Somos muchos los abogados de ésta gran nación, que a la fecha hemos perdido la fe en ésta Cuarta Transformación de la República y por sobre todo en muchos de sus jueces que imparten justicia en nombre de ella. Resulta triste reconocer tal situación.
Quienes pertenecemos al Foro Independiente, bien sabemos que para encontrar “justicia” es requisito indispensable serle fiel, manteniendo el decoro de la misma, con escrúpulos y entusiasmo, sin negligencias, fatigas u omisiones. Es de lamentar que muchos de nuestros jueces no se hayan encariñado con la justicia y de manera ignorante, cobarde y arbitraria se dediquen a pisotearla, burlándose de todo lo que se encuentra escrito en nuestra Constitución, aceptando causas injustas, sólo para proveer injusticias y arbitrariedades en contra de muchos mexicanos, estos jueces carentes de esmero, trabajan con fervor para impartirla rodeándola de inequidades, servilismos y corrupciones, consiguiendo siempre con ello enlodar nuestros recintos.
Nadie puede ni debe ocultar que algunos de esos iletrados, se presentan ante nuestros tribunales llevando en su mente, no justas ni honestas razones, portan recomendaciones secretas de inmorales fiscales, ocultan peticiones y ambiciones, denotan parcialidad y se postran ante la corrupción de otros muchos de sus pares, confunden nuestros templos de justicia con casas de mala nota. Con ello sólo demuestran lo que son, unos ignorantes que satisfacen sus propias intrigas. Para conocimiento de esos engreidos somos muchos los que lucharemos con el objeto de que se retome la pureza en nuestros tribunales. México lo requiere.
Los que sí son versados en técnicas de derecho saben, conocen y perciben que en algunos de los recintos de impartición de justicia, algo apesta y despide olores penetrantes a corrupción, ignorancia y putrefacción. Lo triste que la Primera Magistratura del País ignora ello y hace nada para evitarlo.
Muchos de mis hermanos de profesión defienden causas importantes para sus clientes, en esas causas, en las que de su veredicto depende la libertad, honra, patrimonio, tranquilidad, seguridad y bienestar para los justiciables, ellos las defienden porque creen en la justicia, están inmensamente convencidos de que a su patrocinado le asiste la razón, le asiste el derecho; no sólo según los códigos, sino también su propia consciencia moral nacida de aquél juramento para obtener su patente de licenciados en derecho. Saben que vencerán si en México existiere justicia, cosa que no acontece.
Hasta cuándo vamos a tolerar ello, hasta cuándo tendremos que esperar la justicia prometida.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..