Por: Héctor Calderón Hallal
En cada fresca y perfumada mañanita de su alocución, el premier mexicano ha tenido siempre sobrada ventaja, con demasiados observadores y oyentes y con pocos, muy pocos interactores.
A cada uno de sus inquisidores, cuando la intención de preguntar ha sido fiel y no inducida, ha contestado por la ruta que él ha escogido y en la dosis de razonamiento que él mismo ha determinado.
El suscrito no ha detectado, salvo en -si acaso- un par de ocasiones, cuando dos mujeres periodistas de mini grabadora y libreta taquigráfica, de las ‘de antes’ -hay que decirlo también con todas sus letras- y adscritas a medios modestos de provincia, le han revirado al presidente López Obrador su respuesta y hasta han logrado el milagro de poner a trabajar sus neuronas en algo fuera de su ‘script’ personal.
Se ven en cada ‘mañanera’ de por sí, muy escasos periodistas de renombre y eso sí, muchos pseudoperiodistas y correligionarios.
Y por eso ha de ser.
Sí; por estrategia de cada medio o de cada profesional del periodismo, que no desea confrontar… o por descuido, desinterés… o por lo que guste y mande, pero el hecho de que esto se haya vuelto un soliloquio aburrido y disfuncional, ocioso y conveniente sólo para los fines del poder en turno, es que todos somos responsables de su permanencia y de su existencia en sí.
La ‘conferencia mañanera’ existe porque así lo hemos consentido y auspiciado todos, por increíble e inexplicable que parezca. Es más, nosotros mismos, los medios, el pueblo -el sabio y también el fifí- así la bautizamos.
Esa perorata pausada, parsimoniosa, interminable, que juzga, beatifica, fustiga, da clases de ‘historia’, humilla al oponente, ensalza al aliado, amaga al enemigo, descubre soluciones a los grandes problemas y en el acto decreta políticas, llena de odio al mexicano contra su propio coterráneo, ‘amarra navajas’ entre vecinos y hermanos y, las ocasiones más desafortunadas, dice chistes ‘malísimos’ (locales pues, para decirlo con eufemismo) que él mismo celebra con sonoras e inexplicables carcajadas.
En general, el señor Presidente termina por fraguar con su personal formato, el epílogo a su propia narrativa… que las más de las veces, no es la correcta ni la más conveniente para México y sus habitantes.
El suscrito se asombra, como el resto de los televidentes, de ver cómo un ‘fervorín’ moralizante de AMLO de dos o más horas de duración, que el Primer Magistrado se ‘avienta’ parado y sin tomar agua, no obstante su edad y su ‘no aclarado’ estado de salud. Que levanta suspiros en los compañeros periodistas y asistentes, cuando aparecen en la narrativa Madero, Juárez, Porfirio Díaz… o el Reino de España, Claudio X. González… Suspiros de reproche o llanto contenido, vaya Usted a saber.
Personal de los medios de comunicación estoico y disciplinado. Más de uno de ellos capaz de dominar a plenitud el esfínter de la vejiga y de gobernar al intestino grueso con maestranza, luego del enorme sacrificio que implica ‘chutarse’ tres horas de un discurso ‘inacabable’ y redundante, cuando se tuvo que hacer fila desde las 5 de la mañana y desayunar ‘a la carrera’ lo que había en la calle de Moneda, cuya oferta gastronómica a esas horas se reduce a ‘guajolotas’ y tamales de masa colada, en sus muy variadas presentaciones: de puerco en salsa verde, de puerco en mole poblano y de rajas de chile poblano con queso, empujados con atole… ‘muy liviano’ menú para digerirse con toda la calma de la exposición presidencial, mientras la fuerza de gravedad y la digestión surten sus efectos a eso de las nueve de la mañana y sin poder levantarse al lejano sanitario del Salón de la Tesorería de Palacio.
¡Uff!… heroicos reporteros mexicanos que asisten a la famosa ‘mañanera’, que no es de ningún modo un ‘diálogo circular’.
No ha habido quien le conteste con precisión, puntualidad y firmeza al Jefe del Ejecutivo… pero en el acto.
Pero se ha llegado el momento de que esto realmente se convierta en un verdadero ‘role taking’ o ‘diálogo circular’, formato de comunicación traído al centro del debate por cierto por el propio Andrés Manuel, influenciado seguramente por más de algún asesor pseudo-revolucionario y ‘moderno’… “maginenjeeeee”.
Un verdadero diálogo donde se le pueda interrumpir al Ciudadano López Obrador, puntualizarlo y hasta, ¿porqué no?, interpelarlo, corregirlo a cada error por él enunciado o a cada interpretación dudosa e incorrecta que tenga el ‘compañero Presidente’. Sería un ejercicio imposible de terminar en un solo día.
Este martes por la mañana, en que el titular del INE, Lorenzo Córdova Vianello, salió a los medios con un mensaje nervioso y de preocupación, donde aclaró que el organismo que él encabeza no pretende ‘pronunciarse por la prohibición’ del formato presidencial de comunicación diaria, sino que sólo lo hará a partir del mes de abril, como legalmente lo prevé la ley electoral vigente, marcó sin proponérselo un derrotero para la población.
Recapituló Córdova Vianello que la propia Constitución prohíbe que los gobiernos publiciten su obra pública y sus acciones en medios de difusión masiva durante el período electoral.
Y eso es precisamente lo que hace el Ciudadano Presidente cada mañana; una puntual defensa y justificación de cada acto de gobierno … y a veces también de sus pensamientos más recónditos.
Cabe señalar que en las por lo menos las últimas 7 conferencias, se ha dedicado el presidente, reforzado por funcionarios de Salud y de la Cancillería, que desempeñan funciones de auténticos ‘mozos’, a hacer alarde y avisar estruendosamente, de la llegada de aviones de carga con algún cartón contendiendo la valija que trae las incipientes dosis de vacuna contra el virus Sars-Cov-2. Con vídeos que muestran como bajan, cargan y estiban los cartones, elementos militares y de la Fuerza Aérea Mexicana, para llevarlos a almacenar y a resguardo.
Una verdadera ofensa a la inteligencia de los mexicanos … y a su tiempo.
Está totalmente acreditada la suspensión de las conferencias ‘mañaneras’ en tiempo de campañas y en acato a los términos legales… pero en términos políticos y morales, el formato también acredita su suspensión de forma definitiva, por salud pública.
No obstante la idea de una adecuación al formato, que permita la réplica de los asistentes a la conferencia, daría mayor dinamismo y credibilidad al ejercicio y legitimaría aun más, el proceso de apertura y proximidad que en su origen (2000-2004) en el gobierno capitalino, persiguió.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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