Estoy harta de leer las historietas de “mujercitas” que se quieren hacer publicidad por haber sido “utilizadas ” por hombres para subir en sus carreras. Hay que ver quien utiliza a quien. Algunas de las quejumbrosas probablemente no tienen el suficiente talento personal para encumbrarse solas y hacerse respetar por los machos, por lo que escogen el antiquísimo camino de la prostitución.
En mi larga carrera en los medios y como escritora, solo una vez en Televisa ,en el ámbito del programa “Para Gente Grande” _ al que me invitó Ricardo Rocha hoy por cierto acusado por quien sabe quien _ tuve una insinuación del productor de su programa entonces (ni recuerdo su nombre) quien me dijo que quería pagarme más mis colaboraciones que a los demás. Y simplemente le dijo que no, que los 10 mil pesos por colaboración eran suficientes. Eso sí , a la larga _ con la hiperderechista Margarita Michelena _ se vengó de mí y salí de Televisa.
Debo decir que con TODOS los hombres que me impulsaron en mi larga carrera jamás tuve un problema de ese tipo _ y no por fea, lo puedo decir hoy a mis 85 años_ .Fueron caballerosos profesionales y exscelentes amigos. Les estoy agradecida por el apoyo a mis escritos en la prensa como en libros al escritor Edmundo Valadés, a José Pagés LLergo, director de la revista Siempre! que empezó por meterme la mano bajo la falda y le dije una sola vez “oiga vengo a que me publique no a que me manosée” y tuvimos una buena amistad.
Igual sucedió con varios directores de periódicos del DF y de provincia, desde Rómulo O’ Farrill de Novedades, hasta Rogerio Cárdenas de El Financiero, sin olvidar a Gutiérrez Vivó en Monitor, al que hizo puré la nefasta (para México y para muchos) Martha Sahagún . Lo mismo sucedió con dueños y jefes de casas editoriales como Ramírez de Editorial Diana y Juan Grijalbo de la casa que lleva su nombre y posteriormente , Rogelio Carbajal , el director, Me llevé bien en esa editora con Ariel Rosales , hasta que por la misma Martha Sahagún , salí después de 12 libros ahí publicados.
En mi caso, con pocas excepciones, las congéneres han sido las torcidas enemigas.