DE LINDES
A lo largo de la historia las religiones han sido motivo de enfrentamientos entre personas con creencias diferentes, como también de tragedias debido a la fe ciega de algunos y al fanatismo de otros.
Esto se ha visto en hechos en los que sectas disfrazadas de grupos religiosos han llegado a extremos inimaginables, como lo ocurrido en 1993 en Waco Texas en el que 76 personas perdieron la vida o la masacre de Jonestown en 1978 que sin duda ha sido el más trágico por la muerte de 918, y esto por nombrar solo algunos.
Y hoy un nuevo episodio oscuro hace historia ya que en Kenia se dio a conocer la muerte de 70 miembros de la Iglesia cristiana “Iglesia Internacional de las Buenas Nuevas”, la cual fue fundada en 2003 por Paul Mackenzie Nthenge, antiguo taxista que un día decidió autonombrarse pastor y fundador de una nueva iglesia basándose en su interpretación de la Biblia, con ideas tan polémicas y extremas que desde el inicio de su creación fue vigilado por la autoridades kenianas, las cuales incluso lo detuvieron en dos ocasiones, la primera de ellas en el 2017, principalmente por fomentar que sus adeptos no fueran a la escuela, ya que según él, esta no estaba reconocida ni aprobada por la Biblia, pero ninguno de los hechos anteriores se compara con lo ocurrido a partir del 14 de abril, cuando a través de una denuncia, el gobierno supo de la muerte por inanición de algunos miembros de la iglesia, quienes confiando ciegamente en las promesas de Mackenzie dejaron de comer creyendo que así podrían ver a Cristo.
Al momento de que se supiera la noticia se levantó un poco de polémica, pero con el paso de los días y con la aparición de nuevas personas fallecidas, la comunidad internacional se ha horrorizado al ver hasta dónde puede llegar el fanatismo de algunos.
Ésto debido a que cuando las autoridades iniciaron las averiguaciones y llegaron a la propiedad donde se ubicaba la secta, encontraron decenas de personas muriendo de hambre y en condiciones físicas sumamente deterioradas, y lo peor es que cuando se les prestó ayuda médica, muchos de ellos se negaban a recibir alimento porque seguían confiando en las palabras de un hombre que sin algún tipo de estudios teológicos, fue improvisando los fundamentos de una iglesia que hoy ha demostrado no ser sino un enorme lavado de cerebro, sobre todo porque cuando la policía se dio a la tarea de revisar las instalaciones del lugar se toparon con diversas tumbas que hasta hoy son 70 y que al hacer las exhumaciones pertinentes, se ha descubierto que todos ellos murieron por la falta de alimentos.
Y mientras sus adeptos morían, Mackenzie permaneció con buena salud, lo que hoy ha permitido a las autoridades detenerlo y llevarlo ante la justicia, y es que muchas veces sucede en casos como éstos, que los creyentes sufren vicisitudes en pos de visiones que solo benefician a líderes desquiciados, los cuales suelen no seguir sus propios preceptos, porque como desafortunadamente bien lo dijo en su tiempo Voltaire; “Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable”.
JESSICA WOOLRICH