A partir del momento en que la juventud amante y estudiosa del derecho eligió optar por ingresar a las Universidades de la República a fin de obtener un título que los acredite como Licenciados en Derecho, se convierten en abogados de la esperanza.
La justicia requiere contar con jóvenes abogados, de suaves formas pero de recio carácter, que cuenten con la decisión y el talento necesario para salir de la crisis de justicia que en la actualidad México padece, misma que ahoga en éstos tiempos a nuestra Patria y consecuentemente a nuestros recintos de procuración e impartición de justicia.
México se sentirá brillante, sin temores y sin miedos, si se encuentra rodeado de un grupo de noveles abogados que participen de manera activa a favor de la justicia, a favor de nuestra Nación.
Tengo la certeza absoluta, como viejo que ya soy, que cuando esos jóvenes reciban su título profesional y jurídicamente respeten la dignidad de la profesión, la limpieza de la justicia y el honor de México, a partir de ese momento sabrán que no existirá ninguna injusticia que los haga inclinar su cuerpo y su mente ante ella, pues con dicho juramento sabrán y se propondrán siempre llevar la justicia en alto, hasta colocarla en el sitial que ella merece, que México requiere.
La contundente energía de la juventud, nos da, a nosotros los viejos, la absoluta seguridad de que sostendrán argumentos firmes en honor preciso a ese temperamento que se desborda en esa edad, que fortalecerá y llegaran a adquirir un sólido carácter y su entrega será total para buscar, adquirir y exigir justicia.
Nuestros jóvenes nacidos en ésta hermosa tierra de oportunidades, los más de ellos herederos de las formas delicadas y gentiles de ser sus padres, con el mismo férreo temperamento de ellos, sabrán sacar a la justicia del estiércol e inmundicia en que algunos gobernantes indignos la llevaron.
Sus padres, ahora maduros, orgullos estarán de esa presea que como abogados se recibe, cuando las universidades hagan entrega de sus títulos, para con ello dejar constancia en esas Almas Maters y en los anales de la República de la dignidad y de la hombría de bien que merece la profesión.
La justicia se permitirá recibir y celebrar la firmeza de carácter de esos nuevos abogados, los cuales arribaran con sólidos y definidos antecedentes genéticos, precedidos en la conducta siempre intachable de sus señores padres. Por todo ello, no me cabe la menor duda en afirmar que México requiere de su abogacía joven, pues sólo ellos serán los idóneos para obtener con éxito y mano firme, los maltrechos en los que vive hoy y padece la justicia. ¿
Son los jóvenes de la esperanza, de una esperanza que hoy ya comienza a convertirse en realidad.
Sean Ustedes bienvenidos a luchar por la justicia. La tercera edad inicia su retiro.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal Del Colegio de Abogados de México, A.C..