FRANCISCO RODRÍGUEZ
Cuando estuvieron aquí, en México, cada uno en diferentes momentos, tres grandes filósofos del pensamiento italiano antifascista nos previnieron sobre lo que vislumbraban desde hace cuatro décadas. Giovanni Sartori, Norberto Bobbio y Michelangelo Bovero, en sus conferencias magistrales en universidades públicas relataron sus experiencias bajo el sistema político de un solo personaje.
Sartori, el profesor de Florencia, advirtió sobre el peligro de confiar todas las instituciones y el poder a un descerebrado abusivo.
Bobbio dijo que aunque el fascista se dolía de la corrupción, agredía como si fuera honesto, y ya en el poder, robaba las pertenencias, la libertad y los derechos. Era un adorador de la maldad.
Bovero dijo que no era una gran virtud de la estabilidad política votar por un incompetente, mientras no se tuvieran los procedimientos constitucionales para arrojarlo del poder. Recomendó que estuviéramos siempre atentos a lo que sucedía en este país.
Nos descuidamos y los tres acertaron, desgraciadamente.
En la actualidad pareciera que todo tiempo pasado fue mejor
Los italianos habían producido el fascismo, con las graves consecuencias que siguieron. Antes del final del milenio, abortaron un tipo de gobierno plutocrático demagógico, basado en la idiotización de las grandes masas e electores que logró la televisión. Llegó la Kakistocracia, el gobierno de los peores, una auténtica pesadilla, dijeron. Y profetizaron que hacia allá se encaminaban las llamadas democracias, como la mexicana.
En efecto, la partidocracia produjo en el poder excesos tricolores, blanquiazules y amarillos. Todos pagaron por su cuenta: los primeros, empoderando a los yuppies insaciables de Atracomulco; los segundos, a los doctrinarios y a los bárbaros del norte; los terceros, a las tribus ambiciosas de bejaranos, padiernas y barbosas. Todos ellos, empero, parecen a la distancia niños de teta frente al regimencillo morenista.
Hoy, un régimen que jamás estuvo preparado para gobernar
La brutal crisis económica por la que atravesamos desde hace dos años, más la propulsión de la pandemia descontrolada, ha provocado un cataclismo social que evidencia a un régimen que jamás estuvo preparado para gobernar, menos en defensa de los pobres. Se acicalaron para regalar dinero ajeno, no para ejecutar políticas sociales. Todas han sido fallidas. Todas les han producido moches y mermas insospechadas.
Cuando un sistema no puede ni sabe resolver las cuestiones esenciales, no tiene razón de ser. Es cuando llega el momento de fajarse los machos y enfrentar con decisión la ilusión autoritaria de la demagogia, el populismo y las supuestas ideologías y actitudes redencionistas que sólo tapan los excesos de los indolentes.
Porque un país no se reduce a la atención caritativa de los batallones de la miseria y de los acarreados, hoy inexistentes por decepción, a los festines del culto a la personalidad chiquita. Esa sólo es la característica de un régimen de contentillo que persigue eternizarse en el poder con los votos de quienes reciben las limosnas.
Más miedo al coronahambre incitado por la 4T que al coronavirus
El destrozado sistema de salud, derruido por las ilusiones de trascendencia histórica y por echar al caño lo pasado, más la incompetencia para atender las necesidades de la población en todos los rubros, demuestra la falta de oficio de quienes nos atrajeron a un lugar sin límites, cuya única divisa es el reeleccionismo enfermizo.
En todas las regiones del país se vislumbra la necesidad del cambio de moditos. Se tiene más miedo al coronahambre que al coronavirus. En el país gobernado por la insensatez y la inoperancia de un solo personajillo, todo es miel sobre hojuelas para los supuestos triunfadores, que sólo comprueban ante el respetable haber llegado a su nivel de incompetencia.
Guerrillas mañaneras a micrófono abierto, invasiones de mentiras
Con la promesa de llegar al país justo, hemos regresado ahí dónde nadie apostaba volver. Presumiendo retornar de todos lados, hemos confirmado que nunca fueron a ningún sitio. Que si estábamos mal con la partidocracia, hoy estamos peor, bajo el despotismo y la tiranía.
Hasta analizado con teorías del más abominable capitalismo, la Cuarta Corrupción sale debiendo. No es para más: es el sistema de un solo hombrecillo, más perdido que un pirado, que ya no da para más, que no reflexiona, ni recapacita, ni entiende. Él vive enajenado por sus propios fantasmas de grandeza.
Suicidios políticos en declaraciones a cada rato, irrefrenables guerrillas mañaneras a micrófono abierto, invasiones de mentiras, falta de congruencia en el gobiernito y en la conducta, reflejan un espíritu atormentado, manipulado por los instigadores cercanos y los consejeros infiltrados en Palacio Nacional.
Monta en cólera inaudita y asume las actitudes del dictadorcillo
Un hombrecillo sin ideas, sin formación, sin conocimiento del Estado, sin plan de gobierno, sin estrategias de ruta, que no sabe adónde va, que sólo es empujado por el canto de las sirenas de su inmortalidad de petate. Alguien que ya se ha dado cuenta del repudio general durante sus desastradas visitas a los estados, incluso en aquellos donde sus paniaguados dizque gobiernan.
Y que cuando lo siente, monta en cólera inaudita y asume las actitudes del dictadorcillo de huarache, los gestos de perdonavidas que siempre sustituyen con poco éxito a la razón perdida. Desaparece todo lo que toca, derruye las estructuras públicas, construidas con el esfuerzo de muchas generaciones de mexicanos.
Y empollan el huevo de una serpiente que ya se mordió la cola
Y no sólo eso, por el ADN de la clase política gobernante corren los fluidos de la corrupción y de la ignorancia, de la supina mediocridad, amiga del dinero fácil, de la complicidad con el narcotráfico organizado e inmune, del soborno a los entorchados de la milicia que se han ganado, junto a él, la repulsa de la oficialidad y de la tropa.
En ese síndrome caudillesco, se enconan los Epigmenios, los Ackerman, Concheiros, Macedonios, Taibos, Noroñas, Ramírez Cuellar y una fauna de protegidos, ambiciosos insaciables, enemigos jurados del progreso. Ellos hicieron la llaga purulenta, ellos succionan sus líquidos. Desfondan el país, al mismo tiempo que enardecen y enloquecen al tirano.
Habilones y adelantados ya forman los coros de aduladores que rodean a los precandidatos elegidos para abanderar la Quinta Corrupción. Se arremolinan en torno de las señoras Sheinbaum y Alcalde, del infame López-Gatell, y de los juniors que han repartido impunidad a los delincuentes de lesa patria.
Están en sus abultadas nóminas y en sus negocios fraudulentos. Son los ideólogos de los nuevos estamentos. Los que siguen empollando el huevo de una serpiente que por lo pronto, ya se mordió la cola. Tienen la ambición que hace fracasar a los malditos. Son los responsables de los tormentos infumables del “caudillo”.
¡Aguas! Viene un tsunami electoral- No dejará títere con cabeza
México, un país destrozado por las sandeces del venido de Tepetitán está en su puño.
Y creen que la victoria electoral es su único destino. Desafortunadamente para ellos, al ganso incansable se le volteó el chirrión por el palito, hoy es un pato criollo.
Porque al que nace pa’ tamal, del cielo le caen las hojas.
Viene un tsunami electoral que no dejará títere con cabeza.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Burlando las normas y leyes electorales, el Presidente de la República ha dedicado varias de las recientes “mañaneras” a denostar a la coalición partidista (PRI-PAN-PRD) Va por México en más que obvia defensa y protección al partido que él fundó y que no ha conseguido consolidar. Es el partido de un solo hombre. Y nada más. Por eso su obsesión de aparecer a como dé lugar en las boletas electorales. Por eso las declaraciones y spots ñoños donde advierten que los aliancistas quieren robarle el dinero a los pobres… cuando la realidad es otra: quien les ha robado salud, educación y futuro es la Cuarta Decepción.
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