Moisés Sánchez Limón
Vecinos de los rumbos de Santa Fe, se aprestan a movilizarse contra los ajustes del trazo original del Tren Interurbano México-Toluca y convertirse, sin duda, en un dolor de cabeza para la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y las dependencias implicadas en esta obra que la semana pasada acusó un accidente que pudo haber tenido consecuencias graves por falta de previsión en el apuntalamiento de soportes de cuatro trabes.
Los vecinos preparan un pronunciamiento público dirigido al presidente Enrique Peña Nieto, al secretario Gerardo Ruiz Esparza, al secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alamán, al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, e incluso al ombudsman nacional Luis Raúl González Pérez, en el que demandan evitar un ecocidio.
De acuerdo con la información de fuentes de los vecinos inconformes con esta obra, por los riesgos que entraña contra el medio ambiente, de las palabras pasarán a los hechos y realizarán movilizaciones, de estas que sin duda provocan contaminación ambiental, pero también generan conciencia ciudadana en defensa de la ecología y los asentamientos delimitados legalmente, pero que con una obra de esta naturaleza implicaría desalojos.
Sin embargo, aclaran las fuentes vecinales que el problema no es en sí contra construcciones de trenes interurbanos –como sí ocurrió con el proyecto del Tren Rápido México-Querétaro–, es contra los últimos ajustes técnicos al trazado original de ruta del Tren interurbano México-Toluca que se quiere ubicar en la zona poniente de la Ciudad de México.
Dichos ajustes fueron determinados a finales de 2015 y principios de 2016, recuerdan los vecinos, y “acarrearían severos y negativos impactos sociales y ambientales para los habitantes y vecinos de la zona poniente y de la población en general de la Ciudad de México”.
En ese tenor, urgen: “¡No más ecocidios!, que afecten la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones de la Ciudad de México y sus alrededores”.
Recuerdan que en el año 2012 el presidente Enrique Peña Nieto anunció el ambicioso proyecto ferroviario que implica trazar una serie de rutas para conectar a la Ciudad de México mediante trenes interurbanos, con otras entidades federativas aledañas, pero en el caso del que correrá a Toluca, Estado de México, debido a presiones sociales las autoridades decidieron cambiar el trazo original, sin consultar con los vecinos pero, sobre todo, con la evidente ausencia de opinión de la Semarnat, por ejemplo.
Y es que, acotan en la denuncia que está en preparación para difundirla públicamente, el nuevo trazo que se propone “implicaría que las obras públicas para la construcción del Tren mencionado afectarán, de manera importante, grandes extensiones de zonas boscosas y barrancas de la zona poniente catalogadas como Áreas de Valor Ambiental, de acuerdo al Decreto publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal con fecha del 28 de noviembre de 2012”.
Ello implica afectación directa a la llamada “Barranca de Tacubaya”, que tiene una extensión aproximada de 100 hectáreas y alberga a una importante comunidad vegetal que provee de refugio y alimento a la fauna silvestre de esa zona de la Ciudad de México.
Por lo que concierne a la fauna silvestre de esa barranca, están identificadas dos especies endémicas de México, una de ellas es el Mirlo pinto; dos especies catalogadas como Amenazadas, una es el Carpintero y siete especies de fauna, una de ellas es el Mirlo acuático norteamericano; incluso en flora se atenta contra el Cedro blanco.
La “Barranca de Tacubaya” –acotan—“como todas las demás que se localizan en esta zona poniente contribuyen en la regulación del ciclo hidrológico y atmosférico, ya que por sus pendientes y gradientes altitudinales permite el desarrollo de vegetación que promueve la captación e infiltración de agua de lluvia, contribuyendo en la regulación de los niveles de agua subterránea, indispensable para abastecer las necesidades de los habitantes del Distrito Federal; sus árboles previenen la erosión provocada por los deslaves y derrumbes; disminuyen la pérdida de humedad del suelo por evaporación; enriquecen el suelo con su hojarasca; minimizan los contaminantes del aire ya que retienen partículas suspendidas; fijan dióxido de carbono; ofrecen beneficios psicosociales a los habitantes como la reducción del ruido y en consecuencia del stress, además de ser un reservorio para especies de flora y fauna silvestre”.
Por ello, exigen “se respeten y cumplan todos aquellos tratados, convenios y acuerdos nacionales e internacionales, así como de los decretos, acuerdos y demás normatividad federal y de la Ciudad de México en materia ambiental y relacionada con las zonas boscosas y barrancas de la zona poniente”.
En consecuencia, que las autoridades encabezadas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes “busquen nuevas alternativas para modificar el actual trazado de ruta del Tren interurbano México-Toluca, de tal forma que, bajo ningún motivo, ni justificación sea afectada la “Barranca de Tacubaya” y otras de la zona poniente que también se encuentren catalogadas como Áreas de Valor Ambiental; así como tampoco aquellos terrenos comunales con vocación agrícola, manantiales y mantos acuíferos que pudieran encontrarse en la nueva ruta de esta obra pública”.
Una llamada a tiempo de vecinos de esa zona de la capital del país, colindante con el Estado de México. Y es que, reprochan a la autoridad que sólo con movilizaciones que indudablemente afectan a terceros, es como se puede cambiar un acto de gobierno que suele ser autoritario. Conste.
LUNES. Lo ocurrido en Coahuila contra el diario Vanguardia, su director y reporteros, me recuerda el operativo ordenado por Rafael Moreno Valle Rosas, cuando se estrenaba como virrey del estado de Puebla, contra el diario El Heraldo de Puebla. A Rubén Moreira como a Moreno Valle le importa un pito la ley. Son los virreyes. ¿Y la justicia? Bueno, ahí vienen las elecciones. Digo.
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