Un rostro dice más que mil palabras y ahora que el priista Peña Nieto está a poco más de dos meses de portar la banda presidencial y existen terrenos científicos que nos pueden adelantar cómo enfrentó su pasado.
La antropología física tiene como objeto de estudio los procesos biológicos y sociales que interactúan entre sí y sus propios efectos sobre los distintos grupos humanos, pero se centra en el fenotipo individual.
Los rasgos faciales de una persona tienen que ver con cuestiones genéticas pero muchos de ellos advierten experiencias e historias de vida; pero también capacidades y hasta incompetencias.
Marina Pombar, experta en análisis e interpretación de los rostros, así como de la fisiología y hasta rasgos de la escritura y datos de criminalística; en mayo de este año en plena campaña presidencial, reveló los rasgos de la antropología física de los candidatos aspirantes a gobernar el país.
Por la fecha y para el caso, es Enrique el único del que ahora nos interesa presentar sus rasgos de antropología física.
Si atendemos a los detalles de la experta, el presidente electo tiene un rostro cuadrado, mismo que revela a una persona firme, auto disciplinada, buena para negociar y pactar y hasta seguro de sí mismo. El contorno de sus ojos denota que sufre de estrés. Su naríz advierte que es capaz de mantener la concentración. La comisura de sus labios revela un dolor interno y sus cejas apuntan a que es muy vulnerable. Es necio, terco y hasta decidido según su entrecejo. Su aleta nasal –advierte Pombar–, envía la señal de que no evita los esfuerzos y que hará cualquier cosa por conseguir sus metas. Sus arrugas cerca de los labios nos dejan conocer que ha tenido muchos problemas personales, un estrés de mucho tiempo y también exceso de trabajo o bien, que consume mucha carne y grasas.
Así que si Peña Nieto es obstinado y muy tenaz, puede sin proponérselo, y claro está, sin quererlo; convertirse él mismo en su peor enemigo.
Si al priísta se le mete en la cabeza y el pensamiento una estrategia, método, acción y hasta iniciativa que contravenga los intereses de la sociedad mexicana, independientemente del trabajo que le cueste conseguirlo aún cuando su salud vaya a la baja, ¡cuidado!
Por principio, Enrique Peña Nieto no necesitará enemigos para minar sus acciones; su antropología física puede ser su mayor enemigo. Y sí puede cambiarla, pero ¿quién será el que logre zanjar su terquedad y necedad?
Acta Divina…El presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, señala que no habrá cambio radical en la estrategia contra el crimen.
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