Foto: Reuters
AUSCHWITZ, 29 de julio (AlMomentoMX).- Durante su visita al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, el Papa Francisco imploró “perdón por tanta crueldad” a las víctimas del nazismo.
Durante la visita de casi dos horas, el pontífice no pronunció ningún discurso y se reunió con doce supervivientes de este campo de exterminio así como con 25 “Justos de las Naciones”, personas que salvaron a judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Francisco ingresó sólo y caminando atravesó el famoso portón de hierro con la frase en alemán “Arbeit macht frei” (el trabajo hace libre). Luego abordó un pequeño auto eléctrico con el cual se trasladó hasta el Bloque 11.
En el camino se detuvo en la Plaza del Llamado, donde los judíos eran convocados y ahorcados; ahí, Jorge Bergoglio besó uno de los postes de ajusticiamiento antes de ingresar en un patio interno donde lo esperaban algunos sobrevivientes del Holocausto, a quienes saludó afectuosamente y le dedicó unos momentos.
Luego, caminó hasta el muro de la muerte, una pared de fusilamiento, en donde se mantuvo en silencio unos minutos, con su mano derecha en la piedra gris.
Tras regalar una lámpara de aceite al campo de Auschwitz, el líder católico ingresó hasta un subsuelo donde llegó a la celda oscura donde murió Maximiliano de Kolbe, un santo católico que 75 años atrás dio su vida por salvar la de un padre de familia de origen judío.
A su salida, Francisco firmó el libro de visitas con una frase en español: “¡Señor ten piedad de tu pueblo! ¡Señor, perdón por tanta crueldad!”.
En silencio Francisco emprendió la segunda parte de su visita, dirigiéndose en el automóvil eléctrico hasta el contiguo campo de Birkenau, conocido también como Auschwitz II y donde funcionaban las cámaras de gas para el exterminio de masa.
En su recorrido, pasó a un lado de las vías hasta donde llegaban los “trenes de la muerte”, que desde diversas ciudades de Europa llevaban a los judíos y a otros detenidos hasta el campo.
En Auschwitz se calcula que murieron, entre 1940 y 1945, poco más de un millón de personas.
En Birkenau, el Papa pudo leer las diversas lápidas del Monumento a las Víctimas de las Naciones, que recuerdan los países y los idiomas de quienes ahí murieron.
Al final depositó una vela encendida y volvió a meditar en silencio, mientras escuchó a un rabino recitar el Salmo 130, un pasaje bíblico sobre el abandono.
Antes de irse, Francisco saludó y entregó las medallas del pontificado a unos 25 católicos polacos que arriesgaron sus vidas para ayudar a los judíos durante la ocupación nazi, llamados “Justos entre las naciones” por el Instituto Yad Vashem de Israel.
Además, saludó a otro grupo de sobrevivientes acompañados por familiares e invitados especiales, antes de retirarse y emprender su regreso a Cracovia, ciudad donde descansa desde que llegó el miércoles a Polonia para una permanencia de cinco días.
Se trata del tercer pontífice que visita Auschwitz, después del polaco Juan Pablo II en 1979 y del alemán Benedicto XVI en 2006.
AM.MX/dsc
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