La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Parajoda cubano-soviética: Radio Bemba tuvo más rating que ‘la mañanera’
Que el presidente López Obrador, sufra un desmayo o padezca cualquier otro mal, es algo que obedece a sus condiciones generales de salud, no se debe a un deseo colectivo de sus adversarios o a una maldición emitida por un brujo.
Así las cosas, debería ser una práctica común que, la Presidencia de la República, informe con honestidad acerca del tema, sin embargo, al pretender ocultar información, dan pauta a que se generen cualquier cantidad de rumores, lo cual no contribuye en nada, a la gobernanza del país.
Sí el tabasqueño tiene COVID19, nada grave como él mismo afirmó, sería muy sencillo que saliera en bata, pijama y pantuflas, caminando por el Palacio Nacional y, además, aprovechara para darnos una clasecita de historia y sanseacabó el chismerío.
Pero no, tal cosa no ocurre, por alguna de las siguientes razones: el mandatario no está en condiciones físicas y/o mentales de grabar un video o, de plano, se divierte mucho viendo toda la polvareda que se levanta, misma que, se convierte en una caja china, que distrae a la ciudadanía de sus verdaderos problemas.
Infarto al miocardio, accidente cerebrovascular y hemiplejía, son algunas de las hipótesis que se han manejado acerca de lo que, presuntamente, le ocurrió a don Andrés, situación ante la cual, los voceros, oficiales y oficiosos, callan como momias.
No, para nada nuestro Sistema de Salud Pública se compara con el de Dinamarca, no obstante, en Comunicación Política, cada día nos vamos homologando con el de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ¡qué cosas tiene la vida!