Historias para Armar la Historia
Ramsés Ancira
En el último avalúo, los bienes de esta familia oaxaqueña ascienden a más de 185 millones de pesos; sin embargo, el padre, la madre, los hijos y la suegra han tenido que dispersarse por todo el país, luego de sufrir atentados y persecuciones, de las cuales responsabilizan al director del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes. Le acusan de delitos comparables al abigeato.
Abuso de autoridad, allanamiento de morada, privación ilegal de la autoridad (más lo que se acumulen) figuran en el expediente turnado a la magistrada Luz María Aguilar Morales de la Suprema Corte de Justicia.
La tragedia de esta familia poseedora de un rancho de varias hectáreas en San Cristóbal Suchixtlahuaca empezó el 26 de junio de 2015 cuando fue ilegalmente privada de la libertad la señora Adriana Gaytan López. El motivo que le dieron para esto, es que sus chivos habían invadido terrenos forestales protegidos.
Guillermo Rivera, esposo de la acusada, alegó que no era cierto, pues en su rancho había terreno suficiente para que los animales comieran, además de que estaban debidamente encerrados.
Pero hay una circunstancia en su contra, Adelfo Regino era, desde antes de presidir el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, el mandamás de la organización de Servicios del Pueblo Mixe, Asociación Civil.
La familia Rivera demandó entonces al síndico municipal de Coixtlahuaca, Oaxaca, Álvaro Pérez Montes por el despojo de 148 chivos y 43 cabritos de la raza bóer, una cruza de animales provenientes de la región Nubia, en África y otras de diversas regiones europeas. La especie, además de su estética apariencia, está considerada como una de las más productivas del planeta.
El sueño de los propietarios era que con la cría de este ganado, el pueblo no iba a requerir más subsidios del gobierno, pues el negocio resultaba tan, pero tan bueno que permitiría el desarrollo de la región.
El sueño se volvió pesadilla, de la que no pueden despertar después de más de un lustro. A los chivos no los encontraron en el monte, los sustrajeron de su corral. En las ciudades tal vez no recuerden esa palabra, pero al robo de ganado se le llama abigeato, y este no fue cometido por forajidos tradicionales, sino por las propias “autoridades”
La denuncia estaba en poder de la Fiscalía Especializada en Materia al Combate a la Corrupción. Entonces, según los perseguidos, Pérez Montes reunió a los pobladores de Nochixtlan, les aseguró que los chivos representaban un peligro para los árboles y le pidió permiso a los campesinos para tomar 300 mil pesos de la caja pública, que invertiría, se los advirtió, en comprar a los funcionarios de esa instancia del poder judicial.
Los chivos, dice Guillermo Rivera, en primer lugar no representaban ningún peligro para los árboles, por el contrario, le dijeron ambientalistas, con su abono contribuían al desarrollo de las especies maderables.
En segundo lugar (el descendiente de mixes me explica entre sorbos a sendos cafés capuchinos que le invité en un lugar cercano a Palacio Nacional) tenía suficiente espacio en su rancho para que los chivos no tuvieran que traspasar linderos e irse a vagar por el bosque.
Desde 2019 la oficina de Atención Ciudadana de la presidencia de la República, ubicada sobre la calle de Correo Mayor, dio por recibido un oficio con su queja y lo que sucedió con ella fue lo acostumbrado: nada.
Les dieron un número de folio, un número de teléfono para que consultaran el progreso de su denuncia y, metafóricamente, una palmadita en la espalda antes de despacharlos. Ya pasaron dos años.
La justicia no llega ni pronta, ni expedita.
El 22 de febrero de 2021, le dieron por recibida la queja en la Unidad de Apoyo al sistema de Justicia de la Secretaría de Gobernación, que encabeza la que quizá sea la funcionaria más inútil en el gobierno de López Obrador, Paulina Téllez Martínez.
Mientras que no pruebe lo contrario, no hay constancia de que la oficina de apoyo al Sistema de Justicia haya “apoyado” en un solo caso. Si se tratara de un despacho particular, habría que demandarlos por negligencia profesional.
Mientras tanto, el caso ha llegado a la Suprema Corte de Justicia; pero antes la familia tuvo que huir a otro lugar de Oaxaca donde tienen familia. En el camino fueron interceptados por sujetos armados. Piensan que no los acribillaron porque viajaba con ellos un niño de brazos.
Entonces los integrantes de la familia, que desde el principio poseían ganado con valor de varios millones de pesos, decidieron separarse. El padre detectó que a donde llegaba lo acechaban gatilleros, así que huyendo de pueblo en pueblo, siempre trasladándose por la noche y lejos de sus hijos, para que no atentaran contra ellos, finalmente decidió asilarse fuera de Oaxaca.
Actualmente vive en un barrio muy pobre, en otra entidad del país, desde donde se traslada continuamente a distintas dependencias de gobierno en la capital de la república. Uno de los integrantes de la familia me dijo que su única esperanza era que me escuchara el presidente, pues ninguna injusticia que no se denuncie en la televisión llega a progresar.
Terminamos el café y salimos en busca de un comercio donde pudiera sacar fotocopias de sus demandas. Antes, uno de sus familiares me había preguntado cómo podrían agradecer a Los Ángeles Press por interceder ante ellos con el Presidente. Les hice saber que no había ninguna garantía de que pudiéramos hacerlo.
Nos despedimos y fue entonces que le di respuesta a la consulta que me había hecho días antes el hermano del jefe de la familia despojada. Pactamos que si recupera a sus animales nos invitará a comer una birria, luego de que remodele su casa, que lleva varios años deteriorándose por el abandono, tal cual le sucedió al personaje de la canción Jacinto Cenobio.
Sin embargo, a diferencia del sujeto de la historia, Guillermo Rivera no ha perdido contacto con su esposa. De hecho tiene un hijo que es un pintor genial. No hablamos de un artesano, sino de un pintor digno de ser expuesto en los mejores museos de México.
Bitácoras suplementarias
Agosto 5 de 2021. Seis de la mañana con seis minutos. Una guapa mujer me intercepta a la entrada de Palacio Nacional y me pide que le reciba un pequeño libro, y una hoja con una petición al presidente.
Le explico que no nos dejan pasar con libros a la conferencia; pero ante su mirada suplicante, observo que llevo un saco deportivo con bolsas muy anchas y puedo guardarlo sin que me censuren.
Una hora después, mientras espero inútilmente que me vea el presidente López Obrador y me conceda una pregunta, desdoblo la hoja, donde ella resume su historia en 32 líneas, de las cuales transcribo las que me parecen esenciales:
“El licenciado Junquera me ha defraudado por 19 millones de pesos y me ha privado ilegalmente del legítimo título de mi casa, estoy aquí porque no sé a quién recurrir, el sistema judicial está totalmente corrompido y obsoleto, ¿Qué oportunidad tengo yo contra el Presidente (sic) con licencia del Colegio Nacional de Abogados? Tengo información valiosa que puede arrojar luz y conocimiento de la clase de rata que es este sujeto, para quien no existe robo pequeño?
Mientras escucho el choro interminable de un colega que ha hecho una pregunta que me parece completamente insulsa e indigna de ocupar espacio en la transmisión de televisión más vista del país, recuerdo haber visto unos ojos claros encima del cubre bocas. Ella me había extendido su mano franca, pero yo, curtido por las normas de “la sana distancia”, solo cerré el puño para chocarlo contra el de ella. Ahora siento pena, creo que lo menos que pude haber hecho es responderle con la mano extendida. Al fin y al cabo lo primero que haces al ingresar a Palacio es aplicarte un generoso chorro de gel desinfectante.
Ya ni modo. Espero que vea estas líneas. Al calce de la hoja que me entregó viene su nombre y datos de contacto. Se llama Collete Louise Wall y prometo darme el tiempo de leer su libro. Sé lo caro y difícil que es auto publicarse.
Lo que no se oyó en la mañanera
Mismo día, minutos antes de las 9 de la mañana. Tomado de mi línea de tuits:
El presidente empieza a alejarse. Terminó su conferencia de prensa de este jueves, un poco antes de lo habitual, anunciando que tenía un desayuno. Varios reporteros le preguntaron ¿con quién? y respondió con sinceridad que con @ArturoZaldivar pte de la @SCJN.
No era algo cómodo de responder por la supuesta distancia que debe haber entre el poder ejecutivo y judicial. También sin micrófono varios reporteros le preguntaron de que iban a hablar: el presidente dijo que de varios temas.
Como corresponsal de @losangelespress llevaba varios cuestionamientos sobre temas relacionados, entre otros que la @SEGOB_mx, viola la Constitución porque esta garantiza la libertad a quien tenga dos años en la cárcel sin sentencia y @M_OlgaSCordero publicó que el beneficio será después de 10 años de limbo jurídico. Entonces también tuve que levantar la voz para decirle al presidente que no se le olvidara tratar el tema de la tortura, y como sé que es un apasionado de la historia le recordé el plazo que el mismo fijó, para el 15 de septiembre de 2021, para liberar a estas personas. Le dije a voz en cuello que era equivalente a la Toma de la Bastilla, con la que dio inicio la Revolución Francesa y que consistió precisamente en liberar presos.
AMLO entendió y respondió que en efecto, también en México había la costumbre de liberar presos el 15 de septiembre. Fin del reporte.
Le recordamos a @A_Encinas_R que faltan 31 dias. ccp. @JesusRCuevas para que informe lo que no se entendió.
Anotación adicional: (lo que no se graba, diría Rosario Castellanos, no consta en actas.
Post Data: Se cancelaron las listas para el orden de las preguntas, lo que es bueno y es malo, esto último por los compañeros que desperdician el tiempo con mensajes de grilla o personales, pero además se nos amenazó con que si alguien le reclamaba al presidente que no hubiera “turno al bat” (para hablar en los términos beisboleros que tanto le gustan) nos retirarían de la lista de medios acreditados. Cabe precisar que @lopezobrador_sí preguntó desde el principio quién seguía en la lista. El día anterior los reporteros asistentes le reclamaron que no la respetara.
Pero ante la advertencia hecha a viva voz por la encargada del protocolo, ya no hubo espacio para debatir el punto.
Post post data:
Señor presidente López Obrador, no quiero chayo, quiero mi birria, por favor dígale a “Lety” como llama cariñosamente a la responsable de atención ciudadana, que interceda ante la flamante Secretaría de la Función Pública, para que investigue a los responsables del abigeato, y así la familia recupere a sus chivos. Supongo que usted coincidirá con ellos, de que ya no son los tiempos de Joaquín Murrieta, y de las injusticias del viejo oeste.