Claudia Rodríguez
Los mexicanos no tenemos elementos para detenernos a celebrar en su conjunto, a nuestros niños en este día, cuando en realidad Gobierno y sociedad, tenemos grandes deudas con ellos.
Es cierto que el Día del Niño es una conmemoración de corte internacional que repara en la reafirmación de los derechos universales de la niñez, debido a su natural carencia de madurez física y mental, pero sobre todo con la idea de protegerlos; empero en nuestro país, los flagelos nacionales que iniciaron con la inacción y corruptelas del pasado, hoy también los comparten en negativo, todos quienes cursan sus primeros años de vida.
Los niños son indudablemente un reflejo de lo que fuimos alguna vez y también de lo que cursamos en conjunto los de hoy. No obstante, la niñez del presente, de entre tantos asuntos prioritarios a atender, están quedando rezagados en la obligación del Estado de cumplir y garantizar sus derechos inalienables, pero también los progenitores y hasta tutores, como las familias y las comunidades, hemos sumado acciones en su contra que las más de las veces marcarán su vida adulta.
No basta con nacer, tener una identidad, un nombre, y desarrollarse en el seno de una familia si la fortuna así lo marca; viene después acciones de prioritario interés: alimentos –en la extensión de su significado jurídico-, cuidados, seguridad social, protección contra el abandono, la crueldad y la explotación, pero sobre todo, la garantía de derechos y libertades que permitan un entorno feliz para su propio desarrollo humano del que ahora es niño.
Lo teórico en México, no coincide desafortunadamente del todo con la práctica.
Con el 30 por ciento de la población mexicana compuesta por niñas y niños, queda implícito el tamaño de la responsabilidad para con ellos y que la verdad, no es cubierta con certezas.
Ahí tenemos a miles de niños de poblaciones indígenas, incorporándose al trabajo agrícola desde muy temprana edad, cuando el trabajo infantil está prohibido; a menores explotados de muy diversas e indignantes maneras, relegada su presencia en el seno familiar y muchas veces inculcándole que su valor humano es inferior al de un adulto.
Sin ir más lejos, el que el 10 por ciento de las niñas-adolescentes hayan tenido al menos un embarazo, muestra el olvido de esta sociedad hacia ellos.
Los infantes saben también que muchas veces son discriminados hasta en seno familiar y que en muchos temas tangibles les estamos quedando a deber: contaminación, oportunidades, seguridad, educación, trabajo, familia…
Sí, es triste reconocer que los niños que fuimos, teníamos más libertades y nos sentíamos más seguros en este nuestro México, que los niños de hoy.
Acta Divina… La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) propuso en 1954 la Declaración de los Derechos de los Niños siendo aprobada el 20 de Noviembre de 1959
Para advertir… El estrés es un valor que hoy también se mide entre la niñez mexicana.
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