos a través de las redes sociales y ruegos que rayan en el chantaje para que la gente evite la “tragedia” de dejar llegar a quien tiene intenciones aviesas tales como quitar la educación a los niños, despojar de su humilde patrimonio a los clasemedieros o conspirar contra el progreso y la generación de empleos al exigir que se revisen la legalidad y la equidad en el otorgamiento de contratos petroleros (esos que no podían sino entregarse a extranjeros porque eran en la mitad del océano y a profundidades inimaginables, y que más bien se han entregado para explotar yacimientos en aguas someras) y los de la construcción del faraónico aeropuerto —diseñado por el yerno de Carlos Slim a imagen y semejanza de uno que existe en Singapur—, que quienes lucran con este negocio sostienen, ha sido transparente a más no poder.
Andrés Manuel López Obrador acusó que una minoría de empresarios tiene secuestrado al gobierno y no quiere dejar de robar ni perder el privilegio de mandar. Ofreció que no habrá cacería de brujas, pero sí se hará justicia y se pondrá fin al interminable saqueo que estos grupos de poder han practicado, pues “ya han robado mucho y con ello han destruido al país”, por lo que les pidió: “háganse a un ladito ya. Están desgraciando al pueblo”
El tabasqueño respondió así al desplegado publicado por el Consejo Mexicano de Negocios (otrora de hombres de negocios y hoy de filiación más plural en cuanto al género, aunque no en lo que respecta a sus agremiados), que dirige el capo de las cadenas cinematográficas Alejandro Ramírez, y en el que participa el tristemente célebre esbirro de Arlos Salinas, Claudio X González, a más de otros magnates, y acusa a AMLO de injuriar y calumniar a quienes no piensan como él (hasta nuestros oídos llega el sonido característico de las ricas vestiduras empresariales rasgadas), cuando los intolerantes y bajunos en su actuar son precisamente ellos.
López Obrador recordó que algunos de los empresarios que avalaron la publicación del desplegado de marras participaron en actividades fraudulentas, como las ocurridas en 2006, cuando entronizaron a la mala al mínimo Felipe Calderón, quien llegó a la silla presidencial por la puerta trasera y jamás logró legitimarse, por más que lo intentó con la desafortunada idea de declarar una “guerra” inexistente que ha dejado ya más de 200 mil muertos.
El tabasqueño los responsabilizó la tragedia nacional que vivimos y de no querer dejar de robar, porque no sólo hacen negocios al amparo del poder público, sino que se sienten los dueños de México. “Tienen confiscadas las instituciones; tienen secuestrado al gobierno”, que no representa a todos los mexicanos y está al servicio de esta minoría rapaz. “Son tan ingratos —expuso— que cuando les convenía apoyaron a Enrique Peña y ahora son los que más lo han ninguneado. Lo convirtieron —porque así son de siniestros— en el payaso de las cachetadas”.
Por supuesto, los bien ganados señalamientos del Peje a la gente del dinero provocaron la reacción inmediata de comentócratas, opinadores, textoservidores y demás corifeos que los auxilian en las labores de guerra sucia que enderezan, un día sí y otro también en contra de López Obrador.
El pasado jueves, el puntero tuvo otra encerrona con algunos representantes de esta élite de “periodistas”, que al igual que en su oportunidad hicieran Carlos Marín y sus golpeadores, “echaron montón” a un López Obrador que se percibe cada día más seguro y sereno, y a quien difícilmente logran provocar.
Por cierto, resulta digno de mención el artículo publicado el lunes 30 de abril por Jesús Silva Herzog Márquez, quien tuvo una participación decorosa en aquel encuentro en Milenio y no se distingue por su proselitismo en favor del Peje. En dicho texto, hace un llamado a los demócratas a que sean capaces de aceptar la derrota. Cuestiona “¿a qué está n dispuesto el grupo gobernante para impedir la victoria de López Obrador?”, y apunta que el panorama es bastante claro para quien quiera abrir los ojos.
“El candidato que comenzó como puntero no ha descendido, sus adversarios han sido incapaces de construir una plataforma alternativa. Sus gestos muestran más desesperación que estrategia. Quien lleva ventaja parece dueño de las circunstancias. No puede negarse que hay emoción pública tras él, entusiasmo, esperanza” y resalta: “No veo el camino de la derrota de López Obrador”.
El politólogo acusa a Mexicanos Primero de haber violado la Constitución y la ley electoral “produciendo un anuncio que utiliza niños como títeres, para influir en los votantes”. Y advierte; “usar niños para el entretenimiento de los mayores es un atentado a su dignidad. Usarlos como munición en la guerra política es inadmisible”.
En suma, Silva Herzog Márquez llama a quienes apelan a todo tipo de recursos —principalmente ilegales— para tratar de zancadillear al seguro vencedor a que sepan perder y —por más que les duela— respeten el resultado de las elecciones y trabajen para llevar a la presidencia a quien mejor les árezca… dentro de seis años.