-Victor Roccas.
“Los cobardes son los que se cobijan bajo las normas” – Jean Paul Sartre (1905-1980)
Hasta hace poco tiempo un servidor había sostenido que la ignorancia es el mayor mal por si solo que azota al ser humano, sin embargo debo recapitular y ponderar que hoy he dado cuenta que es la ignorancia voluntaria y cobarde la acepción más correcta del peor mal de la humanidad.
Hasta el fastidio he visto, atestiguado, como personas inteligentes, cultas, experimentadas, buenas, correctas, ¡vaya pues hasta honestas! han reculado ante una ignorancia voluntaria y cobarde…
Ignorancia voluntaria porque a pesar de sus capacidades y condiciones para adquirir conocimiento prefieren no hacerlo o demostrarlo por el conveniente motivo de mantener un estado de comodidad, de lastre, de peso muerto, por un estado sin compromiso ni dirección propio dentro de una sociedad pasiva, hedónica y conformista.
La palabra cobarde proviene del francés medieval coart; cola o cauda o del francés moderno couard; cobarde (al igual que la palabra coward en inglés.) y ambas del latín coue; cola o cauda de un cánido que se oculta cuando detenta sumisión.
¡Y es exactamente ese tipo de actitud la que muchos observan ante su antepuesta ignorancia voluntaria, ocultar la cauda o cola entre las piernas en un actitud sumisa de aceptación social ante el temor de ser señalados o marginados de alguna manera!
No es por supuesto clamar por una valentía heroica, patriótica, o pendejadas por el estilo que se enarbolan en los denuedos más histriónicos que históricos embutidos hasta el vómito en los centros dogmáticos institucionales de educación pública para crear más pendejos, esas hazañas de sacrificios, de voluntades de hierro, de libertad, de estoicidad sin parangón que han construido una patria, esta patria, tan jodida como sus millones de pobres.
Y es que el estimado lector perdonara, en esta ocasión también, el animo de cólera y malestar influyan en mis letras cuando parece que hoy como ayer la ignorancia y la cobardía acompañan como sombras funestas al pueblo “bueno y sabio” pero siempre fiel y pendejo.
No me puedo creer la incapacidad de razonamiento de tantos millones de individuos que forman semejante pueblo oprimido, subyugado, servil y sometido, no puedo aceptar que entre tantos, seguramente cientos de miles de personas, no haya quien considere que este sistema social que sufrimos como una democracia imperfecta pero suficiente sea lo único rescatable y que por ello debemos esconder el rabo entre las piernas aceptando sumisamente todo cuanto de ella y sus pútridas entrañas emana.
¡Carajo! siempre lo he sostenido y seguramente terminaré muriendo con la misma concepción, el pueblo de México es un pueblo pendejo de bravatas, gritos y mentadas de madre, como perros de rancho, ladran pero no muerden.
Aquel México Bronco que brilló durante la revolución terminó en millones de hombres y mujeres muertos, que lucharon en contra de la opresión y no por la libertad, por una épica revolucionaria heredada a cobardes manipuladores que crearon la partidocracia y criaron a decenas de generaciones de hijos de la chingada que han mal gobernado.
Hoy además padecemos “con proverbial valentía o cobardía” de una violencia criminal que nada tiene que ver con la identidad del mexicano, esta violencia que no puede ya enfrentarse con abrazos, perdones, detentes o cualquier otro amuleto pendejo pues es simplemente el más grotesco nivel de mercantilismo barbárico que representa el crimen organizado, el narco, la trata de personas, el robo, el asesinato, el contubernio del gobierno, la impunidad, etc, todo lo anterior sujeto a simplemente la ley de mercado, oferta y demanda, ganancias e inversiones financieras.
Y entretanto el pueblo pendejo acepta orgulloso y fascinado que los demagogos de siempre les pongan manteca en los bigotes con estrambóticos adornos de valentía, patria, honor, lealtad, fe y esperanza, el crimen organizado nacional e internacional hacen lo que quieren aquí y en ultramar a cuidado y protección de cada gobierno incluido este.
Se acude a votar, se acude a vacunar, se acude a cumplir con toda obligación dictada por la autoridad, sin reparo, sin condición, sin mayor escepticismo, sin cuestionar ni musitar, con total cobardía pues es preferible mantener la cola entre las patas y hacerse pendejo con otros millones de pendejos más.
Si las autoridades por más ineficientes, corruptas, irresponsables dictan ¡Todos a encerrarse a sus casas! Se arma una polvareda que ni los millones de bisontes en la altiplanicie norteamericana hubieran generado en una estampida hace 150 años.
Si esas mismas autoridades carentes de confiabilidad ni garantías dictan que hay que utilizar corbata y rodilleras en contra de un virus del que no tienen ni puta idea, todo el mundo a gatas y atorados del pescuezo.
Si esas autoridades sin ningún tipo de empatía hacia el sufrimiento anímico de familias dictan que el regreso a clases es en agosto, tarde parece ser para obedecer, limpiar aulas, comparar útiles y llevar a los niños tempranito a clases comprando litros de gel anti-bacterial para bañarlos, no se vaya a enojar la vecina del 7 o Doña Eulalia la jefa de manzana.
Todo se resume en una abominable ignorancia voluntaria y cobarde que ha permitido a tal grado que la colusión entre gobiernos y crimen organizado sea integral, y ambos nos tienen agarrados literalmente de los huevos, entretanto jugamos al pueblo “bueno y sabio” en una “democracia de cuarta transformación”, tal como lo hicimos con todo hijo de la chingada del PAN y PRI.
“Un pueblo se debe servil a la opresión de un poder obsequiado sin reparo al igual que a las consecuencias de su cobardía e ignorancia acomodaticia.”
– V. Roccas