Aunque pese
Por: Salvador Martínez García
La definición de altruismo y/o filantropía dice que es la tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propio, sin embargo, muchos de los autoproclamados filántropos lo único que buscan es su propio prestigio y la adulación general.
Esto viene a colación por las modificaciones a la deducibilidad a las donaciones de organizaciones civiles sin fines de lucro, y con objetivos de atención social, que aseguran les afectará y muchas de ellas podrán, incluso, desaparecer.
Lo cierto es que desde hace muchos años se fueron pervirtiendo las donaciones de particulares, personas físicas o morales, que deducían de sus pagos de impuestos elevadas cantidades destinadas a la donación, en muchos casos a fundaciones de las propias empresas que solo les permitían eludir sus compromisos tributarios, lavar dinero u obtener ingresos adicionales a través de las Organizaciones no Gubernamentales de Carácter Social (ONG).
Las modificaciones propuestas en la miscelánea fiscal, al artículo 151 de la ley del ISR, limitan la deducibilidad de las donaciones y las incluye dentro de un tope del 35 por ciento conjuntamente a gastos escolares, médicos, laborales, funerarios y otros.
Así, los recursos que se destinen al altruismo o la filantropía deberán salir de los bolsillos de los generosos o generosas que piensan en el prójimo antes que en ellos, y no de los impuestos.
Si se quiere defender a las ONG´s y a la llamada sociedad civil, los particulares, especialmente los ricos y súper ricos, deberán aportar de sus capitales lo que mucho se les agradecería y no de sus pagos fiscales, eso es verdadero altruismo y no un falso altruismo que hoy se quiere defender por parte de intereses privados, que no sociales.
SUSURROS
La pandemia del Covid-19 que ha provocado ya la muerte de cinco millones de personas y contagiado a más de 240 millones en todo el mundo, parece ceder, pero puede haber un repunte para diciembre o enero próximo.
Los seis laboratorios que detentan y fabrican las principales fórmulas de las vacunas que se aplican en el orbe, han amasado inmensas fortunas y sus ambiciones no tienen límites, por lo que a toda costa mantienen su negativa a renunciar a los derechos de propiedad intelectual lo que permitiría compartir está tecnología a todas las naciones y, además, abaratar sustancialmente sus precios. No tienen freno.
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