* Conozco muy bien a César Athié, sus características, sus virtudes y defectos, desde hace mucho. Prácticamente nunca en el HGM entraba a cirugía cuando estaba en Urgencias como adscrito o Jefe. Sí hay mucha reticencia hacia él, principalmente de cirugía, pero en general de todos los servicios; ha creado descontento
Gregorio Ortega Molina
La corrupción puede convertirse en un estilo de vida. Empieza como solución fácil y momentánea, para después transformarse en hábito que se fortalece cuando los seres humanos se acostumbran a mentir. La peor manera de formularla y recibirla ocurre cuando el médico oculta o tergiversa la verdad, para asegurarse el éxito profesional, y cuando los enfermos y sus familiares se hacen los que la Virgen les habla, porque están acostumbrados a que les mientan en todos los ámbitos en que se desenvuelven.
Visité por primera vez el Hospital General de México, cuando el arquitecto Joaquín Álvarez Ordoñez, Vocal Ejecutivo de la Comisión Constructora de la Secretaría de Salubridad, estaba a días de entregarlo para su inauguración. Acudí invitado por él; desde entonces permanezco atento a lo que sucede en esa casa de salud.
Me encontré, los primeros días de junio, una entrevista concedida por su director, César Athié. La reportera y entrevistadora anotó: “Para el doctor, el baile, como la cirugía, requiere destreza. A él le gustan las actividades que demandan inteligencia, por eso también practicó tenis, juega ajedrez, y disfruta los libros de estrategia y poder, como El arte de la guerra, de Sun Tzu, uno de sus favoritos.
“Aunque dirige uno de los hospitales más importantes del país, donde otorgan alrededor de 900 mil consultas al año, realizan 39 mil cirugías y reciben casi 19 mil ingresos no quirúrgicos anualmente, el médico asegura que sí tiene tiempo libre.
“En sus ratos de ocio convive con sus tres hijos y sus ocho nietos, va a la playa, lee libros que no son guías de práctica clínica, para que nadie piense que el médico es aburrido porque sólo habla de medicina”.
Comento con amigos sobre la destreza verbal, dancística, quirúrgica y administrativa del director del Hospital General. Uno de ellos es severo: “Conozco muy bien a César Athié, sus características, sus virtudes y defectos, desde hace mucho. Prácticamente nunca en el HGM entraba a cirugía cuando estaba en Urgencias como adscrito o Jefe. Sí hay mucha reticencia hacia él, principalmente de cirugía, pero en general de todos los servicios, y ha creado descontento. Es una lástima, pero no ha sido el único, con Navarro también hubo descontento y con Higuera (hijo) igualmente.
“Siempre el HGM ha sido muy difícil para todos los directores en las cuestiones políticas y administrativas; hace unos años me sugirieron postularme (cuando estaba Enrique Ruelas en la Subsecretaría de Salud), a lo que respondí que ni loco, es una olla de grillos en cuanto a política, muchísimos problemas laborales, un problemón administrativo y con déficits de lana, la carrera hospitalaria ha tenido tropezones serios y la productividad científica en unos servicios ha mermado, en otros ha mejorado mucho, en fin, así ni quien quiera, entonces la verdad quien está arriba siempre tendrá enemigos, críticas y grandes problemas”.
Otro referente médico y conocedor de los problemas que aquejan al sector salud, afirma: “Ni realizando obras multimillonarias como la torre quirúrgica, que además de dar apoyo a muy pocos pacientes está francamente mal construida y diseñada, dejando en el abandono al resto del hospital. En fin mi querido HG es el reflejo de autoridades nacionales y situación de lo que pasa en el país”.
Al médico Athié lo desmienten, porque en la entrevista realizada por Dulce Soto, insiste: La cirugía es un arte, es humanismo, es ciencia; por esos mismos motivos, considera, este año le otorgarán el Premio Biblos, un reconocimiento a mexicanos de ascendencia libanesa con trayectoria destacada en el área científica, artística o de humanidades. “Yo reúno esas tres cosas”, afirma, “con estas manos he practicado miles de cirugías y he salvado muchas vidas”.
Pero sus compañeros médicos no opinan igual, porque saben que gusta de mentir.