Fracasaron los dizque políticos. Por eso, Emilio Gamboa quiere sacar el tolete, la cachiporra, y a la calle los tanques antimotines. Le sienta bien al coordinador de los senadores priístas la cachucha policiaca, luego de evidenciar sus incapacidades –siempre ocultas bajo un manto de relaciones públicas– para el diálogo, el convencimiento y el arribo a los acuerdos.
Apenas el viernes y en su espacio natural, el lobby de un hotel de lujo en Polanco, “el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado
(Jucopo), Emilio Gamboa Patrón, exigió que el jefe de gobierno del
Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, dé garantías de resguardo a la
Cámara Alta y devuelva las instalaciones de Reforma e Insurgentes,
bloqueadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE)”, publicó el portal de un diario capitalino.
Cual lo hacen los mediocres, Gamboa escabulló su responsabilidad y culpó al gobierno de la capital federal de los sucesos que estrangularon a la ciudad de México el jueves y el viernes de la semana pasada.
Y es que, antes de los mítines, plantones, cierres de avenidas y cerco al aeropuerto, ¿cuándo se reunió Gamboa con los maestros disidentes a quienes, quiéralo o no, también representa en la ahora mal llamada Cámara Alta?
No. Tales no son las ligas en las que Gamboa se mueve. En las que se siente cómodo. A él, como a muchos otros dizque políticos se les encuentra en los restaurantes que, decían los clásicos, son “de postín”, en los campos de golf y en las canchas de paddle tenis, en los FBO’s a punto de abordar un avión o un helicóptero privado.
¿Hablando con los jodidos –El Tigre dixit— o con los maestros? No. Eso no. Ni soñarlo.
Para ellos, antes que diálogo, la cachiporra, el tolete, los tanques antimotines en las calles.
La forza sobre la intelligenza.
Porque este tipo de dizque políticos a los que pertenece Gamboa, carecen de inteligencia –son “vivos”, eso sí– y es por tal que se inclinan por el uso de la fuerza.
Fracasaron, otra vez, los dizque políticos.
NO ESCUCHAN
Miles de maestros en más de 20 estados de la República han puesto en jaque a la Administración federal y a los gobiernos locales, a grado tal de que en no pocos espacios que otrora se deshacían en elogios hacia los priístas que recién se hicieron del poder presidencial, hoy los denuestan.
Mal está el país cuando los tecnócratas ya mostraron su impericia –las últimas cifras económicas así lo dicen–, y ahora los dizque políticos que no escuchan, se hacen los desentendidos, culpan a otros de sus irresponsabilidades.
“Vamos a ir a ver a (Miguel Ángel) Mancera para exigirle que nos devuelva el Senado”, dijo Emilio Gamboa, repartiendo sonrisas y abrazos a los reporteros.
¿Y Mancera qué pitos debe tocar para tener “contento” a Gamboa?
El problema es otro. Tal como está organizado el poder público, la gente no encuentra representatividad y en el interior de ese poder los funcionarios se olvidan de los requerimientos de la sociedad.
Muchos de esos funcionarios se corrompen y entran al saqueo de los fondos públicos, en tanto los dilemas sociales siguen sin resolverse o se acrecientan.
¿Es entonces sólo la política lo que no funciona?
No, tampoco funciona, como debiera, la economía, la vida cotidiana de la gente en su relación con las cuestiones económicas. Pero los políticos no escuchan y eso multiplica el desencanto. Los ciudadanos padecen inflación, presencian el deterioro de los ingresos, viajan en pésimas condiciones en los medios de transporte, hay un sentimiento de frustración colectiva, mientras los políticos no han cumplido con las promesas de cambio que anuncian desde siempre en sus campañas en busca del voto.
Y ahí, en el voto, está la raíz del problema.
Tenemos gobernantes sin la legitimidad que brinda el sufragio. Ya porque compraron los votos o los canjearon por una despensa, ya porque son plurinominales y ni sus madres votaron por ellos, ya por…
Además de uno que otro de los empresarios que o son sus socios o le deben favores, ¿quién seguiría ahora a Gamboa, si éste se lanzara, cachiporra en mano, en contra de los manifestantes que le perturban el día?
Policía. Es la mejor de las caracterizaciones del camaleónico Emilio Gamboa.
La forza sobre su casi nula intelligenza, ¿o no?
Índice Flamígero: “El veto de castigo” se titula el epigrama de don Alfredo Álvarez Barrón, quien firma como El Poeta del Nopal. Y explica que “el magisterio opositor a la reforma educativa terminó doblando a los diputados federales; los legisladores no pudieron entrar a su recinto parlamentario, tuvieron que sesionar en una sede alterna y, al final del día, cedieron a las presiones de los maestros por lo que decidieron no aprobar la ley para la evaluación de los docentes… San Lázaro fue testigo, / los maestros vaquetones / impusieron condiciones / con un veto de castigo; /
su natural enemigo / con actitud relajada, / se declaró en retirada / y de manera humillante / la reforma trashumante / ¡valió pa’ pura tiznada! + + + Mi cuenta de correo de Google ha sido intervenida desde la dirección IP 74.82.84.251, es de un BlackBerry que el sábado se localizaba en las cercanías de Wichita, Ohio, en los Estados Unidos. ¿Quién está interesado en leer los boletines de prensa que llegan a mi cuenta? ¿Algún personaje de la picaresca político-corrupta de cuyas fechorías he dado cuenta en las últimas semanas? ¿El mismo que ha intentado hackear mis equipos?