CIUDAD DE MÉXICO, 1 de marzo (AlmomentoMX).- Analizar las condiciones socioeconómicas que tienen los indígenas que viven en espacios urbanos es parte de la línea de investigación que realiza el doctor Jorge Horbath, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), unidad Chetumal.
Para el doctor en ciencias políticas y sociales, el tema de marginación, exclusión y discriminación es relevante, ya que lo analiza desde una visión integral del desarrollo para contribuir al bienestar de las poblaciones vulneradas.
Horbath ha estudiado el tema desde que trabajó como profesor en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), posteriormente formuló un proyecto para el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol) sobre indígenas en las ciudades, el caso específico de la Ciudad de México.Jorge Horbath.jpg
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el investigador señaló que recientemente se realizó el Seminario Internacional “Discriminación, Exclusión y Pobreza de los Indígenas Urbanos en Las Américas”, en el cual se obtuvo una comparación de los resultados de México con otros países.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuál es la importancia de estudiar este tema?
Jorge Horbath (JH): Este punto es fundamental porque desde las ciencias sociales la parte de explicar lo que pasa con la población indígena se nos ha quedado relegada, y se nos ha tematizado en colectivos que van dirigidos a asociar a la población con territorios rurales; sin embargo, esta población en pleno siglo XXI, donde la movilidad de la población es total y se ha intensificado, el desplazamiento de las zonas rurales a las zonas urbanas no solo es en América Latina sino también en Canadá y Estados Unidos.
AIC: ¿Qué pasa en México?
JH: Para el caso de México, la identificación de la población indígena va dirigida a un solo registro, que solo contempla el atributo de habla de lengua indígena, y resulta que hay una serie de atributos que llevan a que la cifra oficial se sitúa en seis millones 500 mil personas; en el caso de nuestra metodología amplía la aplicada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el 2012. Con base en el Censo de 2010, para el Coneval les arrojó 18 millones de personas con algún atributo indígena.
Nosotros, al seguir trabajando en esa línea, hemos detectado una población de 22 millones de personas con al menos un atributo indígena. Eso muestra la importancia del tratamiento de la información para identificar la proporción que tiene que cubrir en términos de obligatoriedad por parte del estado, las políticas y los problemas sociales que son dirigidos a las y los indígenas.
El tema de población indígena es de alta sensibilidad, porque si trabajáramos con cifras oficiales, encontraremos que 30 por ciento de esta población se ubica en las ciudades del país. Con nuestros cálculos estamos en una cifra mucho mayor de población indígena que está en los ámbitos urbanos y que requiere de un tipo de programas sociales totalmente diferentes a los que se aplican en estos ámbitos.
AIC: ¿Hay igualdad en estas comunidades?
JH: El tema de la igualdad es un trabajo, es un tema de construcción social y cultural, para eso hay instituciones que se han creado. El tema de la educación es clave para que en ella se construyan valores y se dé una incidencia que permita una acción de apertura de inclusión de grupos y comunidades. Es abrirle el espacio al otro. Es pensar de manera colectiva y no de manera individual.
Las instituciones educativas son el primer motor que tenemos para que se impulse una educación con perspectiva intercultural, y no como actualmente se hace. Lo máximo que puede estar haciendo la política pública es llegar hasta el multiculturalismo, que es pensar en el respeto por los otros grupos pero sin la capacidad de integración efectiva. No es una construcción de nación integrada, sino de grupos que son respetados por derechos pero con esa incapacidad de inclusión.
Se pretende hacer que estas instituciones públicas en las ciudades coadyuven al reconocimiento de esta población. De esta forma, en el espacio público no solamente la población indígena sino en términos amplios todas y todos los habitantes de las urbes puedan participar en la construcción integral de lo que reconocemos como ciudadanos urbanos. Es un problema que hay que comenzar a trabajar desde la base de la sociedad, que es el marco normativo del país en general, para que se dé un reconocimiento del sujeto social de derechos que tenga garantías, se los reconozca como tales y puedan integrarse dentro de una política pública que pueda reducir este tipo de flagelos.
AIC: ¿Cuál ha sido su experiencia desde que inició con el estudio?
JH: Esta etapa ha sido muy interesante. En México inicié trabajando los temas sobre pobreza, desigualdad, los problemas en el mercado de trabajo urbano y los resultados han sido relevantes porque hablamos de temáticas sociales muy complejas, las cuales son vinculantes con el proyecto.
En las líneas de trabajo, el ingreso marginal adicional que pueden tener por haber migrado a la ciudad respecto al que tenían en sus lugares de origen es muy poco respecto a la fuerza de trabajo no indígena, lo que perciben en los trabajos de mercado urbano la gente que no tiene atributos indígenas.
Sin embargo, es muy significativo para el indígena migrar porque eso le representa no solo una mejora a nivel de ingresos sino un acceso al mundo urbano de servicios y que obviamente le ha abierto oportunidades, pero que su costo es despojarse de su identidad como indígena.
En las ciudades ellos asumen la identidad como pobre urbano a costa de la identidad como indígena, porque le es mucho más favorable, entonces en los empleos no le dan trabajo al indígena, si se cambian un poco su apariencia en la forma de vestir, si no hablan tanto en su lengua, y todos sus usos y costumbres los ocultan, es cuando comienzan a ver que los contratan.
AIC: ¿Cuáles son los resultados?
JH: Hemos encontrado que en las grandes ciudades es donde se generan más oportunidades a los indígenas; sin embargo, son los más explotados, por ejemplo en Guadalajara, la Ciudad de México, los ves circulando pero están involucrados en actividades informales, porque en esta área hay ingresos relevantes.
En el caso del indígena urbano se sitúa en los niveles más bajos de remuneración. Las condiciones no son favorables y se abocan mucho en actividades que son de servicios pero siempre de aporte de su fuerza de trabajo de manera directa, o en actividades artesanales, servicios culturales, etcétera.
También se encuentran sectores bastante discriminantes, como ejemplo, en las actividades productivas en la clasificación mexicana, tanto el sector de justicia y el sector de organismos internacionales, son donde los indígenas se encuentran menos favorecidos respecto a los no indígenas en las mismas condiciones.
Un logro del proyecto fue la capacidad de convocar a más de 30 especialistas de los países de norte, centro y Sudamérica para postularlos como Grupo de Trabajo “Indígenas y espacio urbano” del Consejo Latinoamericano de Ciencia Sociales (Clacso), el cual obtuvo reconocimiento con vigencia hasta 2019.
Fue gracias al Seminario Internacional que realizamos en agosto de 2016 en Ecosur Chetumal, donde nos reunimos inicialmente a comparar 20 estudios desarrollados en la región y encontramos fuertes puntos de convergencia, con elementos comunes tanto en la detonación de la discriminación como en el desenlace que lleva a la pérdida de la diversidad de identidad étnico-racial.
Actualmente el grupo suma medio centenar de investigadores que realizan trabajos y actividades de intercambio académico y científico sobre el tema, para visibilizar la problemática y contrastar dimensiones de política factibles para que la discriminación hacia las y los indígenas se erradique no solamente de las ciudades sino de nuestros países.
AM.MX/fm
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