La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El error consistió en no desactivar el modo iniciativa
Con Televisa a la cabeza, las elites político-económicas, crearon una imagen irreal de Enrique Peña Nieto, para venderlo como el hombre que México necesitaba: joven, exitoso, eficiente y otro, presunto, cúmulo de cualidades. Pura propaganda, bien hecha, eso sí.
Ese diseño de filigrana, le bastó al mexiquense para ganar con un buen margen la presidencia en el 2012 (aun con los desaguisados de la FIL y la Ibero), el Nuevo PRI volvía a Los Pinos para, asegún, remediar el desastre panista.
Pero no fue así, el ‘Pacto por México’ (consensado a ‘cañonazos’) y el denominado ‘Mexican Moment’, pusieron locos de contentos a los atracomucho, quienes, henchidos de vanagloria, decidieron comenzar a construir su cargamento.
Vinieron las licitaciones a modo como pago de favores, las casas faraónicas, la frivolidad como estilo de gobierno y el incumplimiento de lo ofertado: ni se abatió la inseguridad, ni la economía creció al ritmo propuesto, a lo que se agregó una corrupción galopante.
Encima de todo, el ‘toluquita’ no tuvo el talento para amarrar los cabos sueltos cuando la derrota de su candidato era inminente, consideró que negociar un acuerdo con el futuro ganador era suficiente y abandonó a sus antiguos contlapaches.
Ineficaz, corrupto y traidor, no tiene los arrestos para escribir un tuit, siquiera, defendiendo su sexenio ante las acusaciones que le endilgan. Fue un mal producto disfrazado de oropel.