* Mientras el escritor corre para purificarse y siempre permanecer en su propio y creativo presente, políticos como EPN lo hacen para estar en una constante fuga de ese mismo presente, porque están urgidos de encontrar, en su incierto futuro, los resultados favorables de sus políticas públicas propuestas, aunque la meta sea llegar de noche a Chalco, para hacer un ayuno que no los justificará
Gregorio Ortega Molina
La diferencia entre el corredor de fondo y el de velocidad no es comprendida por todos. Usain Bolt es la fugacidad del presente, el otro es heredero de Lot, un constante huir hacia adelante sin permitirse ver hacia atrás, so pena de quedar convertido en estatua de sal.
Luis Echeverría presumió de ser buen jinete, y a pesar de ello se le escaparon las riendas de las manos; José López Portillo, el auto proclamado “novato de oro de Los Pinos”, nadó hasta que Rodolfo Guzmán le imprimió una fotografía con el traje de baño a media pierna: enseñó las nalgas, lo que debió advertirnos del futuro durante su gobierno. Luego practicó el tenis, se disfrazó de esgrimista, pero lo que mejor se le dio fue el reposo del dibujante.
MMH apenas encontró el tiempo de evitar que el país se le deshiciera en las manos y, además, hubo de contener las pretensiones de Ronald Reagan sobre la península de Baja California; CSG dejó atrás la carrera de Agualeguas, cuando se percató de haber encontrado su destino político en el ayuno de Chalco.
Ernesto Zedillo y Felipe Calderón fueron de mayor velocidad: huyeron del presente montados en bicicleta. Vicente Fox huyó de su mandato constitucional, se instaló en la euforia de los honores, decidió que necesitaba sus botas de charol y determinó compartir el poder con su pareja sentimental. Por primera vez una mujer gobernó México.
La carrera de Molino del Rey y las fotos impresas durante el evento, adquieren un significado distinto. Es la fuga continua hacia un futuro fuera del alcance de los participantes, por eso siempre incierto, porque el presente incomoda; también es el constante huir del acuerpado permanentemente por la seguridad del Estado y el equipo de confianza, con lo que EPN demuestra que él permanecerá más amigo de sus amigos que éstos de él, y más fiel a sus afectos, que viceversa.
Lo anterior puede deducirse de la lectura De qué hablo cuando hablo de correr, donde Haruki Murakami reflexiona sobre sus sentimientos mientras participa en carreras hasta de 100 kilómetros; nos explica cómo se prepara anímicamente para siempre seguir adelante, pero sobre todo cómo y por qué decidió empezar a correr.
La obra literaria de Murakami encuentra su equivalente en el esfuerzo físico del corredor de fondo. Incursiona en el cuento o la novela corta, pero es similar a Alejandro Dumas, escribe como un anchuroso río que recorre el hábitat de la humanidad para fecundarlo con su limo de entretenimiento, inteligencia y su muy personal comprensión de ese mundo oriental que poco, muy poco conocemos los occidentales.
Mientras el escritor corre para purificarse y siempre permanecer en su propio y creativo presente, políticos como EPN lo hacen para estar en una constante fuga de ese mismo presente, porque están urgidos de encontrar en su incierto futuro, los resultados favorables de sus políticas públicas propuestas, aunque la meta sea llegar de noche a Chalco, para hacer un ayuno que no los justificará.