Documental Político
Emilio Trinidad
No fue puñalada trapera, fue puñalada anunciada y de frente, la que le propinó Layda Sansores (tampoco de buena reputación política) a Alejandro Moreno, presidente de un partido que tiene años agonizando, el Revolucionario Institucional, que pretende sobrevivir tomado de la mano de Acción Nacional y de lo que subsiste del de la Revolución Democrática.
“Alito”, como le dicen sus íntimos, tiene sus días contados en la vida política de este país -aunque digan que en política no hay muertos- porque lo expuesto por la protagónica gobernadora de Campeche, era de todos conocido, pues este grotesco, retador y pendenciero diputado, es la representación más vil y ruín de la corrupción que modernizaron los priistas. “Alito”, salió con Mención Honorífica en esa escuela de ladrones.
No hay forma de hacer que el tricolor, sus dirigentes y autoridades que aún los representan en varias entidades del país, pasen por la aduana de la moral pública sin dejar un rastro hediondo, putrefacto, por todo el daño que le han hecho a este país, al que dijeron llevarían al progreso, modernización y desarrollo, pero lo único que le dieron por casi 80 años fue tragedia, pobreza, marginación y saqueo.
El PRI es hoy sinónimo de cáncer, de enfermedad, de hurto, de delincuencia organizada, y cuando uno escucha hablar de ese organismo político, lo que nos viene a la mente, a la imaginación, a la memoria, son los nombres de Luis Echeverría, de Carlos Salinas de Gortari, de Enrique Peña Nieto y de muchos otros personajes que vaciaron las arcas de la nación con total y absoluta impunidad.
Alejandro Moreno quiere ser candidato de esa amorfa alianza entre el PRI, el PRD y Acción Nacional a la Presidencia de la República, cuando sabe que no tiene posibilidad alguna de serlo, porque no ganaría ni en Campeche, pero seguirá diciendo que es un hombre honesto, limpio, decente y comprometido con las mejores causas populares, y como veneno que pudre la piel, así irá contaminando a todo aquél que toque, a todo aquél que promueva e impulse, y a todo aquello que quiera sumar para su difunta causa.
Por eso en el PAN deben dejar de estar atrincherados, viendo tranquilos lo que pasa en el país, como si fueran ganando, porque son la segunda fuerza en la política y administración pública, y teniendo esa presencia, representación y ventaja, serían ellos los que tendrían que encabezar una verdadera alianza de las oposiciones para ofrecer un rostro nuevo, no contaminado, de éxito, con experiencia, y sin una cola que de tan larga, podría alcanzar para volverse su propia soga al cuello.
Y quizás esa figura no tendría que ser de los de dentro, donde sin duda hay personajes que podrían ser buenas opciones para competir, pero no suficientes si van solos para quitar el poder a Andrés Manuel López Obrador, si es que Claudia Sheinbaum o Adán Augusto López -uno de los dos- resulta ser quien represente a Morena, porque desde Chiapas seguiría gobernando.
En las filas del blanquiazul hay prospectos serios que podrían ser atractivos para la población, como Mauricio Vila, Mauricio Kuri y a quien quieren ver fuera, el senador Damián Zepeda, que tiene discurso y se expresa sin dobleces, pero si no van acompañados de Movimiento Ciudadano, el PRD y lo que renazca del PRI con figuras no cuestionadas y desacreditadas, no habrá más que la continuidad de la tragedia que vivimos.
Si no se ponen de acuerdo pronto y de cara a la sociedad para que ya presenten un perfil que pudiera dar la pelea y recorra el país representando una opción cohesionada y unida, nada ni nadie nos salvará ni sacará de la historia de terror en la que hoy nos encontramos.
Será difícil -no imposible- ver a las dirigencias de los partidos políticos de oposición poner por encima de sus egos, ambiciones o intereses personales, los de las grandes mayorías, pero si no lo hacen, López Obrador gobernará México por 12 años.
Ahí están personajes de la política que sin duda podrían sumar y dar la sorpresa, como los mencionados Vila, Kuri y Zepeda, pero también Luis Donlado Colosio Riojas, el no querido por el tabasqueño Ricardo Monreal Ávila, Marcelo Ebrard, que por Morena no será, y Betriz Pagés.
Si uno de ellos es y si los otros se suman, piensan y trabajan auténticamente para sanar tanta herida sufrida y rescatar a este sometido y plagiado país, y no se convierten en una cofradía de ladrones, como los de hoy pero con disfraz de santos, nada bueno vendrá.
No será un “Alito” Moreno, ni un Alejandro Murat, ni un Alfredo del Mazo Maza ni un Enrique de la Madrid, quienes vuelquen simpatías de los electores a su causa. Irían irremediablemente al fracaso y la derrota.
Por eso, ojalá y veamos que sea quien sea el candidato de la oposición (toda unida y junta), triunfe y lleve a la República Mexicana a condiciones de equidad, igualdad, seguridad, justicia y progreso.
El tiempo corre y si no se definen con quién van para competir y pelear, no habrá forma de expulsar del Palacio al humilde presidente.
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