Alberto Martínez Vara
Un empresario amigo mío, creó una fábrica en un pueblito cerca de la ciudad, logró asociarse con empresarios americanos y canadienses y consiguió muy buenos contratos.
Pero tenía un enorme problema. No había conseguido un buen administrador. Todos los que contrató fueron corruptos, ineptos y no lograban que la fábrica cumpliera con sus contratos.
De repente, apareció un administrador que era amigo del 30% de los trabajadores y lo recomendaron ampliamente. Era ya una persona mayor, pero tenía mucha labia y buenas ideas para acabar con los problemas.
Al principio, el susodicho se ganó la confianza de todos, pero pronto empezó a implementar ideas bastante extrañas, se gastó todas las reservas de emergencia que tenía la fábrica y todas las mañanas reunía a los trabajadores y les lanzaba una perorata larga, muy larga, con ideas que eran totalmente absurdas y hasta ridículas.
MI amigo se empezó a dar cuenta que el viejito era muy ambicioso, pero no era eficiente y estaba rompiendo el equilibrio en la administración, pretendiendo dominar todas las funciones él solo. Y en lugar de que la fábrica progresara, iba hacia atrás.
Entonces decidió que iba a buscar otro administrador.
Cuando el viejito se dio cuenta que estaba a punto de perder la chamba, se le afectó más el cerebro e ideó un plan retorcido: Habló con el Jefe de la Policía del pueblo y le propuso que, si trabajaban juntos, podrían apoderarse de la fábrica.
Y le indicó los pasos a seguir:
Fingimos robos, corrupción y violaciones dentro de la fábrica.
Yo le propongo al dueño que contratemos a la Policía para que nos proteja desde adentro, dando los puestos estratégicos a tus policías, aunque no tengan ni idea de lo que tienen que hacer.
Y ya que tengamos el control de la fábrica, acusamos al director de “Evasión fiscal” y le aplicas la Prisión Preventiva Oficiosa.
Y así, yo tomo la Dirección y tú la Sub-dirección.
¿Cómo ves?
Al Jefe de la Policía, le pareció un buen plan y contesto sabiamente: “!Yastás hijin!”
Todo sucedió de acuerdo con los planes…
Peeero, para sorpresa del administrador ruco, cuando el Jefe de la Policía tuvo el control total de la fábrica, los policías simplemente lo secuestraron y lo mandaron a Venezuela.
Y se quedaron como dueños de la fábrica.
Como podemos ver, el ruquito era bastante inocente y confió en que la fuerza armada, le daría el poder absoluto. Pero lo único que logró fue destruir una fuente de empleo y ser odiado por todos los trabajadores.
En pocas palabras, rompió el equilibrio en la administración y todo fracasó. Dar el poder total a una persona, es un grave error.
Pero dar el poder a grupos armados…
Es la peor idea.
amv@albertomartinezvara.com