Por Vicente Moreno Aparicio
• Que festejamos con la falsa Revolución Mexicana ¿el millón de muertos?
• A 107 años, la situación sigue igual: injusticia, pobreza y desigualdad social
• El descontento ya es generalizado ante tanta ineptitud y corrupción
• La verdadera revolución está en el independizar al país de la influencia de EU
A ciento siete años de haberse conmemorado la Revolución Mexicana, millones nos preguntamos si valió la peña que más de un millón de campesinos sacrificaran sus vidas por un verdadero cambio equitativo de riqueza y justicia, el cual hasta la fecha no se ha dado, pues ese conflicto armado que se inició el 20 de noviembre de 1910 y terminó en 1917 sólo ha servido para que políticos sin escrúpulos lleguen al poder a enriquecerse impunemente.
A lo largo de 90 años, cada 20 noviembre, se han escuchado a los jilgueros políticos remarcar en sus respetivos discursos la consigna gubernamental:
La revolución ha sido muy importante, dicen, porque nos ayudó a recuperar las tierras de los indígenas, crear mejores condiciones de trabajo para la gente más humilde (con horas máximas de trabajar, sueldos justos y más derechos generales). En general la Revolución nos ayudó a buscar una sociedad más justa.
Al escuchar lo anterior, algunos simplemente habrán dicho y dicen: “sí cómo no…” Otros han estado indignados. Pero la mayoría han de mentar madres, como ahora lo expresa el pueblo por todos lados…
No. La realidad es otra. Muy diferente a la que expresan los cínicos políticos que nos gobiernan. “La Revolución solo ha servido de quítate tú para ponerme yo al frente de la Presidencia”.
Ciertamente, la Revolución si fue muy importante en la historia nacional al acabar con la dictadura del Porfiriato, pero ya profundizando en el tema no fue una revolución verdadera, pues aun existen las incumplidas diferencias sociales y políticas, porque aún se dan las desigualdades entre los ricos y los pobres y no se diga el racismo hacia los indígenas, quienes sufren cada día las injusticias de los poderosos.
La palabra Revolución, por cierto ya muy trillada por los políticos, sólo ha servido para levantar falsas banderas dizque de lucha social, pues en la actualidad los índices de pobreza han crecido considerablemente al igual que las incumplidas promesas del propio gobierno y el derroche y desvío de recursos que han ido a parar a cuentas bancarias personales.
Al igual que en 1910, hoy en 2017, existe un México descontento y nadie lo puede negar. Vivimos bajo una dictadura priísta, que ejerce su poderío represor al utilizar las fuerzas públicas y militares para imponer su voluntad y no respetar los derechos humanos y hacer valer sus triunfos a través del fraude electoral como sucedió recientemente en el Estado de México en contubernio con el Instituto Nacional Electoral.
Como en los tiempos del Porfiriato, el gobierno federal ha frenado el bienestar de los trabajadores y beneficiado a los empresarios al no permitir, a través de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, los necesarios y justos incrementos a los salarios mínimos. Hay mucha desesperación entre el pueblo al no poder adquirir muchos de los productos de la canasta básica… Tres jinetes del apocalipsis: hambre, guerra y muerte, cabalgan a galope en todo el país.
Es una vergüenza que mientras los funcionarios y políticos se imponen altos sueldos, los salarios no se incrementen. Y no se digan los aguinaldos y más ahora que los diputados y senadores recibirán sus respectivos millonarios bonos de despedida al término de su gestión legislativa. Esto es una burla para el pueblo, que es quien les paga todas sus corruptelas.
La real situación económica del país se observa en la división de las clases sociales: El 35 por ciento de la población mexicana, es decir 39 millones, 317 mil 778 personas, se ubican en la Clase Baja y la componen trabajadores temporales, inmigrantes, comerciantes informales, desempleados y gente que vive de la asistencia social.
El otro 25 por ciento de la población está conformada por la fuerza física de la sociedad -28 millones, 84 mil 134 personas que son obreros y campesinos- pertenecen a la Media Baja, ya que perciben un ligero ingreso superior al salario mínimo; La Media Alta, corresponde al 20 por ciento, es decir 22 millones, 467 mil 307 personas, y sus ingresos no son muy sustanciosos, pero son estables y la componen oficinistas, técnicos supervisores y artesanos calificados.
La Media Alta la conforma el 14 por ciento de la población nacional -15 millones 727 mil 115 personas- e incluye quienes cuentan con buenos salarios e ingresos estables y la componen hombres de negocios y profesionales que han triunfado.
La Alta Baja la conforma el 5 por ciento de la población nacional es decir 5 millones 616 mil 826 personas y son familias muy ricas que tienen ingresos económicos cuantiosos y muy estables, y por último la Alta Alta que está compuesta por antigua familias ricas prominentes durante varias generaciones y la integra un millón, 123 mil 365 personas es decir el uno por ciento de la población.
Pero lo anterior puede cambiar en el sentido que este estudio fue publicado por el Diario Oficial de la Federación y como está la situación tan crítica en el país es factible que en lugar de 35 por ciento que se precisa en el renglón de la Clase Baja se haya incrementado en un 42 por ciento.
Obviamente, no es raro escuchar a muchos decir: “Estamos jodidos… la revolución no nos ha hecho justicia”. Y en parte es cierto. Da tristeza ver que a falta de empleos, la población ha salido a las calles a dedicarse al ambulantaje para llevar con la venta de sus productos dinero para que subsistan sus familias. Sin embargo, de pronto les han caído inspectores delegacionales o policías corruptos y les han quitado sus mercancías remitiéndolos a las agencias del Ministerio Público donde han tenido que pagar las correspondientes multas por falta de un permiso…
Pero además de esto, hoy vivimos con el “Jesús en la boca” debido a la inseguridad que se vive en todo el país, donde el crimen organizado se ha apoderado de las instituciones públicas y militares y, por la falta de empleos y oportunidades, nuestra juventud ha ingresado a las filas de la delincuencia y de esto los medios lo informan a diario.
Lo malo, que esos jóvenes delincuentes han optado por llegar a matar a quienes se oponen a entregar sus pertenencias. Ya son muchas familias que han llorado por la pérdida de sus seres queridos y lo peor que para sepultar o cremar a sus muertos tienen que endeudarse haciendo con esto más difícil su situación económica.
En fin, el 20 de este mes se conmemoró otro año de la Revolución Mexicana y habría que preguntar ¿Qué debemos festejar? La revolución no ha funcionado y mucho menos con gobiernos priístas que sólo han llegado al poder para robar y si nos referimos al PAN, durante dos sexenios tuvieron su oportunidad para realizar el ansiado cambio y sólo vimos más de lo mismo: corrupción e ineptitud y lo mismo sucede con el actual sumiso gobierno.
Economistas internacionales critican la inmadurez del gobierno mexicano para convertir a México en una nación independiente, ya que tiene todo para salir adelante sin necesidad de seguir dentro del Tratado de Libre Comercio.
El francés Jean Fremont precisa que México debió desde hace muchos atrás seguir los mismos pasos que realizó Francia cuando tuvo su revolución y ahora es un país independiente y autónomo. “No es comprensible que las empresas financieras de Estados Unidos controlen la economía mexicana. La verdadera revolución mexicana es independizarse y darle a su pueblo lo que realmente se merece y cuando se de eso, todos saldrán ganando y se combatirá firmemente la corrupción y el crimen organizado que tanto lastima a su sociedad”, concluyó.