Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
La emergencia provocada por las lluvias en el norte de Veracruz no solo dejó comunidades bajo el agua, caminos destruidos y miles de familias damnificadas. También desnudó el oportunismo y la precariedad institucional con que se ejerce el poder en el estado y el país.
Durante su conferencia “mañanera” de este lunes, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que las familias damnificadas recibirán, cada una, ¡20 mil pesos! como apoyo emergente. Veinte mil pesos. Y si la vivienda tuvo pérdida total, se promete un apoyo adicional de ¡70 mil pesos!
Sin necesidad de analizar mucho, resulta más que obvio que el gobierno pretende darle “mejoralitos” o, peor aún, un placebo a la población afectada, a la que no puede responderle con un verdadero plan de ayuda y reconstrucción porque, como sabemos, desde el sexenio pasado el régimen desapareció el mecanismo que permitía accionar de manera inmediata ante las emergencias: el Fondo de Desastres Naturales.
Bajo la gastada cantaleta de que había “corrupción” –que sí la hubo, pero se supone que los que llegaron la iban a erradicar-, el gobierno desapareció el Fonden sin sustituirlo por otra manera de hacer frente con recursos inmediatos a las emergencias por contingencias naturales. Simplemente, como sucedió con todos los fideicomisos que extinguieron con el mismo pretexto, se quedaron con el dinero y dispusieron del mismo de manera discrecional.
Así que ahora intentan hacer creer que repartiendo más dádivas –lo único que sabe hacer el morenato- lograrán cubrir las necesidades de damnificados que lo perdieron todo, o casi todo. Que con esas cantidades les será más que suficiente para “salir adelante”. Y encima, se los tendrán que agradecer mientras les toman fotos abrazando a la presidenta o a la gobernadora.
En paralelo, la gobernadora Rocío Nahle justificó una decisión que le atrajo un alud de críticas en medio de la tormenta: la no renovación del seguro catastrófico del estado, alegando que se sustituirá por un fideicomiso estatal creado al vapor por el Congreso del Estado.
Según Nahle, su administración cuenta con “recursos propios y un Fideicomiso de Protección Civil para la atención de desastres y emergencias sin depender de aseguradoras que durante años resultaron ineficientes y costosas para el erario”.
“Tan solo con el huracán Grace, el Estado pagó 150 millones de pesos por año en pólizas, y después de meses solo se le regresaron 25 millones, y eso tras cumplir con requisitos absurdos: comprobar factura por cada lámina o silla dañada. Esa es la realidad de cómo operan las aseguradoras.
“Ante ello, la actual administración determinó no renovar las pólizas onerosas y, en su lugar, existe un fideicomiso estatal de atención a emergencias y que cubre también a trabajadores de Estado, permite disponer de recursos de manera inmediata, transparente y sin intermediarios”, refiere el boletín difundido este lunes para justificar la controversial decisión, tomada en mayo pasado.
Más allá del discurso demagógico e ideologizado, lo que queda en el aire y que en ningún momento se toman la molestia de explicar es ¿de cuánto será ese fideicomiso? ¿Cómo se fondeará este año, ya que no está contemplado en el Presupuesto 2025? ¿Qué reglas de operación tendrá? ¿Qué mecanismos de transparencia y rendición de cuentas se aplicarán? Ante eso, solo hay un silencio absoluto. Pero cuidado y se cuestione a la gobernadora, porque reacciona… como ya vimos que reacciona.
Lo único claro es que el fideicomiso, hasta ahora, es un fantasma. Un recurso meramente discursivo para justificar la omisión. Y mientras tanto, los damnificados reciben apoyos insuficientes con los que, si acaso, evitarán morirse de hambre por un tiempo, pero que de ninguna manera servirán para recuperar techos y patrimonios perdidos.
La responsabilidad institucional no se mide por el número de conferencias ni por los montos de apoyo anunciados que vaya a saber si de verdad se envían, sino por la capacidad real de respuesta, por la congruencia entre el discurso y la acción, y por el respeto a la dignidad de quienes lo han perdido todo.
En Veracruz, en México, esa dignidad sigue siendo pisoteada por quienes gobiernan con propaganda, pero sin responsabilidad.
Dinero a la basura
Al más puro estilo del viejo –y más vivo que nunca- régimen, el morenato en Veracruz gasta ingentes sumas de dinero en amanuenses y textoservidores que defienden las pifias del gobierno más allá de la ignominia, que se lanzan como perros rabiosos contra quien critique y cuestione a la “jefa” y que se desviven por demostrar quién se puede arrastrar más abajo del nivel del mar.
Dinero tirado al caño, porque no inciden en nada. No crean opinión pública. A lo mucho, dan risa y lástima. Baste ver lo que les contestan en sus redes.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras