El ex presidente boliviano Evo Morales intensifica su lucha política al continuar con una huelga de hambre y alentar a sus seguidores a ocupar carreteras en protesta por la situación económica del país y la gestión de su sucesor, el mandatario Luis Arce. Morales busca consolidar su control sobre el Movimiento al Socialismo (MAS) de cara a las elecciones de 2025.
La crisis política en Bolivia se agrava, con bloqueos en carreteras que ya cumplen 21 días. En respuesta, el gobierno ha acusado a Morales de instar a sus seguidores a generar violencia. «Mi lucha es para mejorar la situación del país y para iniciar un diálogo sin condiciones», aseguró el ex presidente, quien propone establecer dos mesas de diálogo: una económica y otra política.
El presidente Arce, por su parte, sostiene que las protestas promovidas por Morales solo persiguen intereses personales y han contribuido a deteriorar aún más la economía. El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, manifestó que el gobierno está dispuesto a negociar, pero no a costa de la impunidad ni de violar la Constitución. «Lamentablemente, el señor Morales ha pedido a sus seguidores que necesitan mayores enfrentamientos para conseguir muertos y derramamiento de sangre», añadió en un mensaje en la red social X.
La situación se complica aún más con la toma de tres unidades militares por parte de los seguidores de Morales, quienes han mantenido a 200 soldados y sus familias como rehenes. Sin embargo, Morales defendió esta acción, afirmando que se trata de una vigilia y no de una toma militar.
Los partidarios de Morales también exigen que no se le investigue por un caso de supuesto estupro relacionado con una joven de 16 años con quien tuvo una hija. Además, demandan que se le permita ser candidato en 2025, después de que un fallo del Tribunal Constitucional lo excluyera de la carrera electoral. «No es que Evo quiera ser presidente; el pueblo me ha planteado que vuelva. En mi gestión había estabilidad. Cuando hay estabilidad económica y política, hay felicidad», declaró Morales desde la sede del sindicato cocalero, donde realiza su huelga de hambre.
La tensión se incrementó tras un intento de magnicidio del que Morales se dice víctima. Aseguró que el gobierno envió encapuchados para disparar a su vehículo, un ataque que considera un intento de asesinato. El gobierno, en respuesta, afirmó que Morales se resistió a una requisa en un control antidrogas, lo que derivó en una persecución policial en la que él supuestamente atropelló a un agente.
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