RODOLFO VILLARREAL RÍOS
En esta ocasión, decidimos irnos a dar un recorrido por aquellos días de 1913 cuando un católico devoto bendecido por la curia, Victoriano Huerta, decidió romper la transición pactada e implantar un régimen de terror. De esa manera coronaba el mes de febrero que, desde la perspectiva de los acólitos, en todas sus acepciones, había sido un mes glorioso. Los crímenes cometidos estaban perdonados, llevaban la aprobación celestial oculta entre alcohol y sahumerios.
Pero nunca falta un rejego quien se apareció y acabó por descomponer lo que tan bien les había salido a las almas piadosas. Ese inconforme, como todos lo sabemos, no fue otro sino el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza Garza, quien se declaró en rebeldía en contra del ascenso al poder de Huerta y sus secuaces.
Don Venustiano, sin embargo, estaba consciente de que no todo era mostrar inconformidad y tomar el fusil. Tras de adoptar la postura inicial, se requería correr ciertos riesgos en función de estar en condiciones de emprender acciones más concretas. En ello, iba implícito adoptar ciertas actitudes no exentas de riesgos que podrían servir para que sus detractores de entonces, y de siempre, lo calificaran de que en ese momento se portó de manera dubitativa y algunos hasta de entreguista. Ante esto, decidimos dar un recorrido por lo que la prensa capitalina de 1913 reportaba, en el mes de marzo, con respecto a Carranza.
El día primero de marzo, en un par de periódicos capitalinos, El Diario y El Independiente se publicaba que el gobernador Carranza envió a su primo hermano, Eliseo Arredondo Garza y a Rafael Ramos Arizpe para que se entrevistaran con Huerta y Alberto García Granados. Acorde con las notas, el coahuilense se mostraba arrepentido de haberse declarado en rebeldía. Según El Diario, “…el señor Carranza reconoce al gobierno y que no es el culpable de que se hayan levantado en armas algunos rebeldes”.
En El Independiente, además de lo mencionado, se comentaba que los enviados ofrecieron a nombre de su representado “que las fuerzas del estado que constan de dos mil hombres pasarán al servicio de la Federación”. Conforme con lo expresado por el secretario de relaciones exteriores de Huerta, Francisco León De La Barra y Quijano, la reunión se dio en términos de cordialidad “y en ella se acordó tomar en consideración las explicaciones que da el señor Carranza por conducto de sus representantes”.
Pero no todos quedaban tan complacidos. En ambos diarios se externaba la preocupación que imperaba en García Granados quien actuaba como secretario de gobernación de Huerta. En El Diario, se aseguraba que, según ese funcionario, en dicha dependencia “…no se tienen noticias acerca de la actitud del Sr. Carranza…”.
Asimismo, “manifestó que la conducta del señor Gobernador de Coahuila es sospechosa”. En El Independiente quedaba asentado que “por conductos extraoficiales hemos sabido que el señor Carranza parece que se propone ganar tiempo a fin de hacerse de mayores elementos para asumir una actitud francamente rebelde ante las autoridades [¿?] constituidas… Los telegramas privados que se han recibido de aquella región están todos concebidos en términos alarmantes”. García Granados y el redactor del periódico mencionado al último estaban en lo correcto, don Venustiano no actuaba al aventón, sabía en donde estaba parado y no era cosa de correr prisas lo cual no implicaba que permaneciera en un estado de quietud.
Mientras los enviados andaban en la capital realizando promesas, en la fecha mencionada en el párrafo anterior, The Mexican Herald daba a conocer que fuerzas al mando de Jesús Carranza Garza tomaron las armas y que un comandante de rurales, Alberto Guajardo, se apoderó de Monclova y de las minas de carbón que había en los alrededores.
Asimismo, se resaltaba que el servicio de ferrocarriles en Coahuila estaba suspendido. Ante ello, los generales huertistas decidieron utilizar los tres mil elementos de las fuerzas a su mando para ir a exterminar la rebeldía de Carranza. Para el día dos, en el mismo diario, se publicaba que ya no existían dudas de que Carranza estaba en rebeldía. Aseguraba que fuerzas del ejército huertista, ellos lo calificaban de federal, habían derrotado en Cuatro Ciénegas a Guajardo.
El lunes 3 de marzo, en el diario católico dirigido por José Elguero Videgaray, El País, se daba a conocer que la Asociación de Periodista Metropolitanos, algo así como un conglomerado de moléculas, enviaron un telegrama al gobernador Carranza en el cual le decían: “En nombre de la patria dolorida y extenuada por una larga etapa de luchas intestinas y amenazada por el pavoroso fantasma de la intervención extranjera, que quizá acabaría con nuestra gloriosa nacionalidad, la Asociación de Periodistas Metropolitanos que ha tenido en usted siempre un buen amigo y sin más móvil que el bien de la república, invoca sus sentimientos de mejicano [en la jota se descubre la filiación de estos ‘lords’] y patriota y le ruega deponer su actitud hostil, dedicando sus virtudes de ciudadano, su valor personal, y sus energía a la magna obra de la paz, base única de la reconstrucción nacional”.
Entre otros, firmaban Gonzalo Herrerías, Carlos R. Menéndez, Carlos Salinas, José G. Morales, Gerald Brandon, Oliverio Tena y quince personas más. A la par, se informaba que un muzquense, Manuel Garza Aldape, al retornar al país para hacerse cargo de los asuntos agrícolas de Huerta, declaraba que una vez “derrocado el régimen maderista, la revolución no tiene ya objeto”.
Asimismo, dijo conocer perfectamente al rebelde y “no cree que el señor Carranza cuente con elementos populares pues los coahuilenses no simpatizan con movimientos armados. El señor Carranza solo cuenta con elementos interesados en su suerte, pero este conflicto sin duda que se solucionará sin derramamiento de sangre”. Al parecer, Garza Aldape no estaba solo en eso de creer que aquello era solamente un berrinche de don Venustiano.
El Independiente, el 5 de marzo, arguyendo contar con fuentes fidedignas, publicaba a siete columnas que en respuesta a las proposiciones que se le hicieran para rendirse, Carranza solicitaba la renuncia de Huerta; el exilio a Europa de Félix Díaz; y, que se nombrara presidente interino a Pedro Lascuráin Paredes. En igual forma, se apuntaba que, pese a la afirmación de Carranza de contar con un número significativo de combatientes, el diario sabía que eran bien pocos.
A la par, se comentaba que el gobierno de Huerta ordenó al general Fernando Trucy Aubert con los cuatro mil soldados de las tres armas a su mando y el auxilio de dos mil quinientos más que le aportarían (la tercia de traidores compuesta por) Pascual Orozco Vázquez, Cheché Campos y Benjamín Argumedo Hernández emprendiera la campaña militar en Coahuila para someter a los rebeldes encabezados por Carranza. Para evitar que se le calificara de parcial, el diario informaba que, el 27 de febrero, la publicación El Progreso, editado en Nuevo Laredo, daba cuenta de que los rebeldes carrancistas se apoderaron de Jiménez y Las Vacas (Ciudad Acuña) en Coahuila y ese mismo día Jesús Carranza tomó Piedras Negras. Asimismo, resaltaba que sus partidarios llamaban a Carranza, “el vengador de la legalidad”.
Por su parte, el abuelo de su nieto, Ireneo Paz Flores, en La Patria indicaba que “por noticias de fuentes fidedignas hemos logrado saber que el Porrista ex gobernador Venustiano Carranza se encuentra en la Sierra del Burro acompañado de algunos salteadores de caminos, a quienes ha prometido hacer sus ministros en caso de obtener el triunfo… asimismo hemos logrado saber que el exgobernador, pronto será capturado pues las fuerzas federales lo tienen materialmente cercado”.
Aun cuando lo quisiera esconder a Ireneo, siempre, terminaba por aparecerle el rabo de reaccionario.
Al día siguiente, el 6 de marzo, La Patria anunciaba que Garza Aldape salía con rumbo al norte para buscar convencer a Carranza de que depusiera las armas, indicando Paz que “…como saben nuestros lectores, se encuentra al frente de varios hombres armados a quienes ha engañado infamemente, a fin de desconocer al gobierno [¿?] del general Huerta, y seguir en su antipatriótica obra de hacer derramar más sangre mexicana”.
El viernes 7 de marzo, en El Diario se anunciaba que “Don V. Carranza ofrece rendirse”. Acorde con la nota, a Garza Aldape ya se le habían dado instrucciones adicionales para acordar la paz con los rebeldes. En forma similar, se daba a conocer que al apoderarse los carrancistas de Ciudad Porfirio Díaz (Piedras Negras), el administrador de la aduana pudo salvar los fondos y escapar hacia Eagle Pass, Texas. Ante ello, los rebeldes tomaron las mercancías almacenadas y las vendieron a mitad de precio. Y como se trataba de desacreditar a Carranza, en otra nota se indicaba que este en compañía del gobernador de Sonora, José María Maytorena Tapia, fraguaban “una conspiración que debió estallar, aunque continuara en el poder el partido maderista, y que tenía por objeto la desmembración de nuestro territorio para construir una nueva republica en la región fronteriza”.
Por su parte, el 8 de marzo, El Independiente, que cada vez lucía serlo menos, por un lado, daba a conocer que la Legislatura de Sonora desconocía a Huerta y por el otro afirmaba que Carranza estaba copado y a punto de ser derrotado. En esa misma fecha, el diario católico El País, alegremente anunciaba que los carrancistas estaban siendo batidos, al tiempo que daba a conocer que “en Saltillo la situación es punto menos que anárquica, habiéndose entregado la gente que allí dejó el gobernador Carranza, a las mayores depredaciones.
Asimismo, ante una serie de críticas que el diario neoyorkino The World dirigía hacia Huerta, Félix Díaz y el embajador Lane Wilson, Elguero Videgaray, imbuido de un catolicismo pleno, realizaba una defensa a ultranza de esa tercia de felones. Para empezar, apuntaba: “Coincidencia extraña: desde la llegada a tierra americana, tanto en San Antonio, Tejas [nuevamente la jota delatora], como en Nueva York de los miembros de la funesta familia Madero, que tantos males han traído a la patria, [ solamente le faltó declarar albricias por el asesinato de don Francisco Ygnacio] con sus insanas ambiciones ha podido notarse una serie de calumnias que son risibles, si no es que despreciables, para los que estando en Méjico siguen la relación de los acontecimientos.
Desgraciadamente no sucede lo mismo en los Estados Unidos, en donde por razón de la distancia y del desconocimiento del medio, pueden llegar a causar alguna impresión en los espíritus poco cultos y ligeros”. Claro que Elguero Videgaray habitaba en la estratosfera intelectual y nada de revolverse con la chusma inculta, él era de otro calibre como lo mostraba en el párrafo siguiente. afirmaba que “sin hacer la defensa de los generales Huerta y Díaz, que están muy por encima [en el sitio mismo en el cual él moraba en estado de cuasi santidad] de esas procaces calumnias, como todo Méjico sabe, la noble conducta del embajador [Lane] Wilson ha sido muy estimada, porque además de observar una estricta neutralidad, ha hecho todo lo posible porque no sobrevinieran conflictos peores para la nación durante las últimas aciagas circunstancias…”. Lo único que le faltó fue pedir que canonizaran a trinca de impresentables a los ojos de todos, menos ante los de los católicos.
Para el 9 de marzo, los periódicos El Independiente, El País y El Diario anunciaban gozosos que Carranza había sido vencido. En el primero, se mencionaba que “después de encarnizada lucha, los rebeldes se rindieron o huyeron a discreción”. En la segunda publicación su nota principal destacaba que “Las fuerzas de D. Venustiano Carranza fueron derrotadas y arrojadas en completa dispersión hacia el desierto y perseguidas muy de cerca”. Para el tercer rotativo, aquello había sido una capitulación al afirmar que las fuerzas rebeldes ni siquiera habían presentado combate. Eso sí, en la tercia de impresos predominaban los elogios para las fuerzas militares del huertismo.
A pesar de que, según ellos, los rebeldes estaban exterminados, no pudieron sustraerse a jugar la carta de nacionalismo.
En El Independiente, un diputado chiapaneco partidario de Huerta, Querido Moheno Tavares, fue el encargado de envolverse en el lábaro patrio para denunciar que “el Partido Progresista de [Theodore] Roosevelt conspira contra la integridad nacional”. Acusaba que “la separación de los estados del norte es la base del atropello”. Para reforzar sus dichos, Moheno clamaba que detrás de todo estaba la Standard Oil que tenía como objetivo de apoderarse de todos los recursos petroleros mexicanos para lo cual buscaría dividir el territorio mexicano en “varias pequeñas republicas fáciles de controlar, y para lograrlo, deben estimularse los sentimientos localistas de algunas regiones de la República Mexicana”.
Vaya, vaya, la clásica de “al ladrón, al ladrón…” cuando eran los huertistas quienes estaban echados en brazos de una entidad externa, la Iglesia Católica, que soñaba con reproducir viejos tiempos. Pero, ni Carranza estaba derrotado, ni era un apátrida, ni los huertistas las tenían todas consigo. La semana próxima continuaremos con aquellos días de marzo en los cuales se planteaba la alternativa entre retroceder o ir hacia el futuro. vimarisch53@hotmail.com
Añadido24.09.26 Hace una semana, mientras observábamos el inicio de las campañas presidenciales, el desánimo se apoderó de nosotros. A una, le ganó el subconsciente y se promovió como la opción para que “siga la corrupció…” A la otra, al parecer no le han mencionado que eso de los pactos de sangre son propios de la iniciación en la Mafia y luego muestra que ni siquiera sabe cuándo serán las elecciones. El tercero, cada vez que pronuncia sus discursos, plenos de vacuidades, pareciera que está a punto de soltar el llanto. Eso sí, la tercia competía por ver quien ofrecía más dádivas, nada de proponer como crear riqueza para sacar a la población, vía el trabajo y el esfuerzo, de la postración. Pobre de México, vaya futuro que nos espera ante esa tercia de opciones.
Añadido 24.09.27 ¿Qué será lo que están practicando con miras hacia el futuro, no muy, lejano, con esas exoneraciones videograbadas, las contingencias ambientales semanales (si tuvieran un sentido real habrían de prevalecer permanentemente) y portazos que se quedan sin penalización alguna?