La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Parecía que eran compartidos, pero en realidad, no soltaban ni la piñata ni el palo
Quienes siguieron de cerca, el quehacer gubernamental del ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, saben del singular estilo del cuenqueño, mismo que era de un efectismo mediático apabullante.
Alumno y protegido de Luis Echeverría, Fidel llegaba a cualquier parque de la entidad y si veía a un vendedor de globos, le compraba todos para repartirlos, ocurría lo mismo con el que ofrecía chicles, flores o billetes de Lotería, desde luego, el hecho tenía un gran impacto.
También, se registraron momentos en que el mandatario, entregaba fajos de billetes para que alguien adquiriera una pequeña morada o un taxi. Asimismo, en más de una ocasión, abrió los jardines de Casa Veracruz, para que gente de origen modesto acudiera a una tertulia.
En cierta ocasión, alguien inquirió curioso, en referencia al notorio populismo placero: gobernador ¿por qué actúas así?
Con aires de viejo lobo de mar, el tío Fide contestó: en cierta ocasión, acompañando al presidente Echeverría, llegamos a una escuela en Morelos y don Luis preguntó al director: ¿qué les hace falta?, un autobús dijo el profe, el que tenemos no sirve.
El Tlatoani volteó a preguntar a su jefe de ayudantes: ¿cuánto efectivo queda?, el edecán murmuró en voz baja y recibió la orden de traer una bolsa con un monto, para el contexto, estratosférico. El gobernante hizo entrega, del dinero, frente a la asamblea.
Herrera abundó, yo le pregunté lo mismo a don Luis ¿por qué hace eso? y, lacónico, me respondió: durante muchos años, de generación en generación, los habitantes del pueblo dirán: un día estuvo aquí el presidente Echeverría y nos regaló un bonche de pesos para comprar un camión, me volveré una leyenda popular.
Esa fue la base de maestro y alumno para, tratar, de pasar a la historia por la puerta principal: la anécdota elevada a política pública. Todo indica…que no les funcionó.