Moisés Sánchez Limón
Que no haya confusión. Toda movilización social merece respeto y atención del sistema gobernante, por extremas que puedan ser sus demandas. Mas no puede admitirse que, en aras de satisfacción a ésas demandas una parte sustancial, delicada y en proceso de desarrollo sea afectada cancelándole oportunidades en el futuro mediato.
Si Andrés Manuel López Obrador ha creado una empresa bajo las siglas de MORENA, con reconocimiento oficial de partido político tendente a convertirse en un holding de sustento ideológico radical y fundamentalista, no está fuera de la ley porque las reglas que la norman, son consecuencia de arrebatos y veleidades legislativas, de quienes lo han sufrido y lo detestan, de aquellos que en público denuestan su proceder pero no dudan en acordar con él bajo cuerda, en los sótanos del poder político.
Pero, López Obrador no tiene derecho, no por lo menos moral y de clase como presume, a ningunear a la autoridad e incorporar a su causa la de ese sector que se asume disidente y, con la característica de ser integrado por entes pensantes y formadores de ciudadanos productivos, constructivos, tolerantes e incluyentes, al final evidencian desprecio por la educación de millones de estudiantes.
No es asunto de desgarrarse las vestimentas y descalificar a esos personajes que hicieron de, por ejemplo, el IEEPO un corporativo de intereses políticos, sindicales y personales que durante décadas han mantenido en el atraso educativo a millones de oaxaqueños que se suman a las filas de atraso y la pobreza, destinados a participar en movilizaciones convocadas por vivales que se hicieron del control de la disidencia magisterial.
No hay que descalificar a Rubén Núñez, líder de la sección XXII de la CNTE, o sus colegas de las secciones 18 de Michoacán, Juan Manuel Zavala, ni a Adelfo Alejandro Gómez, líder de la sección 7 de Chiapas y, en fin, a quienes desde sus estancos de poder en el Estado de México, Durango, y la ciudad de México, urgen a la rebelión contra la Reforma Educativa, con sus actos se han descalificado.
Por eso no sorprende que, vísperas de la jornada electoral del próximo domingo 5 de junio, arrecie la campaña de descalificaciones y francas acusaciones que, de ser ciertas y sustentadas documentalmente, hace rato debían formar parte de sendas averiguaciones previas encauzadas por la Procuraduría General de la República para proceder penalmente contra candidatos acusados de delincuentes.
Por supuesto, hay acusaciones que topan con la complicidad de las instancias de procuración de justicia asociadas a los intereses de cada personaje, lo mismo del partido oficial que de la oposición de derecha e izquierda.
¿Cómo se entiende, entonces, la filtración de que hay órdenes de aprehensión contra dirigentes de la CNTE y éstas no proceden? Y tanto quedan en el nivel de apantallapendejos que el dirigente de la 22, Rubén Núñez, reta a la autoridad, se ríe de ésta y anda por ahí con el manto de la impunidad, cuando hay sobradas evidencias de sus actos delictivos.
Sin duda, la autoridad, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y su contraparte de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, la procuradora Arely Gómez y el propio presidente Enrique Peña Nieto, incurrirían en un enorme error táctico y político si en esta semana, ruta crítica del proceso electoral en 13 estados de la república, hacen efectivas órdenes de aprehensión contra estos delincuentes magisteriales que han cometido el más grave de los delitos: obstaculizar el futuro de millones de niños.
¿A quién obedecen los dirigentes de la CNTE? Preguntaría el genio de los conflictos que llevaban aparejada la solución, el extinto Manuel Camacho Solís: ¿De parte de quién? ¿Quién instruye marchas y actos vandálicos en los estados donde los mexicanos están hasta la madre de que sus hijos no tengan clases?
La experiencia electoral demuestra que el abstencionismo beneficia al partido mayoritario. Sí, pero en el río revuelto siempre hay un beneficiario y, en este caso, es el Partido del Movimiento de Regeneración Nacional. Los votos que se van del PRI, del PRD, incluso del PAN y de Movimiento Ciudadano e igual de Nueva Alianza, anidan en espacios de MORENA.
No es un secreto el pacto de Andrés Manuel con el protectorado de la CNTE. Aunque los dirigentes del magisterio disidente deben estar enterados de que ninguna ley secundaria está por encima de la Constitución General de la República. Y la Reforma Educativa es una Reforma Constitucional.
Lo que debe privar es mesura, civilidad. Finalmente los maestros disidentes, entre los cuales hay con verdadero valor profesional, pero son los menos frente a los fundamentalistas que ya probaron las mieles de la industria de la protesta y pretenden vivir por siempre de ésta.
Veamos, los que marchan por las principales calles y avenidas de la Ciudad de México y de Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Durango y Guerrero, sí saben lo que hacen. El objetivo es descalificar al proceso electoral, provocar la represión, victimizarse y desmadrar al tejido social, blindados contra la crítica, convencidos de que Andrés Manuel López Obrador y Morena gobernarán al país.
Van a realizar su “Asamblea Nacional Representativa” para definir su plan de acción, eufemismos de la preparación de las movilizaciones en busca de lo imposible. Déjenlos, sí saben lo que hacen. Conste.
LUNES. Por cierto, el representante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ante el Instituto Nacional Electoral, Horacio Duarte, dio el banderazo a la estrategia de denuncias y pide que el INE atraiga el proceso electoral de Veracruz, para verificar el cumplimiento de los principios rectores de la función electoral y de los criterios y acuerdos del INE. Aduce que tiene conocimiento de que “ya se está preparando el fraude en Veracruz”.
Al abogado Duarte le haría bien leer una perla de la autoría del senador Emilio Gamboa Patrón que a la letra dice: “Confiamos que será una jornada con significativa participación ciudadana, en la que los mexicanos acudirán a emitir su voto, con la convicción de que su sufragio estará bien resguardado por un instituto profesional e imparcial como lo es el INE”. ¡Sopas! Digo.
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