MÉRIDA, YUCATÁN.- El narcomenudeo es un flagelo que ha aumentado durante la actual administración y aunque hasta el momento ya se detuvo a compradores de drogas, los grandes narcomenudistas son protegidos por la Secretaría de Seguridad Pública.
De acuerdo con Sol Yucatán, en los 34 meses de la actual administración, el narcomenudeo es uno de los delitos que recientemente ha tomado más fuerza, luego de la inactividad establecida ante la pandemia de Covid-19.
Aunque se han detenido a personas importantes de los diversos cárteles del país, pero a ninguno de los grandes distribuidores de la droga en la entidad.
A casi tres años de la actual administración, se han interpuesto 731 denuncias penales por narcomenudeo, con la detención del vendedor y/o comprador, problema que se registró en diversos puntos de la ciudad, así como en las ciudades del interior del Estado.
En Mérida el narcomenudeo es más que evidente y en el caso del Centro Histórico, la problemática se focaliza en los mercados municipales de “San Benito” y el “Lucas de Gálvez”.
El fenómeno es más notable en colonias y fraccionamientos del Sur y Oriente de la ciudad, según lo establece la SSP y la principal droga incautada es la marihuana, seguido del crack y la cocaína. Pero como siempre, no mencionan el consumo en el norte de la ciudad, donde se da más por el poder adquisitivo que tienen.
Asimismo, en el caso del interior del Estado, el narcomenudeo es cada vez más notable en poblaciones grandes, tal el caso de Motul, Hunucmá, Kanasín, Progreso, Tekax, Tizimín, Valladolid y Umán, principalmente.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) de la Secretaría de Gobernación (Segob) reveló que tan sólo en 2018 se interpusieron 227 querellas, en las agencias del Ministerio Público, y al año siguiente fueron 388, es decir, hay un aumento del 70.9 por ciento.
A pesar de la millonaria inversión que se destinó para la seguridad en la entidad, en el proyecto no se contempla el narcomenudeo y mucho menos los suicidios, entre otros problemas que tienden a la alza ante la indiferencia de las autoridades.
Mientras que en 2020 fueron 165 las denuncias penales interpuestas, pero la reducción del 57.5 por ciento fue debido a la interrupción temporal de la actividad escolar, laboral y recreativa, así como la movilidad en el espacio público.
En los primeros siete del año en curso, ya son 125 las querellas, por lo que la situación actual es el 75.8 por ciento del total de 2020, y en breve se rebasará la cifra.
En la República Mexicana se interpusieron 48 mil 611 denuncias penales de fuero común, con un aumento del nueve por ciento, con respecto al mismo período de 2020, cuando la suma fue de 44 mil 579.
De acuerdo con la “Incidencia Delictiva del Fuero Común”, en Yucatán, el incremento es del 23.7 porcentual.
A partir de 2018 a la fecha, en poco menos de cuatro años ya se establecieron 905 expedientes, y la cifra mensual más alta se registró en marzo de 2019, con 47 casos, y la más baja fue en abril de 2020, con siete casos, y en lo que va del año en curso, el pico más alto fue en julio, con 33, es decir, un caso diario.
Incluso, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del total de los delitos del fuero común y federal en averiguaciones previas y carpetas de investigación iniciadas en las fiscalías y procuradurías de justicia del país, el 4.7 por ciento estuvo relacionados con drogas, de los cuales, el 92.7 por ciento fueron en su modalidad de narcomenudeo y el 7.3 porcentual fueron delitos federales contra la salud relacionados con narcóticos.
De acuerdo con la asociación Semáforo Delictivo, en julio, Yucatán tuvo tres rojos, en homicidio, feminicidio y en narcomenudeo, en éste último rubro, la media era de 23 casos y la meta era de 17, pero en ese mes fueron 33 las denuncias interpuestas.
La mayor problemática se registra en Mérida, con 20 incidentes registrados, seguido de Kanasín y Progreso, con cuatro casos, respectivamente, y con uno en Motul y Ticul.
Por su parte, el director estatal del Centro de Integración Juvenil, Víctor Roa Muñoz, destacó la importancia de establecer programas integrales que tengan como eje la información para niños y jóvenes solo los efectos de las drogas, así como medidas de prevención y de fortalecimientos de los factores protectores.
“Al contar con personas mejor preparadas habrá un mayor enfrentamiento a la drogadicción, al mismo tiempo que son portadores para concientizar a más niños y jóvenes”, acotó.
Reconoció que son numerosas las colonias y fraccionamientos considerados de alto riesgo y prevalencia.
Las zonas catalogadas como de prevalencia son aquellas donde es posible encontrar en plena vía pública jóvenes drogándose, como en la Bojórquez, Francisco I. Madero, Fidel Velázquez, Mulsay y las ubicadas en la periferia de la ciudad.
Mientras que las de alto riesgo es donde existe el consumo de drogas, pero no tan alarmante y palpable como en las otras zonas.
Entre otras están las colonias y fraccionamientos Chenkú, Chichí Suárez, Del Parque, Yucalpetén y El Porvenir.
En la prevención a las drogas, primeramente se tiene que divulgar el daño que ocasiona la adicción y hacer ver a los jóvenes que el cigarro y el alcohol, drogas lícitas, causan severos daños.
“Son la puerta para el consumo de estupefacientes”, dijo, empezando con la marihuana y la cocaína, drogas de fácil adquisición en Mérida.
Lo peor de todo, muchos jóvenes optan por robar para conseguir recursos para la adquisición de las drogas y el problema se complica aún más, acotó.
Remarcó que “cuando una persona está bajo el influjo de las drogas, tanto permitidas como ilegales, cometen atrocidades tanto en su persona como dentro de su familia”, subrayó.
Ejemplificó el caso de los suicidios, ya que nueve de cada diez casos son cometidos bajo la influencia del alcohol o estimulantes.
Agregó que el consumo de la marihuana tiende a disminuir, ya que ahora resulta más fácil conseguir cocaína.
La diferencia entre las clases sociales y de género desaparece ante el crecimiento acelerado en el consumo de drogas entre los jóvenes yucatecos.
Reconoció la diversidad de mitos existentes en torno al consumo de drogas entre los jóvenes meridanos, pues remarcó que “la droga no respeta edad, nivel social ni sexo”.
Es decir, se tiene casos de jóvenes que viven en el norte de la ciudad a quienes les gusta el thinner y la marihuana pese a tener el dinero para comprar “cosas mejores”, así como los del sur, que optan por la cocaína, la cual, consiguen tras robar.
Aunque, el 50 por ciento de los jóvenes son poliusuarios, es decir, consumen diversos productos, aunque se dan preferencias.
De tal manera, desmintió la versión de que dependiendo la posición económica y social de la persona será el tipo de droga que consume.
Con el consumo de drogas se tiene al menos 111 trastornos de personalidad, por lo que es difícil tener una estadística y datos de lo que ocurre entre los meridanos.
En torno al motivo por el cual los jóvenes caen al consumo de las drogas, aclaró que se trata de un fenómeno multicausal, pero dividido en tres principales grupos: coetáneo, familia y por la necesidad de pertenecer a grupos.
El porcentaje más alto se da en los jóvenes que tienen familias muy desintegradas o con padres alcohólicos, bebedores sociales, y/o violencia familiar.
Al CIJ acuden por cada diez hombres, dos mujeres, dado que es mínima la participación del género femenino, además que la propia sociedad les impide acercarse.
Además, dijo que también se atienden a las personas que aún acuden a sus terapias tanto individuales como familiares, así como a los que nuevamente caen en las drogas.
Remarcó que dada la propaganda que se da a nivel nacional de lo que es el Centro, cada vez son más los jóvenes que acuden para resolver su problema de drogadicción.
Finalmente, remarcó que en la terapia, es necesaria la integración de la familia, ya que no modificar los patrones de interacción, el paciente no puede tener los cambios, y recae a las drogas.
AM.MX/fm
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