MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Contra la versión de que en el Partido Acción Nacional todo está a punto de turrón y los prohombres albiazules han cerrado filas en torno a su candidato presidencial Ricardo Anaya, lo cierto es que tiene severas fisuras y, en Yucatán, la fractura irrumpió con la renuncia de Joaquín Díaz Mena.
Esta es la consecuencia de la concentración del poder partidista en un grupo del primer círculo de quien se apoderó del PAN y se hizo de la nominación a contracorriente de la opinión de integrantes que defendieron la sobrevivencia de Acción Nacional, una vez que perdió la Presidencia en los comicios de 2012 que lo mandaron al tercer sitio en la preferencia electoral nacional.
La responsabilidad de la fractura en el panismo recae directamente en Ricardo Anaya y su grupo compacto de incondicionales, integración válida en política para enfrentar a la competencia partidista, mas no recomendable en el trazo de la ruta crítica hacia la recuperación del poder, en la que se requiere de todos, incluso de los enemigos domésticos e inconformes que suelen operar el fuego amigo
Es evidente que en Acción Nacional no se entendió la lección histórica ocurrida con los vecinos de enfrente, es decir, cuando desde la Presidencia de la República se operó la derrota del PRI que, en el año 2000 perdió la Presidencia de la República.
Y luego, en la orfandad, sin fiel de la balanza, Roberto Madrazo Pintado se apoderó del tricolor y de la candidatura presidencial, con lo que generó severas y gravísimas fracturas que llevaron al PRI a perder nuevamente la contienda por la Presidencia de la República, en el año 2006.
Fue una situación de la que el Partido Revolucionario Institucional recordó la importancia de mantenerse unido, pese a las discrepancias domésticas, porque finalmente lo que está en juego es el poder y la gobernabilidad del país. Así, reagrupado, el PRI recuperó el máximo cargo de elección popular del país, con una copiosa votación que desactivó cualquier movilización de protesta.
En el PAN, empero, seis años después de haber salido de Los Pinos, pretende recuperar la Presidencia por la vía de la alianza, porque en solitario los votos no le alcanzarían porque, debe recordarse que en los comicios de 2012 se fue al tercer sitio.
En esa ambición del poder, Ricardo Anaya comenzó a tejer su unción como candidato presidencial desde que coordinó a los diputados federales y fue presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados en la LXII Legislatura federal.
Pero, desde ahí desdeño a los panistas que han servido al partido y que significan garantía de triunfo electoral. Y los ha echado a las filas de la oposición, específicamente a Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador. ¿Así quiere ganar Anaya Cortés?
Así, no es extraño, aunque sí debe preocupar en el cerrado grupo anayista que importantes cuadros, entre ellos senadores y diputados federales, hayan decidido renunciar a Acción Nacional, porque se niegan a sumarse en alianza con el partido, es decir, el PRD que ha sido su enemigo permanente, desde su nacimiento, además de haber sido engañados o ninguneados en el proceso de selección de candidatos al Congreso de la Unión y a una de las nueve gubernaturas que se dirimirá en las urnas el próximo 1 de julio.
Tal es el caso del diputado federal plurinominal con licencia. Joaquín Díaz Mena, quien la semana pasada renunció al PAN y se sumó a las filas de Andrés Manuel López Obrador; todo indica que el ex candidato albiazul al gobierno de Yuactán volverá a ser nominado a ese cargo pero, ahora por Morena.
Un dato fundamental en esto de la integración de cuadros de arraigo estatal, es que Díaz Mena, conocido como “Huacho” en tierras del faisán y del venado, en los comicios de gobernador quedó nueve puntos abajo del candidato del PRI, actual gobernador de la entidad, Rolando Zapata.
Y se fue del PAN porque, acusó, desde los altos mandos del PAN, o sea el grupo compacto de Ricardo Anaya, lo ven como un estorbo. Ahora buscará la candidatura al gobierno de Yucatán por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Empero, al adjetivo de estorbo que refirió Huacho, hay que sumarle un punto que denuncia: el proceso de designación de candidaturas estuvo viciado y apegado a los intereses de los dirigentes. Y lo puntualizó.
“Las cúpulas me dejaron claro que ya no soy necesario y que soy un estorbo a sus intereses económicos y políticos. Los verdaderos traidores son los que no cumplen su palabra, los que pisotean espíritu, esencia y valores. Que sólo buscan repartirse candidaturas para su selecto grupo, pidiendo generosidad de manera cínica mientras se agandallan todo”.
Habrá una encuesta interna en Morena para definir a su candidato a gobernador, pero si Huacho no es nominado, será candidato al Senado en una de las fórmulas en Yucatán. Y el bastión de Acción Nacional, tras el efecto Anaya, se fractura en Yucatán.
Y mire usted, Díaz Mena sostiene que fue traicionado por la directiva nacional y por Raúl Paz Alonso, exdirigente estatal y actual candidato al Senado, además de Mauricio Vila Dosal, candidato a gobernador por Acción Nacional. Los cuates de Anaya, soñadores del poder, dueños del PAN. Conste.
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