Por Aurelio Contreras Moreno
A dos años de su arribo al poder, el régimen de la mal llamada y sobredimensionada “cuarta transformación” ha sido, sin temor a exagerar, una catástrofe en la gran mayoría de sus responsabilidades.
Una de sus principales promesas, la pacificación del país luego de doce años de violencia sin tregua, no solo no fue cumplida, sino que la conducción del área resultó un estrepitoso fracaso.
En su primer año de gestión, se registraron en total 34 mil 582 asesinatos en México, convirtiéndose hasta ese momento en el peor de las últimas dos décadas. Sin embargo, 2020 ha superado todas las expectativas, con todo y la pandemia y el confinamiento. Durante el primer semestre de este año fueron asesinadas 17 mil 982 personas y la proyección es que para el final de diciembre los homicidios superen los 40 mil. En dos años casi igualarían la cifra de muertos de la fatídica “guerra contra el narcotráfico” de la principal obsesión del presidente Andrés Manuel López Obrador, el ex panista Felipe Calderón Hinojosa.
Tan solo estos datos son una muestra inexcusable del naufragio de un gobierno que, más que combatir al crimen organizado, pareciera –con cada vez mayor y más clara evidencia- proteger a sus principales líderes y a sus cómplices en posiciones de poder. Verbigracia, los casos Ovidio Guzmán y Salvador Cienfuegos.
La gestión de la pandemia por covid-19 ha sido un desastre monumental que solo los muy abyectos, interesados o de plano enceguecidos fanáticos se niegan a mirar. Por ningún motivo puede afirmarse que “vamos bien” con una cifra oficial –la real, dicho por el mismo gobierno, se estima tres veces mayor- de 105 mil 940 muertos y un millón 113 mil contagiados en ocho meses, con un repunte fuera de control en los últimos días.
No fue gratuito que este mismo lunes los más altos directivos de la Organización Mundial de la Salud hayan expresado su preocupación y alertado acerca de la mala situación que priva en el país por el aumento en el número de muertes e infecciones. “Cuando suben los casos y también las muertes es un problema muy serio y pediríamos a México que sea serio”, sentenció Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de ese organismo.
Así que no hay manera que la “4t” se pueda deslindar de esta tragedia, empezando por la necedad estúpida e inaudita –a la que el directivo de la OMS se refirió indirectamente- del presidente López Obrador de no predicar con el ejemplo y negarse a utilizar cubrebocas en reuniones y espacios públicos, incitando con ello a la desidia del resto de la población, solo porque se siente “muy macho”.
Y hablando de machismo, la violencia contra las mujeres mexicanas también ha alcanzado nuevas cimas, no únicamente en cuanto a cifras de asesinatos y feminicidios –también a la alza-, sino a la violencia institucional lanzada en su contra por un gobierno que, como con muchas otras causas sociales, cuando oposición navegó usando sus banderas y hoy las desprecia y les echa encima a su jauría cibernética, mediática y política para desacreditarlas y criminalizarlas, pues como las críticas ya no son a sus oponentes sino a su pobre, mezquina e irresponsable actuación en ese campo, ya no las considera “justas”.
Y así podemos seguir hablando de la economía por los suelos, del constante y virulento ataque a los medios de comunicación, periodistas y activistas sociales no afines ni genuflexos como los que invitan a comer fritangas a palacio nacional; de la depredación patrimonialista de los recursos públicos y la destrucción de instituciones e iniciativas construidas durante décadas por la sociedad civil organizada, a la que el lopezobradorismo tanto detesta por cometer la “osadía” de no pedirle migajas a su gobierno y, sobre todo, por pensar y desarrollar criterio propio, impensable para un régimen cuyos voceros –sin rastro de vergüenza- hablan abiertamente de concentrar el poder en la figura presidencial, lo que invariablemente lleva a las autocracias, a regímenes de pensamiento –pretendidamente- único y a tiranías.
Al final del día, el único “logro” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador a dos años de iniciado, en el que basan la continuidad y permanencia de su proyecto político, es regalar el dinero que no es suyo y que más temprano que tarde, se acabará por completo.
Qué pinche fiasco de “transformación”.
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