Luis Alberto García / Moscú
*Los chavales de Fernando Hierro degradaron el “tiqui taca”.
*Ni dirigentes ni cuerpo técnico entendieron la erosión de la Roja.
*“Con esfuerzos no hay nada imposible”: Stanislav Cherchésov.
*Derrota española (4-3) ante los rosos, los rivales más débiles.
Cuánto lloraron los españoles su eliminación, derribada (4-3) de su altar por Rusia el 1 de julio de 2018, al no poder sobrellevar las progresivas modificaciones en el estilo que intentaron instrumentar sus tres últimos entrenadores –Vicente del Bosque, Julen Lopetégui y Fernando Hierro-, tan diferentes, que el resultado fue la derrota.
“España degrada el ‘tiqui taca’, reclamó un sector de la prensa española, recordando que a Pep Guardiola, quien llevó a Barcelona a los sitios más altos a que pueda aspirar un director técnico, no le agradaba que llamaran así a su estilo de juego.
Seguramente no habrá disfrutado cómo España lo practicó ante los rusos y ante el reyecito Felipe VI, acompañado de las autoridades del país anfitrión y de Gianni Infantino, el cráneo suizo más brillante de lo que ha quedado de la Federación Internacional de Futbol (FIFA) en la percudida era posterior a Sepp Blatter.
La eliminación de la Roja –la española, porque a la chilena le llaman igual- en octavos finales mediante una cardiaca tanda de penales, dos de ellos fallados por Iago Aspas y “Koke” Resurrección –de veras, así se apellida- pareció ser una razón más que suficiente.
Quienes gustan de los números contabilizaron mil 137 pases e impuso nueva marca en choques mundialistas, 184 de ellos responsabilidad de Sergio Ramos, ator de toque casi siemore horizontales, sencillos de controlar por los rusos; sin embargo, España se adelantó con un autogol de Sergei Ignashevich y Artem Dzyuba poniendo el empate mediante penal marcado a Grrard Piqué.
Hierro, el técnico ibérico que asumió el cargo en medio de una crisis casi insalvable en la víspera, no pudo ganar, y sus chavales se aburrieron de sí mismos, culminando su actuación con las fallas de Iago y “Koke” y Iago, la ausencia de Andrés Iniesta –jugó poco más de media hora y anotó su penal; pero tal vez pensando en su debut en Japón una semana después- y dándose una decisión que hizo justicia a Rusia.
Los de casa –esta vez el estadio Luzhnikí- dejaron a España apoderarse del balón, debido a que el equipo de Stanislav Cherchésov, transformado desde el empate (3-3) en un amistoso en noviembre de 2017, estaba obligado a contragolpear con una selección atlética, de sacudidas frenéticas y oleajes furiosos.
Y así dio con dos teclas inesperadas: Denis Cheryshev, jugador del Villarreal que arrancó el Campeonato Mundial de suplente e hizo tres goles para comenzar, y Artem Dzyuba, un nómada del futbol ruso que también partió desde la banca.
El ariete fue reiteradamente castigado por el Zenit de San Petersburgo con préstamos a clubes modestos; pero Cherchésov, que ya lo había condenado sin tomarlo en cuenta para la Copa Confederaciones de 2017, lo indultó a última hora y anotó dos tantos.
El gigante Dzyuba, con196 centímetros de estatura, no solamente marcó, sino que también descolgó una pelota tras otra, sin que nadie en el torneo le hubiese disputado más asaltos aéreos (42) ni ha ganado tantos (22), pues es un delantero al que busca hasta el portero Igor Akinfeev o los defensas centrales.
El día de la eliminación de España, Dzyuba fue más que incómodo para Gerard Piqué y Sergio Ramos, quienes tuvieron grandes dificultades para evitar numerosos estropicios, además de que entre Cheryshev y Dzyuba se articula Alexander Golovin, no solamente el mejor asistente del equipo ruso, sino el futbolista que más kilómetros recorrió.
A Cherchésov, quien como jugador del Spartak de Moscú se midió en 1991 a Fernando Hierro –improvisado como seleccionador al saberse que Lopetegui había sido contratadode por el Real Madrid en medio de la concentración- en una eliminatoria de la Copa de Europa con victoria de los rusos sobre los madridistas, le sirvió aquel episodio para enfatizar: “En Rusia decimos que con esfuerzos no hay nada imposible”.
Cherchésov, portero de la Sbornaya en Estados Unidos 94, torneo en el cual Oleg Salenko hizo cinco goles –de los seis que hizo Rusia en su juego contra Camerún, imponiendo una marca no rota- sorprendió como técnico en 2018 al sostener que, desde la llegada del madridista histórico a la dirección técnica de España, ésta había cambiado su forma de jugar, así como las funciones de algunos jugadores.
Quizá quiso referirse a que la Roja de 2018 no había sido la Roja verdadera, y por eso, en los octavos de final, España buscó a España desesperadamente; pero sin encontrarla., cargando la culpa David de Egea, Alba, Piqué, Ramos, Busquets, “Koke”, Isco, Asensio, Aspas, Silva y Diego Costa
De tan triste manera, el proceso de reacción contra el estilo de futbol revolucionario que impusló la selección española para ganar a Holanda la Copa FIFA / Sudáfrica 2010 y la Eurocopa de 2012, concluyó en Moscú ocho años después.
No hay duda de que esa despedida fue reflejo de una erosión que no quisieron ni ver ni entender dirigentes y cuerpo técnico de un equipo que, marcado favorito para ganar la Copa del Mundo en Rusia, fue vencido por el rival más débil –en el número 65- del tablero de doña FIFA.
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