José Luis Parra
Cuando se pensaba que el drama electoral en el INE iba a ser la discusión entre consejeros, resultó que ni a discusión llegaron. Las áreas técnicas no lograron ni siquiera copiar y pegar las propuestas. Literal. Casi 50 años de reformas electorales para que termináramos en el PowerPoint de la 4T.
A esto, por supuesto, no se le puede llamar torpeza, sino estrategia. Resulta sospechoso que las propuestas “perdidas” sean precisamente las que Pablo Gómez no quiere ver ni en sueños. Coincidencias, les dicen en Palacio. Casualidades, diría el manual de control institucional. Total, lo más práctico será apegarse al diseño electoral que propone la presidencia y a ver quién se atreve a protestar sin que le cancelen el desayuno.
En Zacatecas, donde Monreal es apellido, escudo y ministerio de fe, quisieron sacrificar al obispo Sigifredo Noriega por sus críticas a la 4T, pero al final quien acabó en el viacrucis fue Rubén Flores Márquez, presidente de Morena en ese estado, que salió más entusiasta que cauto.
Don Rubén denunció al prelado, y acto seguido le cayó encima el evangelio monrealista: Ricardo, el federal, lo reprendió recordándole que Morena también tiene devotos; David, el gobernador, se lavó las manos como buen Pilatos, y Saúl, el senador, le clavó la lanza llamándolo “mustio” y exigiendo disculpas públicas. En resumen: lo crucificaron entre hermanos. ¿Habrá saludo de paz dominical pronto o seguirán excomulgándose en ruedas de prensa?
Mientras tanto, los senadores y diputados federales ya preparan el megapuente más largo del sexenio: veinte días para celebrar la Navidad, el Año Nuevo y los Reyes Magos, regresando apenas el 7 de enero de 2026. Sí, leyó bien: 2026. Entre tanto brindis, lo más seguro es que lleguen crudos a la sesión donde Claudia Sheinbaum presentará su reforma electoral. Con suerte, también dormidos. Pero no importa: la mayoría calificada ya está servida, los opositores están rendidos y la función, aunque aburrida, continúa.
Por el norte del país, en Chihuahua, también se mueve la narrativa. La presidenta Sheinbaum visitó Ciudad Juárez y dejó muy claro quién es su elegido: Cruz Pérez Cuéllar, alcalde juarense que pasó de estar al fondo del escenario a la diestra de la mandataria. Nada mal para alguien que hace unas semanas ni siquiera aparecía en las quinielas. Y mientras varios suspirantes morenistas se sobaban el ego tras el desaire, Cruz le seguía los pasos a Claudia en cada acto. La señal fue tan clara como un retuit presidencial.
Y así va cerrando el año político: con consejeros electorales haciendo de editores fallidos, con liderazgos regionales colapsando entre denuncias e insultos bíblicos, y con una presidenta que apenas comienza su sexenio… pero ya reparte candidaturas como quien entrega bendiciones. Eso sí, lo que no se reparte ni por error es el poder real. Ese, sigue en la misma esquina de Palacio.





