Jorge Miguel Ramírez Pérez
Durante la semana pasada EL Financiero publicó una encuesta que muestra el ascenso de la popularidad del Presidente López Obrador que en diciembre tenía una aprobación de 77% y para estas fechas apuntaba, a un poco común 86%. Casi diez puntos de un jalón.
El encuestador Alejandro Moreno desde que lo escuché en un diplomado del ITAM, me ha parecido una persona profesional, digna de crédito.
Debo reconocer que en el pasado llegué a dudar de todas las encuestas incluso de las de Moreno, porque habida cuenta de analizar como se las gastaba el equipo de Peña Nieto en tergiversar los datos de opinión, no tenía duda de una enorme maquinación para confundir al electorado. Admito que me equivoqué.
Hace tiempo que se gobierna con encuestas o por lo menos son estos instrumentos de opinión los que les dan la salida a los gobernantes para no actuar. Un amigo experto en el tema, Salvador Santoyo tuvo la oportunidad de estudiar en el CIDE, las encuestas que un gobierno del pasado les cedió. Y una de las razones por las que no se había actuado drásticamente con grupos violentos como la CNTE, era que la población desconfiaba del gobierno para ejercer el orden. Y llevan tiempo cometiendo delitos al amparo de la inacción.
En el caso de la CNTE contribuye que esta agrupación argumenta, como otras de maestro en el país, se les deben cantidades importantes en el rubro de vacaciones, interinatos, bonos y otras prestaciones que los gobiernos de los estados no reciben de los convenios con Hacienda. La percepción es que es un ente insaciable, que tiene como profesión esencial la provocación; pero los gobiernos no exponen suficientemente claro para toda la población, el curso de las reclamaciones sean falsas o parcialmente justas. Y se echan la bolita, que tiene costos cada día mayores.
Desde hace varios años los gobiernos de México no tienen legitimidad suficiente, mejor dicho legitimación en términos de Max Weber, para enderezar las conductas anómicas como se hace en países europeos y en los demás.
Por eso la popularidad de un gobernante es importante mas allá de que se menciona lo superficial. Unos hablan de su imagen, su estilo, -en el caso del Presidente López Obrador- sus conferencias mañaneras que han desplazado a muchos noticieros, que tenían como consigna interpretar lo que los presidentes decían de manera formal o sibilina. Se habla también de su proyección, dicen: ”tenemos López Obrador pá rato”, Hasta se menciona, que tiene una popularidad que le alcanza para sacar a colaboradores de los baches en los que se meten, lo que por cierto no es conveniente.
Pero me parece que lo mas importante de la popularidad, lo que realmente es positivo en términos de gobierno es que se catapulta la capacidad para actuar en asuntos que les daba miedo a los presidentes anteriores, temor justificado en tanto su falta de aceptación real.
Allí está lo del robo de hidrocarburos, que por décadas se le sacó la vuelta y en el sexenio pasado, se convirtió de plano en una fuente más del tipo de estado criminal, que configuraron Peña Nieto y su clica.
La popularidad es útil y debe, como el poder, usarse.
Por lo pronto ya rechazó la CNDH tener responsabilidades en el asunto de la CNTE porque los derechos humanos solo dan recomendaciones a lo mucho y en contra de servidores públicos, la CNTE no entra en esa configuración jurídica; pero ya hubo deslinde político abierto de López Obrador y la CNTE.
La pelota está en la cancha del gobierno, de la Fiscalía General de la República. Los afectados ya denunciaron, los del ferrocarril Ferromex- Union Pacific-Kansas City, quienes por cierto nadie sabe como se hicieron de los ferrocarriles nacionales, sino Ernesto Zedillo, su gerente o propietario y el impresentable líder Víctor Flores; señalan la afectación, que le competería a la SCT presentarla por ser a las vías generales de comunicación; y en vez de ello, le echó la pelota hace dos semanas al gobernador de Michoacán, quien tampoco le entra a poner orden. Todos ellos impopulares hasta resultan villanos.
Me parece que en ese tema y otros, falta mucho, pero lo que importa es que ya se ha iniciado con tropiezos o no. Solo resta resolver como exige el Estado de Derecho; y las circunstancias se presentan ni pintadas.
El Presidente está en su mejor momento para hacer sentir, que hay alguien en el mando de un barco que no tenía capitán hace tiempo. Además, como lo revela la encuesta en marras, el factor del combate al huachicoléo, le sumó puntos favorables, no hay duda. Es claro, el pueblo quiere un gobierno que gobierne.