DIARIO DE ANTHONY
Aprox. 3 p.m. Nunca nada podrá consolarme. Duele y causa impotencia ver y darme cuenta de la naturaleza de este dolor. Ahora mismo me dolía donde estaba el quiste y…
Daba vergüenza verme en la necesidad de… No te lo diré. Pero yo había esperado demasiado tiempo para dizque estar bien y… Mierda. El dolor siempre volvía a suceder.
Toda esta parte de la cara, el ojo y la nariz; cómo iba a poder explicarlo. Luego, cuando gracias a una pastilla de complejo B., yo, lograba deshacer el entumecimiento… ¿Cómo iba a decir que llevaba así más de seis años…?
No había nada más peor que tener rinitis, porque entonces la cara te dolía, los ojos se te comprimían… pero yo “siempre me inventé la excusa perfecta”. Entonces decía que los ojos me dolían porque entonces VER O MIRAR todo este país me causaba pavor, asco, repulsión, y un sin fin de cosas más.
¿Una vez más te lo estoy explicando? Ah, rinitis. Todo este tiempo el dolor aquí en mi nariz me ha correteado. He vivido corriendo de mí mismo. Y la mayoría del tiempo, que me lo he pasado postrado o sentado; ni aun así este dolor ha podido dejarme en paz.
Ahora ya no tengo agua de mar, y tampoco tengo el maldito dinero para comprarlo. Y dizque espero por una “respuesta”. ¡Cuánta no es mi impotencia! Ahora ese médico, que un día me dijo que “yo no tenía nada”, ahora es el flamante alcalde de este triste pueblo.
¿Pedirle 200 malditos y chingados pesos para una botella de sterimar? Un día, él me dijo, refiriéndose a mi enfermedad: “No te va a matar” ¡Cuánta no es mi impotencia! Ya lo ves. No es algo que me haya matado, pero maldita sea que todo este tiempo TAMPOCO ME HA DEJADO VIVIR…
Mi tratamiento era algo muy riguroso. Pastilla de loratadina para el dolor, agua de mar para lo mismo, un humectante para lo mismo, pastilla de complejo B., ácido ascórbico, que también me mataba el dolor… No tengo ni un puto peso…, pero trato de no desesperarme. Venir a limpiar este salón por cincuenta pesotes, aparte de tener que ayudar a otras cosas…; ahora mismo me hace sentir mucha vergüenza. ¡Cincuenta pesotes! Hoy ganaré ¡50 pesotes! ¿Lo puedes creer? Pues créelo. Esto es México.
Pd. Ya son más de las ocho. Son las 8: 04 de la noche cuando todo esto escribo. A duras penas y he podido teclear lo de arriba. Al llegar de casa, y después de cenar, de nueva cuenta me desobstruí la nariz. No fue mucho el moco, pero algo fue algo. Luego, tal vez y gracias a esto, enseguida sentí que un punto del pecho, en el lado derecho; ah, ¡cómo te lo podría explicar! Es algo comprimido; cielos. Caminé hasta la biblioteca… para teclearte todo esto. Utilizo una de esas computadoras que el buen sapo millonario tuvo la amabilidad de “donar”. ¿No es esto acaso la más triste de las ironías? Y desde este cuarto escuchaba, aquí al lado, a todos estos “parásitos” que el buen alcalde tiene que pagar cada quince días… Ah, lo que es la vida. Cada vez que deshago un poco más de dolor, y cada vez que vuelvo a sentir un poco de “esperanza”; cielos. No quisiera pensar en todo mi camino recorrido. Luego entonces pienso en lo que la hija de Reagan alguna vez dijo, refiriéndose a su urgencia de reconocimiento sobre su trabajo (ella es escritora), que el asunto tiene que ver con el dinero, pero que de manera irónica no todo es sobre DINERO. Yo necesito fondos…, pero, maldita sea. ¡¿Qué maldito dinero podría borrar todo lo que me ha sucedido?!
Quisiera escapar, lejos lejos, a un lugar donde el pasado no pueda seguirme o encontrarme. Estos parásitos ahora, en cierta forma tienen lo que yo no tengo. Un respaldo monetario. Espero pronto ya empezar a teclear el nuevo cuento: “CUANDO AQUÍ CAIGA NIEVE”.
Pd. Mi único “anhelo” era ser un escritor de “películas”. Una sola idea, una idea que lo traspasase todo.
Anthony Smart
Noviembre/21/2018