La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Lectura entrelíneas: hágase el sueño Bolivariano en las mulas de mi compadre
El presidente López Obrador, no le dio vueltas y a pregunta expresa dijo: “No (no lo recibiría). No coincido con su manera de pensar y su forma de ser”.
La referencia es al mandatario argentino, Javier Milei, quién estará en México para participar en la Conferencia de Acción Política Conservadora, no obstante, el tabasqueño afirmó que: “en nuestro país hay libertades, puede venir cualquier persona”
El entuerto podría parecer anecdótico, pero, no lo es, veamos.
Ambos personajes, fueron electos por la ciudadanía, por lo tanto, no se representan a sí mismos, sino, a los intereses de su país, el cual está integrado por la sociedad que, justamente, los mandató para cuestiones específicas, no de contentillo.
En este sentido, la diplomacia es la destreza negociadora que permite construir consensos entre los Estados-Nación, renunciar a esta, implica, de fondo, renegar del quehacer político.
La historia, nos da muchos ejemplos del encuentro de dirigentes ideológicamente contrarios, la Guerra Fría fue terreno fértil para dichas reuniones, no celebrarlas, hubiese aumentado el potencial de conflicto y, de lo que se trata, es de despresurizarlo.
Habrá que aclarar, que Milei es un buscapleitos, sin embargo, el propio Lula le ha cuestionado su rechazo al diálogo. En este caso, al pregonar, López Obrador, que no lo recibe por no coincidir con su manera de pensar, cae en su juego.
En la diplomacia, se miden las capacidades de los participantes para imponer su ideario, es un grave error creer que, es una zona de confort, para realizar tertulias con los amigos.