Por Aurelio Contreras Moreno
La responsabilidad de llevar las riendas de un organismo tan delicado como la Fiscalía General del Estado ha resultado demasiada para el abogado Jorge Winckler Ortiz.
Y no porque le falte capacidad. En su práctica profesional privada ha demostrado ser competente. No por nada le fue encomendada la representación jurídica del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares desde antes de que fuese candidato a su actual encargo.
Sin embargo, las presiones inherentes a esa posición, la compleja situación del estado en materia de seguridad –que no ha mejorado un ápice los últimos cinco meses, y que inevitablemente abarca el tema de la procuración de justicia-, así como su carácter veleidoso y su mecha corta ante las críticas por los reveses judiciales que le han propinado, tienen a Jorge Winckler contra la pared, en una encrucijada.
En menos de medio año, el Fiscal se ha peleado con todo mundo. Con los colectivos de búsqueda de desaparecidos, que exigen a gritos su renuncia; con los medios de comunicación, de cuyos integrantes se burla y reta; y ahora con los diputados, locales y federales, a quienes llamó “una bola de corruptos” por haber detenido las solicitudes de procedencia para desaforar al ex tesorero duartista Tarek Abdalá en San Lázaro, y al presidente municipal de Fortín, Armel Cid León, en la LXIV Legislatura local.
La poca tolerancia al fracaso del fiscal Winckler lo ha hecho cometer todos estos exabruptos, causándole serios dolores de cabeza a su jefe político, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Por ejemplo, el encontronazo con los diputados locales por el caso del alcalde de Fortín provocó que hasta el por lo general tibio y miedoso coordinador de la bancada del PRI en el Congreso del Estado, Juan Nicolás Callejas Roldán, saliera a contestarle al Fiscal, deplorando sus dichos y manifestando que “no tienen cabida amenazas, intimidaciones o descalificaciones”.
A los pocos minutos, Jorge Winckler publicó una carta en redes en la que pidió disculpas a los diputados del Congreso del Estado, “pues mi declaración ante los medios de comunicación respecto del sentido de su voto (en el tema del alcalde de Fortín) fue imprecisa e incorrecta”. ¿Hubo “jalón de orejas” de por medio? Muy probablemente.
Es un hecho que las críticas por el desempeño gubernamental continuarán. Tanto las constructivas como las interesadas. También es un hecho que los entes de gobierno deben estar sometidos al escrutinio público para mejorar su desempeño. Cuando eso no sucede, pasan horrores como el del duartismo.
Quien no puede seguir por la misma ruta es el fiscal Winckler. Si quiere permanecer en el cargo, necesita cambiar su actitud, concentrarse más en su trabajo y menos en las redes sociales, y entender que en la arena de la política, a la que aceptó integrarse, se juega rudo y hay que tener la piel muy gruesa para mantener el equilibrio emocional.
No basta con ser un exitoso abogado. Ni ser una persona honesta o bienintencionada. Para ser Fiscal, hay que parecer Fiscal.
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