Francisco Rodríguez
Hace poco más de un año le platiqué aquí del agarrón que se dio poco después del relevo de Rosario Robles de la Secretaría de Desarrollo Social, durante una reunión de gabinete en Los Pinos. En la cabecera de la mesa, Enrique Peña Nieto.
Para esto, en los medios ya se había publicitado que Robles “se había llevado hasta los muebles” de la oficina a la que llegó, en su sustitución, José Antonio Meade.
Y en radio-pasillo sonaba fuerte el éxito, “ella y su oficial mayor, Emilio Zebadúa, hicieron todo tipo de corruptelas y se robaron hasta los clips”.
Muy echada pa’ delante, Robles encaró a Meade en aquella reunión de gabinete:
— Lo que tengas que decir de mí, José Antonio, dímelo en mi cara, porque ya sé que andas soltando rumores sobre faltantes de recursos y…
A lo que, palabras más o menos, Meade habría respondido sin la energía que sí había impreso a su reclamo la que ya era titular de Desarrollo Territorial y Urbano:
— Encontramos muchas inconsistencias, muchos problemas…
— Nada de lo que encontraste ahí es desconocido para el señor Presidente –atajó Rosario.
A lo que Peña sólo asintió sonriendo.
Y con ello, Robles lo hizo su cómplice en los faltantes de recursos, en los desvíos, en los robos de dinero… y, de hecho, Peña ni cuenta se dio.
Con una Rosario Robles ya despreocupada, dicen que ahí fue cuando Meade decidió hacerse “de la vista gorda” –se convirtió en cómplice– ante todas las corruptelas que, en primera fila, observaba que había en el gobierno peñista.
Privilegió sus posibilidades políticas… a la honradez que hipócritamente presume, pues por omisión, por no denunciar esos delitos en contra del patrimonio nacional, Meade se convirtió en corresponsable, secuaz y copartícipe.
Muchos millones del presupuesto desviados por RR
Fue durante las gestiones de Robles y Meade que la Auditoría Superior de la Federación encontró deficiencias en la operación de las Reglas de Operación del Programa de Pensión para Adultos Mayores, así como en las bases de datos de la Sedesol: beneficiarios del programa que aún no alcanzaban la edad estipulada, sin datos que especificaran el sexo o sin CURP ni RFC.
El daño al erario que provocaron esas deficiencias fue de 3 mil 198 millones 216 mil 900 pesos.
La Sedesol también hizo pagos a 339 beneficiarios fallecidos del programa Empleo Temporal por un millón 218 mil pesos y a 284 del programa Empleo Temporal Inmediato, también fallecidos, por 520 mil pesos.
En el caso de los comedores comunitarios, la ASF reveló que el 90% de los comedores comunitarios no fueron abastecidos correctamente. Tampoco se sabe si estaban destinados a personas en condición de pobreza extrema ni se verificaron los alimentos que se ofrecieron.
En la auditoría a los primeros tres años de gestión de Robles al frente de Sedesol, el reporte señalaba irregularidades “delicadas” en varios contratos por cientos de millones de pesos asignados injustificadamente a empresas y universidades para la realización de estudios sobre la pobreza, mismos que habrían sido pagados anticipadamente para beneficiar a varias empresas y universidades.
Pero la sorpresa mayor es que dichos trabajos y análisis nunca se realizaron y tampoco fueron entregados, ante lo cual los nuevos responsables de la Sedesol nunca los encontraron a pesar de buscarlos por todos lados.
Probablemente el equipo cercano a Rosario Robles también se llevó dichos estudios, como ocurrió con el mobiliario de la oficina de la Secretaría, o simplemente nunca se hicieron aunque sí fueron cobrados, con lo que habrían incurrido en varios delitos como desvío de recursos públicos, fraude y abuso de poder.
Ahora sí, que se preocupe Rosario.
Pero que también lo hagan sus cómplices EPN y Meade.
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