El ilustre Chang Tse o Zhuangzi, uno de los grandes pensadores chinos, dijo que “un pobre ratero termina en la cárcel, mientras que un gran ladrón termina como jefe de Estado”. En la covacha de Los Pinos, hasta donde han llegado, despliegan ahora mismo una carísma campaña de prensa en la que se aclama el comienzo de una batida real contra la corrupción.
Se trata de una verdadera cruzada contra el hampa administrativa, señalan, y ya han empezado a temblar los destinatarios de esta ejemplar épica contra aquéllos que han defraudado la confianza de los “gobernantes” mexiquenses, en el nivel que se encuentren, sin distinciones, ni exclusivismos.
Se trata de salvar la imagen de los empoderados, ante lo que, todo indica, será su debacle en el saqueado Estado de México –del que provienen– y el inminente cierre de gobierno dentro de 17 meses. Ponen sus barbas a remojar, pues no quieren pagar aparentando ser justos aunque sean los pecadores. Ofrecen al cordero de los sacrificios, pues ellos quieren seguir adorando al becerro de oro, que a estas alturas es más bien un cariacontecido jabalí, el ejemplar ratero del sexenio. En consecuencia, gritan ¡al ladrón!, ¡al ladrón!… para que no los vean a ellos.
Isidro Fabela los diseñó para el robo y la complicidad
Demasiado ridículo y fantasioso para ser verdad. Demasiado tarde. Ridículo, pues sólo es válido en el uróboro –la serpiente se muerde la cola–, pero para representar la unidad del infinito, de la totalidad. Demasiado tarde, porque los juicios de narcotráfico, insidia y delincuencia organizada en contra de los toluquitas, sólo esperan impacientes la entrega del sillón y la banda presidencial.
Fantasioso, porque los toluquitas están diseñados para el robo y la complicidad, desde tiernos, cuando son colocados en el molde de los Isidros Fabela, de los Carlos Hank. Cualquiera de ellos al tomar posesión en el gobierno estatal choricero resolvió sus problemas al ser integrados a los consejos de accionistas de cada una de las empresas proveedoras del gobierno mexiquense.
Conocen de cerca esa complicidad corporativa que diluye la diferencia entre fruncionarios y empresarios, se anula el conflicto de interés desde antes de que se investigue. Porque se han hecho una sola unidad: el empresario, dedicado a producir. El fruncionario dedicado con esquizofrenia a comprar, a abrir permanentemente obras, aunque no sean necesarias, para mantener al primero registrando ganancias en comandita.
En su mentalidad no existe el conflicto de interés
Por eso los toluquitas nunca entenderán lo que significa la violación de la ley, la colusión con las empresas proveedoras, el maridaje entre lo público y lo privado, la corporativización de todos los renglones donde la tolucopachucracia hubiera detectado cualquier frustración, la horrenda privatización de todo lo que tocan pues ¡qué hueva empezar apoyándose en redes populares y participación ciudadana para sostener las instituciones!
Los atracomulcas anulan desde su nacimiento todo posible conflicto de interés: en su mentalidad no existe. Fueron engendrados e incubados en el ánimo de que “la corrupción es cultural”. Son inexistentes, también, los límites de indecencia en el saqueo y en la masturbación patrimonialista. Es permanente el estado de obra, pues ellos son los socios de…
… ensambladoras de carros que compra Su Majestad el gobierno, así como las factorías de construcción de obra pública, de adminículos, vestuario, equipo, materiales, alimentos, chatarras, porque todo tipo de proveedores propicios encuentran ahí el paraíso terrenal, a cambio de que metan a los fruncionarios a la nómina de sus Consejos.
EPN aparece tras el telón de la corrupción administrativa
Ridículo, pues todavía no encuentran a quien les crea que van a encarcelar a quien se haya enriquecido del brazo y por la calle con la constructora casi casi paraestatal Higa, con la española OHL, con la constructora brasileña Odebrecht, las empresas salinistas que habían sido ganadoras de la adjudicación del tren bala a Querétaro, uno de los sueños imposibles, a las que se “compensó” –Carlos Slim, cual prestanombres de Higa– con la asignación de los bienes cantados en do de pecho del faraónico nuevo Aeropuerto Intergaláctico de la capital nacional.
En cualquier investigación de medio cachete que se intente, si esto es cierto, se van a encontrar, justo a la segunda pregunta ministerial, que el figurón que aparece tras el telón de fondo, no es otro que el cariacontecido y menguado Peña Nieto, el responsable absoluto de todos los registros de corrupción en los tres poderes y en los tres mandos del Estado, federal, local y municipal.
Los destrozos provocados por la ambición y el desenfreno sobre cualquier moneda circulante del peñanietismo están mejor documentados en Washington que en México. Aquí apechugamos con el catecismo de los textoservidores, allá no. Allá las acusaciones serias están asentadas por las declaraciones y señalizaciones de El Chapo y de decenas de empresarios poderosos que han sido traicionados por la falta de palabra del toluquismo.
Pegaron en el bolsillo a los empresarios; les exigieron grandesmoche$
Eso es los que irrita a empresarios nacionales y más todavía a los extranjeros. Es lo que hace perenne el rumbo de sus indagatorias y el tiempo impredecible de su vigencia. Porque éso no prescribe. Les han pegado en la bolsa, les han carranceado las ganancias, se les pordelantearon en la apropiación personal de las concesiones y en las pingües ganancias.
Les aplicaron la famosa “vuelta del Charro Negro”. Excretaron en el plato donde iban a comer, y todavía les exprimieron en la Bolsa de Valores los untos de susponinas ya cobradas. Un mecanismo depredador muy parecido al que hicieron con la prestanombres Tecnoradio para arrebatar y alzarse con las concesiones que les habían ofrecido.
Siguiendo la infalible regla de rastrear el dinero, cualquier investigación de media suela dará con el responsable casi al iniciarse la pesquisa: ¡es Peña Nieto estúpidos! Y ahí se acabará el corrido aquí en el rancho grande. Allá afuera no. Allá son otros López, otros Smiths, y debemos ser conscientes de que el capital internacional es de palabra, sumamente vengativo. De ésa no se escapan. Más temprano que tarde les caerá la voladora.
Gerardo Ruiz Esparza, ¡al patíbulo!; sus moche$ ¡de hasta el 40%!
No obstante, con su desgastada e inútil perspicacia, con la que engañaban en Metepec, en Ocoyoacac, en Tejupilco o en Temoaya, los toluquitas quieren calzarse el huarache pa’ no espinarse. Suben al patíbulo de los sacrificios a Gerardo Ruiz Esparza, el inimitable Güero de Rancho, el Richard Gere de Almoloya, y lo señalan como el único culpable de esta todas las in$ensateces, como la de que fue él y sólo él quien tasó el moche al 40%, ya no al 10, ni al 15, ¡sino al 40%!
Dicen que es el gran culpable, al fin y al cabo también aparece en los expedientes patibularios de Washington. Ya da lo mismo. Quieren castigarlo ejemplarmente para salvarse de la sin hueso. Posiblemente lo vayan a indiciar por los únicos delitos que se mal aprendieron: Uso de dinero de procedencia ilícita, defraudación fiscal y delincuencia organizada. Total, cuando lo han intentado no han podido probarlos a ninguno de sus enemigos. No han podido armar ningún proceso con esos espantajos jurídicos, reprobados por todas las convenciones internacionales sobre derecho penal. Ninguneados por todos los abogados defensores de los inocentes juzgados como culpables.
¡Horrenda sentencia! ¡Lo inhabilitarían tres meses de no robar!
Es el juego del birlibirloque, el paripé ideal de los palurdos. El circo de nuestras desgracias. La insignia de sus atropellos. La carcajada general del mundo ilustrado.
En la caverna de Los Pinos, las buenas conciencias trabajan a todo vapor para sentenciar a Gerardo Ruiz Esparza. Los toluquitas, Peña Nieto a la cabeza descocada, creen que una horrenda sentencia que inhabilite tres meses o un añito al Güero de Rancho para ocupar cualquier empleo o comisión remunerada, podrá lograr el milagro de lavar sus culpas, ganar el Estado de México, la elección presidencial, de paso beberse el Golfo de México de un solo buche y si anda por ahí el Diablo, ¡que mejor se repegue en la pared!
¡Están bravos! Ya lo decidieron. Con esa cabeza de turco van a reconquistar la confianza perdida, y esquivar la voladora al entregar el poder… a otro toluquita.
¿Usted qué haría?, pregunta el emboscado que terminó como Jefe de Estado en Los Pinos.
Índice Flamígero: Un día después del Día de la Madre, el 11 de mayo, Peña Nieto dio respuesta a los reclamos del Consejo Mexicano de Negocios sobre la desbocada corrupción: “Todos tenemos que ser parte de este esfuerzo colectivo que permita asegurar que gradualmente y de manera rápida, podamos desterrar esto que tanto cuesta y lastima a la sociedad mexicana”, que es exactamente lo mismo que ha venido diciendo desde el 21 de abril de 2015 y repetido el 28 de septiembre de 2016. + + + El PVEM debe sentirse orgulloso de contar con un nuevo Niño Verde –ya no tan niño, pero sí muy verde– que sustituya al ya muy quemado anterior. Se trata del senador Carlos Puente Salas, quien traía apantallados a los zacatecanos con la complicidad de cierto$ medios de comunicación, en los que magnifican sus grises y penosas intervenciones. Sus balbuceos, desinformación, incultura y repetición ad nauseam de lugares comunes ya no le son publicados ni en las páginas de cines. Sí, en cambio, avanzan investigaciones periodísticas sobre su súbito enriquecimiento. De haber sido achichincle, no hace mucho, en una oscura oficina en Los Pinos, ahora entra en la categoría de los multimillonarios. Le seguiré informando. + + + “¡Es la economía, estúpido!”, escribe don Rubén Mújica Vélez, y agrega: “La situación actual nos obliga a evocar la célebre frase de William Clinton. La obra de Thomas Piketty, El Capital en el Siglo XXI, que muchos elogian, sin estudiarla, nos permite deducir los orígenes de la irritación social, la indignación popular creciente contra el priismo y las amenazas de caer en las garras de una guerra civil de pronóstico impredecible, pero siempre negativo. Piketty revela que EUA es la sociedad industrializada más desigual del mundo: 250 mil familias acaparan el 10 por ciento del Ingreso Nacional, mientras los trabajadores tienen prácticamente congelados sus salarios desde hace dos o tres decenios. Es decir, están sembrados ‘los huevos de dragón’ de la violencia social. Pero en México la desigualdad es monstruosa: cuatro familias, dinastías en un país “democrático” acaparan, según Forbes, casi el 9 por ciento del ingreso nacional. Slim, el ‘promotor de la distribución del ingreso’ con sus meseras en Sanborn’s muertas de hambre; Larrea, seguro ganador del premio al ‘envenenador de México’; Bailleres, ‘el experto en quiebras redituables’ siguen en intenso proceso de engorda, mientras los mexicanos pobres, gracias a las investigaciones de Julio Boltvinik empiezan a rebasar los 100 millones, pese a la euforia de Peña Nieto porque ‘la crisis solo existe en la cabeza de algunos mexicanos desquiciados’. ¿Es una oportunidad o no el 2018 para cambiar el rumbo antes de precipitarnos en el despeñadero?
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