Javier Peñalosa Castro
Cuando aún no terminan las sorpresas por las condiciones en que se dio la re recaptura de El Chapo Guzmán, con capítulos que suenan a franca ficción, como la marca de tequila que, con la marca Honor —vaya paradoja—, lanzaría en sociedad con Kate del Castillo, se anuncia con bombo y platillo la aprehensión, en España, de Humberto Moreira, expresidente del PRI y primer operador de la campaña de Enrique Peña Nieto por la Presidencia, quien residía en aquel país tras su salida del Revolucionario Institucional, y que no había sido molestado, hasta ahora, ni con el pétalo de un citatorio a comparecer ante la justicia. Aunque no se ha informado oficialmente, trascendió que se le acusará de lavado de dinero, delincuencia organizada y enriquecimiento ilícito.
Llama la atención que este nuevo espectáculo mediático se dé en el marco de una severa crisis económica que sólo el gobierno y sus corifeos se empeñan en negar, y que ha causado verdaderos estragos en los bolsillos de la inmensa mayoría de los mexicanos, que nada más no ven para cuándo comenzarán a gozar los tan cacareados beneficios de las llamadas reformas estructurales que ha utilizado el peñismo como bandera.
Se da, asimismo, en el marco del hartazgo que provoca entre la gente el cinismo y la impunidad con que se conducen quienes saquean el patrimonio nacional a ciencia y paciencia de las “autoridades”.
De momento, el exgobernador —y saqueador, sin duda— de Coahuila parece el chivo expiatorio perfecto para aparentar que se está haciendo algo por combatir a la cleptocracia… Sí, se actúa, pero sólo en apariencia y contra ladrones de otros sexenios. Sin embargo, más temprano que tarde este nuevo montaje mediático dejará de tener efecto, pues los más voraces depredadores del erario siguen en activo, operando con total impunidad y con la bendición de la Secretaría de la Función Pública.
En lo que parece una nueva manifestación de la conducta esquizofrénica del PRI, ese partido ya anunció que —al igual que hizo recientemente, y de manera exitosa, con su socio de trapacerías, el ex dirigente del Partido Verde, Arturo Escobar— defenderá a Moreira, de quien —adivinaron— sostienen que es inocente.
Y, por supuesto, esta disposición no es gratuita, pues para garantizar la impunidad, personajes como Moreira dedican una parte importante de lo hurtado al financiamiento ilícito de campañas electorales, a través de medios como los famosos monederos de Monex y Soriana, cuyo uso ilícito fue ampliamente probado y jamás sancionado por las autoridades en materia electoral.
Lo que viene, lo sabemos bien, será mantener preso a Moreira hasta que se diluyan los cargos que se le imputan —lavado de dinero, delincuencia organizada y desvío de fondos públicos en beneficio personal— por una conveniente debilidad de las pruebas que ofrezca —si es que lo hace— la Procuraduría General de la República y, a final de cuentas, no se tocará un centavo de la inmensa fortuna que amasó este destacado representante de la picaresca política nacional, primero como líder magisterial y posteriormente en la política.
Ocurrirá —acertaron de nuevo— lo que con Carlos Cabal Peniche, Ángel Isidoro, El Divino Rodríguez y Óscar Espinosa Villarreal. Peor aún, podría ocurrir lo que con Raúl Salinas de Gortari, a quien se pidió perdón, pese a la innumerable cantidad de pruebas de que los cientos de millones de dólares que “cosechó” durante la presidencia de su hermano Carlos eran, por decir lo menos, de origen legalmente inexplicable.
Como dicen los que saben, en política no existen las casualidades. Sin embargo, si bien los dos últimos acontecimientos y la próxima visita del papa Francisco mantendrán distraída a la concurrencia, no creo que los “magos” de la comunicación de Peña tengan una conejera lo suficientemente poblada para mantener entretenida a la ciudadanía hasta el improbable momento en que las llamadas reformas estructurales comiencen a rendir frutos.
Habrá pues que ver que genialidad se les ocurre para tratar de mantener en pie a un régimen decadente y endeble que cada vez está más lejos de la gracia de la mayoría de los mexicanos.
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Sin duda, este rechazo se reflejará en la próxima elección presidencial, para la que, acudiendo al símil establecido por el tristemente célebre cacique guerrerense Rubén Figueroa, la caballada está no flaca, sino raquítica.
Estimado y entrañable Javier, deseo no equivocarme, acaso abrevamos en la misma institución “La Septien García, Espero me ubiques y recuerdes. Felicitaciones por tus artículos. Estoy a tus ordenes.
Espero confirmación y contactarnos.