FRANCISCO RODRÍGUEZ
Un país con gobierno inoperante, como México, no puede tener demasiadas esperanzas. Las elecciones en Estados Unidos, en vilo, tampoco pueden augurar nada bueno. Siempre se decanta lo malo o lo pésimo.
Para quienes desean la reelección de Donald Trump o para los que apuestan por la de Joe Biden sólo una predicción es buena: ninguno de los dos augura demasiadas expectativas para un gobierno en el desastre. El voto gringo, bastante dividido, trae aparejado el fantasma del interregno o el ataque brutal de las fuerzas paramilitares contra la población civil.
Interregno, sí, ese espacio indefinido donde nadie se ha ido y otro todavía no llega es el caldo de cultivo del fascismo gringo. Ese que apela a la rabiosa clase de los wasp que quieren el triunfo a como dé lugar y para obtenerlo está dispuesto a masacrar a quien sea. Un obsoleto sistema electoral de colegios de notables lo permite y lo provoca.
El ataque de las fuerzas paramilitares a la población civil es un escenario anunciado desde que se tuvo la noticia de que los votantes individuales no podrían por sí mismos arrasar en el conteo. Y como los vacíos siempre se llenan, llegaron los ogros del aparato a imponer sus condiciones.
La lucha entre la indignación electoral y los capitalistas criollos parece decantarse en favor de la barbarie. Era lo peor que podía haber pasado. Ahora a tronarse los dedos, a sufrir más desilusiones y a lamentarse de no haber logrado un voto lo suficientemente amplio para borrar todo argumento en contra. Los chairos gringos tienen lo suyo.
La Corte declararía ganador a Trump. Muchos intereses en juego
Trump volvió a ganar Florida, la joya de la corona de los minoritarios electorales del gabacho. Esa que en el año 2000 permitió a la Corte inclinar la balanza por el bélico George Bush II. Y así les fue. Tuvo que llegar Obama a recoger el tiradero económico y a recomponer el malestar social con el Obamacare.
Trump ganó Texas, el asiento de los magnates republicanos, afianzados en el poder desde que la dupla Reagan-Bush les inculcó esa fiebre inusitada por el poder a costa de los inmigrantes, las minorías raciales y las organizaciones diferentes de la sociedad civil. Con los dos estados en la bolsa, Trump tiene los bártulos para crear la confusión.
Igual que en la elección del año 2000, Trump acudirá a la Corte Suprema a alegar fraude, aunque Biden gane los otros estados fuertes que todavía están en el conteo. Aunque con los votos electorales de los demás, obtenga un margen electoral respetable. Pero esta última palabra no existe en la agenda del anaranjado.
Trump acudirá a una Corte Suprema que ha venido armando desde hace tiempo, pensando en que el voto le iba a ser desfavorable. La repletó de republicanos racistas, misóginos y duros con el fin de obtener su voto particular en una situación como ésta. Es seguro que lo declaren ganador. Hay muchos intereses en juego.
Que AMLO no crea que amor con amor se paga. Trump, más duro
La lucha electoral ha sido entre septuagenarios, porque en el sistema político norteamericano muchos descendientes de las dinastías electorales de siempre hoy se encuentran en los resorts de rehabilitación por el alto consumo de estupefacientes y de drogas heroicas y duras. El fentanilo ha hecho estragos.
Los únicos que quedan en el panorama para competir por la Presidencia son los viejos de las anteriores generaciones que no fueron tocados por la tentación de huir de la realidad cotidiana. Los próximos candidatos tendrán que ser octogenarios.
Gane quien gane, para México, el país, no puede haber noticias nuevas. Seguiremos sufriendo los mismos acosos. Por el lado de Trump, envalentonado con la victoria, veremos a un anaranjado diferente: más lejano, más despótico, más racista, más irreverente hacia los grupos vulnerables. Ni crea López Obrador que amor con amor se paga.
Si Trump le vuelve a dar la mano será un garbanzo de a libra. Las reclamaciones sobre el contenido del T-MEC se trasladarán hacia los grupos de poder y las empresas republicanas. Nadie se acordará que fueron exigencias de los demócratas. El poder de Trump querrá ampliarse hasta la Tierra del Fuego.
Interregno puede pegarnos más fuerte que a los estadounidenses
Si Biden llegara a ganar ya esperamos lo que pueda suceder. Aunque el candidato demócrata tuviera buenas razones para enderezar la nave tan deteriorada de las relaciones, los lobistas harán valer su peso y sus opiniones en la Casa Blanca, para recordarle a Biden los agravios recibidos en campaña.
Este interregno, catastrófico puede pegarnos aún más fuerte que a la sociedad norteamericana. Nuestros pobres tienen más que perder que todos ellos. Los migrantes verán asfixiadas sus posibilidades y ya no podrán encontrar esa vía de escape para sus familias en México que oran por el envío de las cuantiosas remesas, que muchas veces nos han salvado del hambre.
Trump, psicótico con más poder. Biden, sin el carácter suficiente
Tan malo el pinto como el colorado. El republicano, empoderado con la reelección será irreconocible. No sólo el mentiroso contumaz que conocemos todos los días de las declaraciones mendaces, sino un psicótico con poder reloaded que ahora será imparable en todas sus ambiciones.
El demócrata, de baja estofa en el carácter, estará sitiado por las fuerzas que lo llevaron al triunfo, y muchas decisiones que tome pegarán en la línea de flotación de todas nuestras angustias. Las legislaciones laborales, ecológicas y en favor de las minorías caerán aquí como balde de agua hirviendo. Nuestro sistema actual no lo resistiría.
El futuro de México no está en lo que decidan en Estados Unidos
Y en política interior, como en la exterior, el que reparte el bacalao seguirá siendo el mismo. Los traidores a la patria, señalados ahora por el dedo flamígero del gabacho se multiplicarán por decenas. Nadie estará a salvo de esa guillotina, ni los que se vayan, ni los que alcancen a quedarse en el poder prestado.
Así es que a otro perro con ese hueso. El futuro de esta patria no está en lo que suceda en las cortes estadunidenses, sino en nuestra decisión para elegir libremente a quienes queremos. Afortunadamente, el sistema electoral mexicano es más directo en sus definiciones. Aunque parezca de risa. Lo que votemos tendrá que respetarse, aunque el florero de Gobernación se haya adueñado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el tan abucheado Trife.
Lo que está realmente en vilo aquí es la reelección de AMLO
Aunque parezca mentira, aquí en el rancho grande los votos de los ciudadanos de a pie pueden todavía marcar la diferencia.
Ojalá no tengan la ocurrencia de modificarlo, para poner en su lugar un Colegio de chairos notables.
El voto mexicano tiene que ser insoslayable para las próximas generaciones.
Lo que está realmente en vilo en México es la reelección chichimeca.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Ooootra vez el papel de las encuestadoras está a discusión. De acuerdo con los primeros resultados electorales, la mayoría –por no decir que todas– fallaron en sus predicciones. Otra vez.
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